«Siempre protestan los mismos; contra la eólica, también»
–¿Es un lastre la dependencia energética de Euskadi?
–Solo producimos el 10% de la energía que consumimos. Y si dependes del proveedor, el ... precio lo marca él. Hay debates superados hace años, y otros hace no tanto, y hemos decidido que no queremos nuclear vasca ni gas vasco. Pero consumimos esas energías, que importamos. La nuclear fue en los años 80 y, recientemente, la Ley de Cambio Climático de la ministra Ribera prohíbe la explotación de gas. Esto último, ya no es debate.
–¿Llega mucho gas ruso?
–El 49% de los metaneros que llegaron a Euskadi el año pasado fueron rusos. Tras esos, el 21% vino de EE UU, y después están Trinidad y Tobago, Guinea, Francia y Qatar. Mientras avance la transición seguiremos quemando gas, con lo que ya puedes tener un Tesla que si lo que sale del enchufe es lo que es, contaminas como todos. Hace falta mucha más renovable, más eficiencia y apostar por el almacenamiento.
–¿Y prescindir de Rusia?
–¿De un día para otro? Si somos capaces de prescindir del consumo... Tendríamos que buscar proveedores alternativos. Estados Unidos ya dijo que nos podría dar, pero eso genera un debate existencial. No queremos sacar gas de un pozo convencional en Euskadi pero vamos a traer americano extraido por 'fracking'. O el de Trinidad y Tobago, que tendrá todos los derechos laborales garantizados y será una maravilla... Euskadi podría prescindir, pero Europa, no. ¿Se debería? Sí. Al final el gas ruso financia lo que financia.
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– ¿En Euskadi queremos ser verdes pero no nos atrevemos?
–Somos un poco nuevos ricos. Queremos industria, pero no la energía para alimentarla. Yo suelo decir que somos ecologistas de fin se semana. Todos estamos a favor de la renovable hasta que la instalan en el pueblo. Además, siempre protestan los mismos, contra todo, y contra la eólica, también. El problema lo tenemos cuando los que no quieren que se instalen renovables cogen la pancarta los primeros como se cierre una fábrica o un horno para defender el empleo industrial.
–Euskadi tiene una muy competitiva industria de la energía. ¿La transición verde puede ser aquí un negocio?
–A pesar de la incertidumbre reinante, que también afecta a las industrias del Clúster de Energía, la corriente de fondo que hoy existe es muy positiva. Se plantean escenarios de inversiones inéditos en décadas y esto es una oportunidad, y hablo en términos de país, que no podemos desaprovechar. Ahora nos hemos caído del guindo y hemos descubierto que las renovables son más baratas que las energías fósiles y rebajan el riesgo de la dependencia de suministradores terceros menos amistosos y más volátiles.
–¿La guerra ha acrecentado el interés por las renovables?
–Ese interés se redobló con el Covid, que aceleró las grandes transiciones. La guerra ha hecho que no crezcan demasiado los pedidos, pero la descarbonización es irrenunciable y las perspectivas son muy buenas.
–Recuérdeme esa potencia de tiro energética de Euskadi...
–La verdad es que abarca toda la cadena de valor. Todo el sector energético vasco, y aquí incluyo a las industrias principales, a sus proveedores y también a lo ligado al refino, reúne a 430 empresas, que logran unos 15.000 millones de euros de facturación cada año solo en Euskadi. Muchas de ellas tienen presencia internacional, con lo que si sumas las ventas fuera te vas a 45.000 millones. Y con 26.000 personas empleadas, de las que 2.400 se dedican a I+D. Tenemos empresas en todas las vertientes, desde los aerogeneradores, que podemos fabricarlos por completo en Euskadi salvo las palas, a la electrónica, las redes inteligentes...
–Para tener esa industria, es muy poca la renovable instalada en Euskadi, ¿no? ¿En casa del herrero, cuchillo de palo?
–No somos tan grandes ni tenemos tanto recurso, con lo que no se puede hacer a barullo, aún así hay menos de lo que nos correspondería. Interesa que haya un desarrollo global, pero lógicamente nos vendría bien el local para ser más fuertes y probar aquí nuevos desarrollos.
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