El recuperado Impuesto de Patrimonio logra alcanzar los ingresos previstos por Hacienda
El tributo sustituye al antiguo de la Riqueza y Grandes Fortunas y cumple su primer año en vigor. La recuperación del escudo fiscal, su principal virtualidad, lleva a que Gipuzkoa ingrese hasta agosto 14 millones menos que en el ejercicio pasado
La recaudación del Impuesto de Patrimonio en los ocho primeros meses del año en Gipuzkoa cumple con la previsión que la Hacienda foral ... hizo cuando fue aprobado el año pasado por las Juntas Generales. Este recuperado tributo -sustituye al de la Riqueza y Grandes Fortunas, vigente entre 2013 y 2017- ha permitido a los tres territorios vascos volver a compartir la estructura básica de sus principales impuestos propios (IRPF, Sociedades y Patrimonio), lo que se denomina armonización fiscal, después de 2.500 días de especificidad guipuzcoana.
La reforma acometida en 2018 del tributo que grava los bienes de los más favorecidos conllevaba una potencial reducción de la recaudación que ya fue prevista por la Hacienda foral, al incluir como principal virtualidad la recuperación del escudo fiscal, una salvaguarda que fija un tope para que el contribuyente no pague por IRPF y Patrimonio más de un porcentaje concreto de sus ganancias anuales -concretamente el 65%-. El rescate de esta figura llevaba implícita una caída de los ingresos por este impuesto que se cuantificó en 13 millones de euros para 2019, según cálculos de los responsables del fisco foral.
Dicho y hecho. A tenor de los datos de recaudación acumulada hasta agosto, se puede decir que la previsión de Hacienda se está cumpliendo ya que Gipuzkoa ha ingresado 14,4 millones menos (un 18% de caída) que en el ejercicio anterior. Son 63,17 millones a 31 de agosto frente a los 77,5 milones contabilizados en 2018 por la liquidación del tributo del año anterior.
En el periodo 2015-2017, la recaudación por Patrimonio creció como resultado de la primera parte de la reforma que fue adoptada por el PNV, el PSE y el PP en diciembre de 2015. Entonces, se dejaron exentos de tributar los bienes vinculados a las actividades empresariales y las participaciones en firmas, con lo que se perseguía proteger a las compañías familiares. Fue la medida «más importante aunque no la única» -dicen desde Hacienda-, y pese a que suponía un rebaja de la presión fiscal en este tributo, se consiguió que subiera la recaudación al modificarse al alza los porcentajes de tributación de otros apartados.
En junio de 2018 finalizó la tramitación de la reforma, aunque su entrada en vigor se realizó con efecto retroactivo al 1 de enero, con lo que en Hacienda consideran que la recaudación vuelve ahora «a la normalidad» al recuperarse el escudo fiscal y actualizarse las tarifas conforme al resto de territorios vascos.
Y esa 'normalidad' se recupera incluso, subrayan desde Hacienda, pese a que la Bolsa protagonizó en 2018 un cierre muy negativo, con el peor ejercicio de la última década para los mercados de renta variable, un aspecto que afecta sustancialmente a la valoración de los patrimonios. Incluso con ese hándicap, la recaudación por el Impuesto de Patrimonio en Gipuzkoa marcha «según las previsiones», ratifican desde el departamento que dirige Jabier Larrañaga.
Quiénes pagan
El Impuesto de Patrimonio grava el patrimonio neto (valor de bienes y derechos, menos cargas y deudas) de los contribuyentes guipuzcoanos. Es un tributo que pagan los propietarios de patrimonios superiores a los 700.000 euros, sin incluir la vivienda que utilizan como residencia habitual (que tiene exenciones de hasta 300.000 euros). En algunas comunidades autónomas el mínimo exento se ha situado por debajo de esa cantidad, mientras que en Madrid, que se ha convertido en la práctica en casi un 'paraíso fiscal', directamente no existe el impuesto.
En el caso guipuzcoano, liquidan este impuesto aquellos que, poseyendo una vivienda habitual en propiedad, a nivel individual tengan un patrimonio total superior a un millón de euros.
La Hacienda foral tiene reconocidos a 7.538 guipuzcoanos que declararon por encima de 700.000 euros en 2016, según la estadística correspondiente al ejercicio de ese año -últimos datos disponibles-. La aportación económica de estos contribuyentes a las arcas públicas ascendió a 64 millones, un millón menos que el ejercicio precedente pero cuatro más que en 2014. La cuota líquida -el resultado que se obtiene aplicando a la cuota tributaria las deducciones, bonificaciones, adiciones o coeficientes previstos, es decir, los impuestos- de los años 2013 y 2012 fue de 57 y 33 millones, respectivamente, por lo que en cinco años casi se ha conseguido doblar la aportación que estos patrimonios realizan a Hacienda; eran 900 contribuyentes menos en el año 2012.
