Se juntaron el hambre y las ganas de comer

Quince minutos duró la resistencia bidasotarra, un cuarto de hora de seguir creyendo en que era posible hacer caer al gigante alemán, en el que el marcador sonrió en algunos momentos al equipo local.

Asier Nieto monopolizaba el ataque irundarra en los primeros instantes con dos goles y una asistencia, a Esteban Salinas, en el 3-3. Igualdad en el luminoso, 0-2 en intervenciones de los porteros y los dos equipos testándose, con ventajas mínimas para el Melsungen y empates a todos los guarismos hasta el quinto.

Precisamente el 5-5, de Rodrigo Salinas y con exclusión añadida de Jonsson por su tardía falta al chileno, fue la rampa de lanzamiento para los mejores minutos del bando local, aquellos en los que se puso por delante e incluso con dos goles de ventaja.

Esa superioridad numérica y la siguiente dejaron al equipo germano con uno menos durante cuatro minutos de cinco y en ese lapso los de Alex Mozas dibujaron un parcial de 3-1 en tres minutos que, incluyendo el mencionado gol de Salinas, era de 4-1 para colocar el 8-6 en el marcador. El sueño estaba más que vivo, pero pocos imaginaban que se iba a tornar en pesadilla.

Iñaki Cavero marcó a la contra el 8-6, único gol que de esta guisa consiguió el equipo amarillo en el primer tiempo. El reloj marcaba entonces 13'20'' y desde ese instante hasta el descanso el Irudek Bidasoa Irun no fue capaz de marcar ningún gol más.

Fueron más de dieciséis minutos sin hacer subir ningún gol al marcador y en ellos, dos penalties fallados, balones perdidos y, sobre todo, la impotencia de atacar una muralla que parecía infranqueable. El portero Morawski metió en ese tramo la mitad más una de las siete paradas que hizo en el primer tiempo (tantas como los dos porteros del Melsungen en el primer partido completo) y el contador del Bidasoa se quedó en ocho.

Por supuesto, siguió subiendo la cuenta del líder de la Bundesliga. del 8-6 al 8-9 en tres minutos, con el primer gol de Erik Balenciaga, que volvió a estar brillante. Y en ese momento entró en la cancha el gigante letón Dainis Kristopans, de 215 centímetros de altura. Una presencia que intimida y condiciona el trabajo defensivo. Una cosa es que solo marcara un gol y otra, lo que generó.

El 8-10 en el minuto 23, el sexto gol de Ian Barrufet, trajo consigo el primer tiempo muerto de Mozas. Tres goles más, 8-13, y otro parón del madrileño menos de tres minutos después del primero para recomponer al equipo. Pero nada. El Bidasoa estaba desdibujado y, por más que lo intentó, no llegó el noveno gol y el marcador al descanso mostraba un sangrante 8-14.

En el entretiempo, los optimistas no sabían donde meterse y los pesimistas casi pedían perdón. Después de haber visto un partido de ida tan igualado, nadie esperaba semejante diferencia en el marcador. El Melsungen se vengó con creces de aquel parcial de 0-6 que recibió en la reanudación del primer partido. Esta vez fue en el cuarto de hora previo al descanso y de 0-9.

Ni el más entusiasta podía pensar en remontar siete goles -ocho con el de la ida- en el segundo tiempo. Empezó el Bidasoa atacando con siete y marcó dos goles en ochenta segundos. A cinco. Pero no, fue un espejismo y del 11-16 se pasó al 12-23 en siete minutos. Quedaban veinte por disputar, pero el partido y la eliminatoria estaban completamente decididos. El líder de la Bundesliga estaba dictando su ley y siguió ampliando su ventaja hasta el 17-30 del minuto 50.

Poco a poco, los entrenadores fueron retirando artillería y en el tramo final del encuentro, solo uno de los catorce que estaban sobre la cancha era de los que habían sido titulares.

El Irudek Bidasoa Irun cerró el partido con un 5-2 que a duras penas conseguía maquillar el marcador, 22-32 al final de los sesenta minutos. Pese a todo, se llevó la ovación de Artaleku, que también aplaudió al equipo germano, en gesto de reconocimiento. Al menos un guipuzcoano, el zarauztarra Erik Balenciaga, estará en la Final Four de la European League.

Tras el encuentro, Alex Mozas quiso «dar las gracias a los jugadores y al staff por haber llegado hasta aquí. Y también a la afición, que está siempre, pero especialmente hoy, cuando el partido estaba perdidísimo, cómo ha seguido animando sin parar y nos ha ayudado a seguir peleando. Darles las gracias por eso y pedirles perdón por no cumplir con la ilusión que habíamos generado».

Reconoció que «el partido nos deja un regusto muy amargo, muy triste, porque habíamos hecho quince minutos muy buenos pero luego ellos nos han pasado por encima a todos los niveles».