Los otros 'sanitarios' que velarán por el voto

Para Irene Tapia Irazoki el día de hoy será largo. Pero lo sabe y no le asusta. Son muchas las jornadas electorales ya vividas como voluntaria de la DYA para hacer que las personas con problemas de movilidad puedan cumplir con su deseo de ir a votar. Esta masajista donostiarra habla del operativo que la asociación pone en marcha, el mismo que en todas las citas electorales, aunque algo «diferente por culpa de la pandemia», asegura.

Alrededor de veinte efectivos harán el servicio en unas cuatro o cinco furgonetas. No obstante, si fuera necesario esta dotación se ampliaría. Trabajarán desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde trasladando en sus vehículos a personas que no pueden hacerlo por sí mismas. Irán a domicilios particulares, a residencias de ancianos o a los hospitales si así lo requieren. «Es un día especial», comenta Irene, que lleva más de 15 años colaborando en esta asociación. «En DYA Gipuzkoa son las familias y los ciudadanos quienes nos ayudan a mantener nuestros servicios con sus aportaciones, además de la colaboración institucional y empresarial. Pero la mayor parte de nuestra financiación proviene de esas familias, y cómo no vamos a responder cuando nos necesitan», reflexiona.

Hoy, estos veinte 'héroes' no solo alegrarán el día a personas mayores dependientes. También jóvenes con una pierna escayolada o un brazo roto o ingresados por diferentes enfermedades en centros hospitalarios contarán con su ayuda. «Es un trabajo que hacemos encantados y vemos que la gente nos lo agradece muchísimo», confiesa.

Cuenta que antes de entrar en los hogares o en las residencias, se aprovisionan de todo lo necesario para hacer su tarea: escalas móviles, orugas o sillas de ruedas. «Todo depende de la situación de la vivienda, si hay o no ascensor, o de la dependencia de la persona», explica. Las cuatro o cinco furgonetas que movilizarán ya están listas. Las de gran tamaño tienen capacidad para nueve ocupantes, pero para cumplir con las medidas de seguridad y de distancia acogerán a menos 'viajeros' y, por tanto, deberán hacer más viajes. Y, por supuesto, «todos llevaremos mascarillas». Pero lo que más preocupa a Irene es la llegada a los colegios electorales. «Habrá mucha gente y debemos ser cuidadosos. Los traslados se harán rápido porque cuanto menos contacto tengamos con la gente mejor. Aunque algunos querrían que durase todo el día. Los mayores y, sobre todo, los que están solos, van encantados, es como ir de excursión. Disfrutan como niños».

A las siete y media de la mañana, Carmina Alzugaray abría las puertas del Usandizaga-Amara de San Sebastián. Pero el trajín electoral para la conserje de este instituto comenzó hace unas semanas cuando a este centro de Bachillerato empezaron a llegar las cabinas, las urnas, los sobres y las papeletas. Y terminó ayer, con el protocolo habitual de acudir al Consistorio donostiarra a recoger la documentación para la constitución de las mesas electorales, que en su instituto serán seis. Un ritual que repiten todos los centros educativos convertidos hoy en colegios electorales. «El del Ayuntamiento es el último trámite. Pero lo demás ya lo dejamos preparado el viernes por la tarde: todo colocado en su sitio y bien señalizado con flechas y carteles informativos», cuenta esta brasileña, afincada en Euskadi hace más de treinta años.

Carmina reconoce que estas elecciones serán distintas. Si en otras citas con las urnas se colocaban las seis mesas en un mismo aula, hoy están instaladas en seis aulas diferentes. «Debemos seguir las medidas de seguridad sanitarias. Con la Covid-19 entre nosotros hay que tener cuidado. Queremos evitar aglomeraciones y para ello es necesario que haya mucha distancia entre los votantes. Cada mesa está en un aula, tiene su gel y, por supuesto, es obligatoria la mascarilla. Y los miembros de las mesas también deben cumplir con el metro y medio de distanciamiento», explica Carmina, que para llevar a cabo las tareas que le corresponden de apertura del centro, supervisión y cierre –sobre las diez de la noche o quizá más tarde–, contará con la ayuda de Luis, otro conserje del Usandizaga. También con el refuerzo de los informadores, personal de la Administración que atenderá a los más despistados. «Siempre hay gente que se pierde o quiere introducir la papeleta en la urna que no le corresponde. Y el objetivo es que estén el menor tiempo posible dentro del recinto para evitar contagios», asegura. A lo largo de la jornada, Carmina y Luis se van a turnar para poder 'escaparse' «a comer o tomar un cafetito. Es que si no, es una matada... el día de hoy se hace muy largo –sostiene– y entre dos es más llevadero».

