Presentaron
la candidatura, por sorpresa, la misma noche en que comenzaba la campaña electoral. Obviamente, el aspirante llegaba fuera de plazo pero, además, incumplía todos los ... requisitos que exige la junta electoral. No estaba empadronado aquí ni militaba en ningún partido, aunque estos detalles se tornaron irrelevantes cuando la gente descubrió, en el cartel oficial, la imagen del candidato. Era un perro. En concreto, un fox terrier blanco con marcas marrones en cara y orejas, que respondía al nombre de Nulo. El cartel, similar al del resto, mostraba un retrato en primer plano del perro coronado por un escueto titular. Vota nulo.
Con
un sello de caucho, los activistas estamparon la imagen de 'nulo' en las papeletas de los partidos oficiales y las repartieron por los buzones. El domingo, animaron a los votantes a compartir en redes un selfie frente a las urnas para dejar constancia de su voto. La noche electoral se contabilizaron 883.227 votos nulos, el 49,22% del total de votos. Portavoces de todas las formaciones, visiblemente irritados, calificaron la acción como una broma de mal gusto que sacudía los pilares de la democracia. Probablemente el enfado se debió a que los votos nulos hacen más ruido que las abstenciones. Prueba de ello es que los datos aquí expuestos corresponden a la abstención real en las elecciones autonómicas de 2020 y, entonces, nadie les dio demasiada importancia. En esta ocasión, aproximadamente el 40% de los censados no irán a votar. Un dato elocuente que no será destacado por ninguna formación y aún menos por el vencedor. Es difícil defender una victoria cuando la abstención es el partido que siempre gana.
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