Opinión
Basta de soluciones, queremos promesasSuele ironizar el escritor Ramón Saizarbitoria con la historia de que cuando en el ambulatorio le toca un médico euskaldun, suele pedir que le cambien ... y le pongan al monolingüe porque si ha sacado la plaza únicamente con el castellano, debe ser un facultativo extraordinario. A falta de la suficiente presencia de ánimo para defender un presente que sólo promete incertidumbre y a falta sobre todo de grandes proyectos creíbles sobre un futuro mejor, el debate se puso capilar para centrarse en «lo que importa a los ciudadanos» y en «poner a las personas en el centro».
Ahí fue Osakidetza el primer punto de fricción en un debate de candidatos sin identificar, hubiera costado distinguir por momentos al que gobierna del que está en la oposición, tal fue el intenso recurso al 'autotune' electoral. Ante la evidencia incontestable de los usuarios de que el servicio se ha deteriorado y de que aún puede hacerlo más, coincidieron todos en que hay que mejorarlo, así que gobierne quien gobierne, bastará con que cumpla la mitad de lo prometido para que todos salgamos ganando.
Respecto a la seguridad ciudadana, se pueden enarbolar datos en cualquier sentido, pero naufragan ante dos factores: 1) en las ciudades inseguras no se dispara el turismo; y 2) en las ciudades inseguras se desploma el precio de los pisos. Un vistazo a su propio entorno permitirá que cualquiera se haga una idea de cómo andamos en esta materia. Para la eternidad queda el acuñamiento de la expresión «la patrulla desarmada». Afloró ETA como el utensilio que sirve para condenar a Bildu a interpretar una vez más el incómodo papel de Batasuna zero/zero del que intenta huir a toda costa: si las mayores manifestaciones de cada año en Euskadi tienen como protagonistas a los presos, en campaña la palabra se convierte en anatema. Y finalmente, hubo momentos de hipotensión: el crecimiento económico, la tasa de actividad, la situación de las empresas y, cruda y triste realidad, la violencia de género, siempre en el hoyo de la lista de preocupaciones ciudadanas.
Por lo demás, las campañas electorales son un vago rumor de fondo para los ciudadanos y un engorro para los partidos, pero unos y otros hemos alcanzado un pacto de convivencia: no importa tanto quién gane como quién pierda. La mayoría votará sobre todo para que no gane aquel cuya derrota anhela y luego seguirá con su vida. Que ése sea el estado de las democracias en 2024 debería ser motivo de reflexión para todos cuando tengamos un rato.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión