Van der Poel asombra en la Strade Bianche

Dicen que es complicado ser hijo de un gran deportista. Nadie habla de la dificultad que entraña ser nieto de una leyenda. Su saga, sin embargo, no intimida a Mathieu Van der Poel, que ha sumado este sábado una victoria de ensueño en una espectacular Strade Bianche. En Siena le esperaba una despoblada pero igual de bella Piazza del Campo. Los sieneses le dedicaron una sincera reverencia desde sus casas.

Van der Poel es un fenómeno capaz de ganar cuatro títulos de campeón del mundo de ciclo-cross, uno de mountain bike y de superar al mismísimo maillot arcoíris en un mano a mano. Además, en el terreno de Alaphilippe, en un duro repecho donde no pudo resistir el ataque del holandés a 400 metros de la línea de meta. No llegó de atrás, no. Se puso en cabeza y pegó un acelerón ante los ojos del francés y del objetivo de una cámara de televisión que le perdió de vista.

El asombroso final puso el colofón a una formidable carrera. Van Aert, tan generoso como siempre, seleccionó el grupo de cabeza en el tramo de sterrato de Monte Sante Marie, a 50 kilómetros de meta. En cabeza, un septeto de lujo: Van Aert -ganador de la Milán-San Remo-, Van der Poel -un Tour de Flandes en el bolsillo-, el campeón del mundo Alaphilippe, los dos últimos ganador del Tour de Francia, Pogacar y Bernal, un invitado sorpresa como Gogl, el joven Pidcock y el todavía más joven Quinn Simmons, un estadounidense de 19 años campeón del mundo júnior en 2019 al que Trek apartó temporalmente de su plantilla el año pasado por defender a Donald Trump en una polémica en redes sociales. Solo una avería en la bici a 38 kilómetros de meta descolgó a Simmons de una fuga espléndida.

Flojeó Van Aert, corto de preparación, en un repecho a 18 de meta tras atacar Alaphilippe, pero tuvo arrestos para volver a la cabeza cinco más adelante. Clase a borbotones. En el último tramo de tierra, La Tolfe, a falta de 12 para la llegada, Van der Poel tomó el mando de las operaciones. Intentó irse en solitario. Respondieron primero Alaphilippe y a continuación Bernal. No Van Aert, ni Pogacar, que perdieron la rueda de los mejores. Vaya nivel. La verdadera selección estaba hecha. Van der Poel pone el ritmo, no mira atrás, impide que los perseguidores se aproximen y, consciente de su rapidez y de su fortaleza, espera el momento oportuno, el de la gloria, el de un zarpazo inolvidable. El nieto de Poulidor es de otra galaxia.

Caja Rural-RGA, con Aritz Bagües, y Euskaltel, con Mikel Iturria, Julen Irizar y Mikel Aristi, corren hoy en el Gran Premio Industria e Artigianato, en la localidad italiana de Larciano.