Vingegaard recupera la sonrisa
El danés conquistala Bola del Mundo para sentenciar la Vuelta y volver a ganar una gran prueba por etapas
Igor Barcia
Domingo, 14 de septiembre 2025, 07:37
En el Alto de las Guarramillas, las antenas que parecen cohetes marcan el lugar hasta donde tiene que ascender el pelotón de La Vuelta. Desde ... allí arriba, en la Bola del Mundo, a 2.250 metros de altitud y tras superar rampas de hasta el 20%, Jonas Vingegaard ve el pasado y el futuro. El pasado es la curva del descenso de Olaeta, donde en abril de 2024 el danés se fue con otros ciclistas que participaban en la Itzulia al suelo en una caída terrible que frenó su trayectoria. Vingegaard llegaba tras dos victorias en el Tour sobre Tadej Pogacar y en ese grave accidente se detuvo su hegemonía. Llegaron los problemas físicos y los miedos, y el nórdico se vio desde ese momento claramente superado por un Pogacar incontestable.
Por eso, el danés acudió a la Vuelta en busca de buenas noticias, de volver a sentirse el corredor que dominara la carrera y marcara diferencias. Y aunque le ha costado ante la insistencia de Joao Almeida, el corredor del Visma ha encontrado la salida a su laberinto particular. Desde ahí arriba, Vingegaard también ve su futuro, un podio de Madrid que marca su tercera victoria en una grande y que le debe permitir recuperar la confianza en sus posibilidades para afrontar un 2026 que puede volver a ser apasionante entre los dos corredores más grandes del momento.
Lo intenta UAE
Vingegaard y Joao Almeida llegaban a la penúltima etapa separados por 44 segundos y el UAE quemó todas sus naves en favor del portugués. Todo el equipo trabajó a lo largo de la etapa para endurecer el ritmo y tratar de castigar al Visma, para que los dos aspirantes se jugaran la victoria mano a mano en el camino de hormigón hacia la Bola. Allí llegó en cabeza Mikel Landa, en busca de un día de gloria, junto a Giulio Ciccone. Pero no era el momento del 'landismo'. Se jugaba algo más importante, la victoria en La Vuelta en un escenario tomado por las fuerzas de seguridad, en guardia tanto por las protestas propalestinas como por las de los ecologistas, que no desean que el alboroto de La Vuelta altere la paz de este entorno desértico.
En la Bola del Mundo no hubo vallas, porque no están permitidas al ser la zona parque nacional. La organización colocó cuerdas con palos de sujeción desde el desvío en la estación de Navacerrada. La estrechez y las condiciones especiales del ascenso provocaron que solo pudieran subir 15 motos: diez para los diez primeros equipos clasificados, dos para jueces internacionales y una para el director deportivo, un médico más una de repuesto. Los diez primeros de la general dispusieron de un mecánico, algunos con bici de repuesto. El resto situaron auxiliares en la carretera de hormigón de la Bola.
En ese escenario, Almeida impuso el ritmo en las primeras rampas superiores al 15%. El portugués tiraba con todo, pero a su rueda se soldaba un Vingegaard que daba buenas sensaciones. Y en el kilómetro final, el danés arreó el golpe definitivo. Quería ganar el maillot rojo a lo campeón, conquistando la Bola del Mundo. En la meta, donde los ciclistas llegaron exhaustos, Vingegaard volvió a sonreír. «Quise ganar antes en Bilbao y en el Angliru, por lo que hacerlo aquí, en la Bola del Mundo, es especial. Vi que podía ganar y logré abrir hueco con 300 metros finales muy duros», relató el danés, que aventajó en 22 segundos a su principal rival.
Un buen segundo
Detrás, Almeida aceptaba su derrota con deportividad. De hecho, no es mal resultado su primer podio en una gran vuelta y haber puesto en aprietos al campeón danés. Durante días, Portugal soñó con la victoria de Almeida, pero ese éxito en una grande deberá seguir esperando. Su capacidad para sufrir y pelear en todo momento quedó eclipsada por errores puntuales como en Valdezcaray, donde una mala colocación cuando atacó el Visma le llevó a ceder 24 segundos fundamentales. «Lo probamos. No teníamos nada que perder, pero iba muy al límite todo el día. No fue posible. Lo dimos todo y toca dar la enhorabuena a Vingegarad», aceptó Joao Almeida.
La tercera plaza en la general es para un Tom Pidcock que ha sorprendido con su rendimiento en una prueba de tres semanas. Especialista en clásicas y pruebas de montaña, el británico se ha revelado como un auténtico sufridor, capaz de aguantar en las ascensiones para defender la tercera plaza ante un recuperado Hindley.En la Bola del Mundo también se resolvió el duelo por el maillot blanco de mejor joven en favor de Matthew Riccitello, que aguantó con los mejores para distanciar al italiano Pellizzari y confirmarse como uno de los corredores de futuro.
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