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Dos cazadores se disponen a disparar sus escopetas.

El otoño de la caza en Euskadi

La falta de relevo generacional amenaza con mermar la actividad económica de un sector que en España mueve cerca de 3.700 millones de euros al año

Jorge Murcia

Jueves, 1 de octubre 2015, 17:06

Dentro de siete días dará comienzo oficial a la temporada de caza en Euskadi, una fecha que no ven llegar los casi 40.000 vascos que poseen una licencia para llevar a cabo esta actividad en nuestro territorio. Para muchas de estas personas la caza es, más que una afición (y así se encargan de remarcarlo siempre que pueden), una forma de vida. Pero también es un sector que mueve grandes cantidades de dinero, aunque la falta de relevo generacional en el colectivo amenaza con reducir paulatina pero inexorablemente esa actividad económica.

Conviene aclarar que por su peculiar tipología (muchas zonas libres, menos cotos privados, y un mayor peso de la caza menor), la actividad cinegética genera en Euskadi menos movimiento económico que en otras comunidades autónomas. No existen estadísticas oficiales (ni siquiera sectoriales) sobre el impacto económico de la caza en el País Vasco. Tampoco en España, aunque en este caso sí que se dispone de un cálculo bastante aproximado, que incluso suele ser esgrimido por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente a la hora de dar cifras sobre el sector.

Se trata del estudio elaborado hace tres años por José Luis Garrido, director general de Fedenca (Fundación para el Estudio y Defensa de la Naturaleza y la Caza), y que hablaba de un impacto de 3.635 millones de euros. Garrido divide la actividad económica generada por la caza en 18 subsectores y lleva a cabo un cálculo pormenorizado de lo que supone en dinero contante y sonante cada uno de ellos. El punto de base tomado por Garrido son las capturas de piezas realizadas en el año 2011, y el número de cazadores, algo más de 800.000

Taxidermia

El mayor de esos subsectores es el que representa "la acción de cazar cada una de las piezas", tanto de caza menor (741 millones de euros) como de mayor (303 millones). En este apartado se incluyen el pago por la jornada de caza y el dinero obtenido por la comercialización de la res muerta. Los otros 16 subsectores contemplan partidas tan diversas como los gastos de armería y complementos (escopetas, rifles, cartuchos, ropa, etc), por tenencia de armas y licencias federativas, seguros de responsabilidad civil, arrendamiento de cotos, restauración y hostelería, veterinarios (en el caso de capturas de especies de caza mayor) e incluso de taxidermia (empresas que se dedican a disecar animales abatidos).

La caza en Euskadi, al menos en Bizkaia y Gipuzkoa, tiene un carácter más social que en otras partes de España. Esto quiere decir que hay muchas zonas de caza libre donde el único requisito para llevar a cabo la actividad es tener en regla los pertinentes permisos y licencias. O zonas controladas por las sociedades de cazadores del entorno, en las que las cuotas a pagar son en muchas ocasiones de unos pocos euros por jornada. Por ejemplo, un día en un puesto de paloma de una zona de caza controlada en Gipuzkoa o Bizkaia puede salir por dos euros. Si la especie a abatir es, por ejemplo, un corzo (que además tampoco abunda en estas tierras), se necesitan permisos especiales y la cantidad a abonar se elevará por encima de los cien euros.

La caza en Álava (8.000 licencias) presenta una serie de características que no comparte con Bizkaia (13.000) y Gipuzkoa (16.000). En aquel territorio sólo hay un coto social, el de Cuartango. Y, aparte del que gestiona la Federación Alavesa en los Montes Altos, los más de cien restantes son privados. Su gestión recae en las sociedades de caza locales, que son la que al fin y a la postre establecen las condiciones en las que se ejerce la actividad: quién y a qué precio puede cazar en ellas. Para un pueblo es importantísimo el dinero que perciben en concepto de adjudicación de cotos. A veces es una de sus partidas presupuestarias más importantes, sostiene Iker Ortiz de Lejarazu, presidente de la Federación Alavesa.

Sin caza comercial

En el menor impacto económico del sector en Euskadi también influye el hecho de que "aquí no hay apenas caza comercial, como sí sucede en otros sitios", explica Iker Hidalgo, presidente de la Federación Bizkaina de Caza. Nada que ver, por tanto con las grandilocuentes batidas y monterías organizadas por dueños de grandes fincas tan características de otras latitudes como Extremadura, Castilla La Mancha o Extremadura, por las que los cazadores pueden llegar a pagar cientos de euros. Tampoco existe una actividad de comercialización de reses muertas, que en comunidades autónomas como Castilla La Mancha tiene una gran relevancia. Prácticamente todo lo que se caza en Euskadi es para consumo propio: paloma, malviz, becada y zorzal en el caso de la caza menor, y fundamentalmente jabalí en el de la mayor, son las especies más comunes en Euskadi.

"Aquí la caza mueve menos dinero, y el cazador no se gasta tanto", asegura Hidalgo. La partida más importante en el presupuesto de un cazador se lo lleva la escopeta, si bien la horquilla de precios es muy amplia en función del modelo, y de si es nueva o de segunda mano. Pero, en cualquier caso, generalmente a partir de los 500 euros. En lo que se refiere a gastos legales, una licencia para cazar en Bizkaia puede sacarse por 40 euros, mientras que el seguro obligatorio cuesta, como mínimo, 20 euros.

El paulatino y sostenido proceso de 'desruralización' de la sociedad vasca (con la lógica consecuencia de una reducción de las zonas habilitadas para la caza), los nuevos modelos de ocio, y el incremento de requisitos para llevar a cabo la actividad está mermando la cantera de nuevos cazadores y socavando el negocio. De ello da buena fe la desaparición de un buen número de armerías, aunque hay quien sigue apostando por el futuro de esta actividad. "Creemos que es un sector importante en cifras, y apostamos firmemente por él", asegura Patxi Refolio, responsable de la sección de caza y pesca de El Corte Inglés en Vitoria. Aprovechando el cierre o la marcha a centros comerciales de la periferia de un puñado de comercios tradicionales del sector, los grandes almacenes han reservado un destacado espacio a la caza en su nueva tienda de deportes de la Plaza de Abastos.

Jabalís en el Parlamento

En la medida que el número de licencias y el relevo generacional se perfila como "el principal reto" del sector, Ortiz de Lejarazu insta a las distintas administraciones "a mojarse, porque la caza es una herramienta de gestión. La gente, los cazadores, al final pagan por gestionar los recursos naturales. Y si no, será la administración la que tendrá que invertir. Que se den cuenta de que la caza es necesaria", exhorta. El máximo responsable de la Federación Alavesa defiende que los cazadores "hacen una labor de bien público. Por ejemplo, si no se cazaran todos los años del orden de 3.000 jabalís, los habría hasta en el Parlamento de Vitoria".

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