«La Guardia Municipal participa como cuerpo de seguridad. Siempre es así. El grueso de la plantilla que hoy está de servicio –varias decenas de guardias– estamos volcados en la protección ciudadana». Gonzalo Valencia ha cumplido ya 30 años como agente en Donostia y no son pocas las citas con las urnas que le han tocado vivir. Aunque en esta ocasión se verán obligados a hacer cumplir de manera muy estricta las medidas higiénicas y de distancia. «Todo el mundo debe ir con mascarilla. La pandemia ha hecho que estas sean unas elecciones inéditas», sostiene.

Pero el trabajo de Gonzalo y sus compañeros comenzó anoche con una asistencia preventiva que se hace la víspera, es decir, ayer ya llevaron a cabo un servicio previo de control: «Contamos con un dispositivo de seguridad en torno a los colegios electores que tenemos asignados, que son ocho, y comprobamos que estas instalaciones no sufran ningún tipo de sabotaje». Horas antes de la apertura de esos centros los agentes hacen una tarea de vigilancia para evitar posibles incidencias y que todo esté listo para que la jornada se desarrolle con la mayor normalidad posible. No obstante, reconoce que si en otros tiempos sí se producían incidentes, durante los últimos años imperan el orden y la tranquilidad. «Las únicas incidencias pueden ser la falta de papeletas de algún partido o alguna necesidad documental..., pequeños contratiempos que se canalizan a través de un coordinador de colegios», explica este donostiarra.

A las ocho de la mañana, justo antes del pistoletazo de salida, es decir, de la apertura de los colegios, los agentes colaboran en la constitución de las mesas con sus presidentes y los delegados de la junta electoral. Y a partir de ese momento ya mantienen un dispositivo de seguridad dinámico en torno a los centros que protegen. «Estamos tanto dentro como fuera de los lugares que tenemos asignados; nos movemos en el entorno del Ayuntamiento, de las escuelas públicas, del Conservatorio, las escuelas de Morlans... Y el resto es 'territorio' de la Ertzaintza», explica.

Serán unos 1.200 los ertzainas de protección ciudadana que hoy se encargarán de velar por el normal desarrollo de la jornada electoral en Gipuzkoa, cometido en el que además estarán coordinados con las policías municipales y con el resto de las unidades especializadas de la Ertzaintza.

En los trece años que lleva de servicio en la policía autónoma vasca, a Mikel le ha tocado participar en más de una y de dos jornadas de cita con las urnas. Este donostiarra de 35 años confiesa que es un día «relativamente tranquilo, una jornada que transcurre con normalidad, en el que no suele haber grandes problemas. Si no fuese así y hubiera un incidente de orden público, entonces habría que actuar. Pero en estos último años no ha ocurrido nada grave y ojalá siga así».

El despliegue de agentes de protección ciudadana contará, como en todas las elecciones, con el apoyo de unidades y servicios especializados como caninos, helicópteros, subsuelos, brigada móvil... que permanecerán toda la jornada en situación preventiva para poder intervenir de forma inmediata ante cualquier incidencia. Las y los agentes destinados a la protección de los colegios electorales estarán a disposición de la presidencia de las mesas de votación en todo lo referido al mantenimiento del orden.

Mikel explica que entre sus funciones está impedir la propaganda política en el recinto y en sus inmediaciones o controlar el acceso ordenado de personas a los centros de votación. Asimismo, los agentes tienen encomendada la misión de evitar que se ejerza cualquier tipo de coacción o presión sobre los electores. Los ertzainas dedicados a la custodia de los colegios electorales facilitarán, en la medida de sus posibilidades, el acceso de las personas enfermas o impedidas colaborando con el personal sanitario de Cruz Roja y DYA. Al final del día, con el cierre de los colegios electorales, Mikel cuenta que los agentes acompañarán y facilitarán «el desplazamiento a los integrantes de las mesas que lo requieran en la entrega de la documentación electoral ante los Juzgados de Paz».