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Planta de producción de Orbea en Mallabia (Bizkaia).

Pedalear para no caer

Orbea, que acaba de cumplir 175 años, y BH ejemplifican la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos que otros fabricantes de bicicletas no pudieron o supieron poner en práctica

Jorge Murcia

Viernes, 29 de enero 2016, 09:37

El pasado día 21 de enero Orbea congregó en su sede de Mallabia a representantes del mundo político, empresarial y del deporte para conmemorar su 175 aniversario. Fue una fiesta de celebración y repaso a una existencia ciertamente azarosa, en la que han tenido cabida el éxito comercial (y deportivo), los duros ajustes laborales, la total reinvención de su modelo de negocio. No cabe duda de que Orbea, junto a BH, constituye un claro ejemplo de la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos de la industria de la bicicleta. Otras firmas no pudieron o no supieron hacerlo. Empresas señeras del sector como G.A.C., Abelux o Luis Iriondo se quedaron en un camino que empieza en el siglo XIX, en un angosto valle del corazón de Euskadi.

Hablar de la historia de la bicicleta española viene a ser como hacerlo de la vasca. Y descendiendo aún más en la escala geográfica, de la eibarresa. Allí, a orillas del río Ego, nació una industria que en un principio fue otra: las principales marcas del sector comenzaron fabricando armas (pistolas y revólveres fundamentalmente, pero también rifles y escopetas). El fin de la Primera Guerra Mundial achicó un mercado por el que pugnaban decenas de firmas eibarresas dedicadas a la fabricación armera. Así que algunas de ellas reinventaron por completo su modelo de negocio. Pensaron que los cañones de escopeta eran una buena base para fabricar cuadros de bicicleta, y de esta forma se dio el primer impulso a una nueva industria.

Un proceso que arrancó en la segunda mitad de la década de los años 20 (las fechas bailan y no se sabe a ciencia cierta quién dio el primer paso), y en el que G. A. C. (Garate, Anitua y Cia.), Beistegui Hermanos (BH) y Orbea fueron pioneros. El desarrollo del sector corrió de la mano de la creación de equipos ciclistas y la organización de competiciones por parte de estas firmas. Así nació, por ejemplo, la 'Bicicleta Eibarresa' (que en la pasada década devino en Euskal Bizikleta), un empeño personal de Eulogio Garate, uno de los socios de la G.A.C. (abuelo del mítico exfutbolista del Atlético de Madrid) y gran amante del ciclismo. Los hermanos Beistegui alumbraron un potente equipo ya en los años 30, mientras que Orbea suministraba bicicletas a otras escuadras del momento.

Fabricación integrall

Durante décadas la industria de la bicicleta se alimentó de componentes (cuadros, cadenas, horquillas, ruedas, carretes, etc) fabricados en las propias instalaciones de las grandes firmas o que bien provenían de talleres auxiliares, casi todos ubicados en Eibar y sus alrededores. Algunas optaron por diversificar su producción. El caso más palmario fue el de G.A.C., que en 1951 firmó un convenio con la francesa Motobécane para la fabricación de motocicletas. Así nacieron las populares Mobylette, que en sus diferentes versiones se siguió produciendo hasta el cierre de la empresa a principios del presente siglo.

La progresiva caída de la demanda de bicicletas empezó a hacer mella en el negocio de las grandes empresas del sector. Orbea estuvo a punto de cerrar la persiana de 1969. Si no lo hizo fue por el empeño de sus trabajadores, que compraron la marca a uno de los herederos de la firma, Esteban Orbea. Constituida en cooperativa, pronto pasó a formar parte del grupo Mondragón, lo que sin duda contribuyó a mantener en pie un negocio que en los años sucesivos entraría en un radical proceso de transformación que aún hoy perdura. «A mitad de la década de los 70 se abrieron las fronteras a productos extranjeros. Por ejemplo, de Francia, que tenía unas bicicletas más modernas que las nuestras. Y también de otros países y continentes», dice Miguel Ángel Estandía, responsable de producción de Orbea. «A raíz de la estandarización de los componentes y la aparición de fabricantes especializados en ellos se pasó a centrarse en la fabricación de cuadros y ensamblajes de bicicletas», explica por su parte Unai de la Fuente, director general de BH Bikes.