El cobro del Impuesto de Patrimonio se realiza mediante campaña, que se desarrolla en paralelo a la del IRPF (Renta). En dicha campaña se liquida el ejercicio precedente (es decir, la campaña de 2018 se lleva a cabo en 2019), con la foto del patrimonio a 31 de diciembre.
Este tributo existe en Gipuzkoa desde que se aprobó en una norma foral en 1991. Entonces se llamaba Impuesto Extraordinario sobre el Patrimonio. En 2008 desapareció en el Estado a raíz de una decisión del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y únicamente permaneció en Gipuzkoa, donde se suprimió solo un año más tarde. El impuesto fue recuperado en 2012 en el Estado y también con un año de retraso regresó a Gipuzkoa de la mano de Bildu. Actualmente, en Europa no existe un tributo similar a éste salvo en el caso de Francia, aunque no grava hasta el 65% de los ingresos anuales del contribuyente.
La recaudación por el Impuesto de Patrimonio supone una parte mínima de lo que ingresan las arcas forales en el conjunto de un ejercicio íntegro. En concreto, la Hacienda foral recaudó por este tributo 77,5 millones de euros en 2018 sobre unos ingresos totales de 4.837 millones, lo que supone apenas un 1,6% del global. En el ejercicio actual, el fisco ha ingresado hasta agosto 63,17 millones por Patrimonio de los 3.078 millones acumulados, lo que representa un 2%.
Las claves
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2012 El Impuesto de la Riqueza de Bildu eliminó el escudo fiscal y provocó la fuga de contribuyentes
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2015 La reforma fiscal pactada por el PNV, el PSE y el PP ha recuperado la armonización fiscal
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63,17 millones de euros ha ingresado hasta agosto la Hacienda de Gipuzkoa por el Impuesto de Patrimonio de los más de 3.000 millones recaudados, lo que supone apenas el 2% del total
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7.538 La Hacienda foral tiene reconocidos a ese número de contribuyentes que declararon por encima de 700.000 euros en 2016 -últimos datos disponibles-. Su contribución económica a las arcas del fisco ascendió a 64 millones.
El nuevo escenario abierto tras la reforma pactada por PNV, PSE y PP, con la que los tres territorios recuperaban la armonización fiscal, trata a todos los vascos por igual en Patrimonio. No hay diferencias entre Gipuzkoa, Bizkaia y Álava. Pero ello no significa que no existan agravios en comparación al resto del Estado. Es el caso de Madrid, con una fiscalidad menos agresiva y, por tanto, más atractiva para este tipo de contribuyentes.
A pesar de que esa 'música' procedente de la capital pueda seducir a los mayotres patrimonios de Gipuzkoa, desde la Hacienda foral se muestran tranquilos y subrayan que la recuperación del escudo fiscal y la armonización son la garantía para que no se registren fugas a otras latitudes.
Desde Cialt, asesoría fiscal donostiarra, por su parte, sí tienen detectado que algunos contribuyentes se han marchado a otros lugares más atractivos, especialmente a Madrid, aunque no llegan a cuantificarlo. Matizan que en 2018 «han vuelto más de los que se hayan podido ir», fundamentalmente por la recuperación del citado escudo fiscal. Con todo, consideran que el territorio no ha recuperado aún la fuga quese registró en 2014, cuando estaba vigente el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas, cuyos efectos se llegaron a tildar de «confiscatorios».
El precedente
Lo cierto es que en la época en la que estuvo vigente el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas, aprobado por Bildu con el respaldo del PSE, se detectó una fuga de contribuyentes guipuzcoanos hacia otras latitudes con un tratamiento fiscal más benévolo. Según calculó posteriormente el departamento de Hacienda en un informe, los patrimonios que se marcharon del territorio en aquel periodo aportaban cinco veces más que los que vinieron.
Los 49 contribuyentes que hicieron las maletas antes de julio de 2013 y lo comunicaron al fisco, pagaban más de 22.000 euros de media frente a los 4.918 euros de los 61 nuevos residentes fiscales. La marcha de las rentas más altas no significaba restar exclusivamente los ingresos procedentes del Impuesto de Patrimonio, sino los que generaban por IRPF e IVA. Un dato: los contribuyentes que declararon más de 60.000 euros en el impuesto de la Renta en 2013 aportaron el 25% del total recaudado por el IRPF, el principal impuesto junto al IVA.
La marcha de contribuyentes de Gipuzkoa a otros territorios por aquel impuesto a la riqueza no se ciñó exclusivamente a grandes patrimonios «ociosos» que buscaban pagar menos. También estuvo protagonizada por empresarios e hijos de empresarios a los que la normativa fiscal guipuzcoana les penalizaba en mayor medida. Bizkaia y Álava contemplaban en su Impuesto de Sucesiones y Donaciones una bonificación del 95% en la transmisión en vida de la empresa familiar de padres a hijos. En Gipuzkoa no regía esa excepción, lo que provocó que hijos que querían continuar con el negocio familiar se domiciliaran en Bizkaia para acogerse al beneficio fiscal de la donación.
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