Una transformación que llevó aparejado no sólo el adelgazamiento de las plantillas de trabajadores, sino también la caída de buena parte de la industria auxiliar del sector. «Todo el proceso de producción interna se fue eliminando, hasta que sólo quedaron los cuadros y las horquillas», recuerda Estandía. Un cambio de modelo productivo asociado también a la radical transformación del mercado que supuso la irrupción de las BTT, las bicicletas de montaña. «En ese momento finales de los 80, principios de los 90- se dejó incluso de fabricar los cuadros. Todo se traía de mercados como Taiwan o China», añade el responsable de producción de Orbea.

Apuesta por la innovación

«Hoy en día el reinado de la fibra de carbono en las bicicletas y la complejidad en su elaboración ha hecho que haya que redirigir los esfuerzos a la investigación y desarrollo de producto», asegura Unai de la Fuente. Un trabajo que BH realiza en sus instalaciones de Vitoria -adonde se trasladó en 1959-, mientras que la gestión del ensamblaje del producto final se lleva a cabo en una planta ubicada en Portugal. Es esa apuesta por la innovación y el valor añadido de los productos la que ha permitido a empresas como BH y Orbea sobrevivir a la globalización de la economía en general, y del sector de la bicicleta en particular. «Huimos del producto de bajo coste y sin barreras de entrada, y nos centramos en los nichos de mercado en los que el conocimiento prima, tales como las bicicletas de carretera o montaña de alta gama, o las bicicletas eléctricas de diseño», añade el director general de la BH, que también fabrica bicicletas de gimnasio.

En el caso de Orbea, esa apuesta de futuro pasa también por el vehículo eléctrico, dirigido a un segmento de la población «que ya no es tan joven y que necesita del apoyo de un motor eléctrico en su bicicleta. Creemos que en este sentido se está produciendo una revolución en cuanto a la movilidad urbana. Los problemas de contaminación en ciudades como Madrid así lo demuestran», sostiene Jokin Diaz, responsable de comunicación de Orbea. La otra gran línea estratégica de negocio es la personalización del producto: la posibilidad de encargar bicicletas -en este caso de alta gama, que rondan los 9.000 euros- a la carta (adaptadas al tamaño del cliente, con los componentes que este desee) con un plazo de entrega de 40 días sin coste añadido.

La compañía -que en los primeros años de la década de los 70 se trasladó desde el casco urbano de Eibar a su actual emplazamiento de Mallabia- cuenta con 230 trabajadores, cuando en su apogeo llegó a emplear a 1.500 personas. La mayor parte de los actuales empleados (180) lo hacen en la factoría de Mallabia, y los 50 restantes en una fábrica ubicada en la región portuguesa de Aveiro, donde se ensamblan las bicicletas de gama baja. El pasado año Orbea facturó 75 millones de euros, de los que uno correspondía al segmento de las bicicletas eléctricas.

BH Bikes emplea a 250 personas y dispone de un centro de gestión (logísticas, I+D, laboratorio, postventa, etc en Vitoria, una planta de ensamblaje en Portugal y filiales comerciales en China, Taiwan, Japón, México y EE.UU. Factura más de 60 millones de euros y vende en 65 países. Después del de España, el francés, alemán, japonés y estadounidense son sus principales mercados.

G.A.C. se queda en el camino

Otros emblemáticos fabricantes no pudieron corregir su rumbo y se quedaron en el camino. El caso más evidente es el de G.A.C. La firma también abandonó Eibar para afrontar un ciclo expansivo en el barrio abadiñotarra de Matiena, cuando aún contaba con medio millar de empleados. Los renglones de su historia comenzaron a torcerse en 1981, cuando naufraga su larga relación con la francesa Motobécane, cuyos nuevos dueños (la japonesa Yamaha) imponen unas condiciones para continuar con la alianza que G.A.C. no acepta. La compañía entra así en un proceso de ajuste de personal y de pérdidas que no pudo ser frenado por las distintas apuestas que desde la dirección de la empresa se llevan a cabo (nuevosmodelos de bicicletas y ciclomotores). G.A.C. fue dando bandazos durante prácticamente dos décadas hasta que en 2003 la junta de accionistas acordó su disolución.

Empresas más modestas como Abelux o Luis Iriondo lo tuvieron aún más difícil para sobrevivir al huracán de la globalización, mientras que otra firma mítica como Zeus (nacida en 1926, y no en Eibar, sino en Abadiño) fue absorbida en los años 80 por Orbea. Durante unos años mantuvo su personalidad propia como producto de alta gama dentro del fabricante de Mallabia, pero finalmente acabó diluida en la marca Orbea.

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