El Bidasoa Irun rasgó el sueño de la cenicienta

El conjunto manchego contó con el apoyo de unos doscientos aficionados en el Olivo Arena de Jaén, que presentó una entrada muy pobre, cerca de quinientos espectadores. Su gran temporada acaba intentando plantar cara al subcampeón de Asobal, que se mostró muy superior y se impuso por 43-28, con ya diez goles de ventaja para el descanso (23-13). Se prevé un escenario muy distinto para hoy, cuando los irundarras se medirán al Barça en la primera semifinal (16.30, Teledeporte).

Jacobo Cuétara recuperó a los lesionados Julen Mujika, Mikel Zabala y Jakub Skrzyniarz, que se habían perdido varios partidos en las últimas semanas, y dejó en la grada a Tito Díaz y Tao Gey-Emparan. El partido de cuartos de final era a priori favorable, pero no se fiaba el asturiano, que pidió máxima intensidad a los suyos desde el inicio. Y le hicieron caso, con un 3-0 inicial y un 6-2 para el minuto siete, cuando Pedro Pacheco ya llevaba tres goles. Y eso que el portero Ruiz empezó entonado, con tres paradas en menos de diez minutos.

Tiempo muerto mediante, el Ciudad Real amortiguó a su insigne rival (6-4 y 7-5), pero al poco tiempo empezó a ver la realidad. En apenas un minuto los irundarras tejieron un parcial de 3-0 (Esteban Salinas y contras de Dariel García y Marko Jevtic) y estaban en 10-5 para el minuto 12, a casi un gol por minuto.

Sentar al portero para atacar con siete no le salió demasiado bien a los manchegos, que recibieron varios goles con portería vacía. Su mejor arma era el pivote Torres, con tres goles y un penalti provocado en el primer cuarto de hora y ocho tantos al acabar el duelo.

Además, se encontraron con un Bidasoa serio en ataque, con goles de once jugadores distintos en el primer tiempo, y un Mehdi Harbaoui que detuvo los tres penaltis que le lanzaron antes del descanso, al que llegó con siete paradas. Acabó con once (cuatro penaltis de cinco) y se llevó el premio al mejor del partido.

Tras el 13-8, Gorka Nieto se puso en modo MVP y marcó cinco goles casi consecutivos. Entre ellos se coló uno de Mikel Zabala, el que redondeaba el parcial de 6-2 que aumentó la diferencia a nueve goles, 19-10. Y más que creció, hasta los diez goles poco antes del descanso, al que se llegó con un evidente 23-13.

Lo peor, casi lo único malo del primer tiempo, la tarjeta roja que vio Jakub Sladkowski en el minuto 21, aunque el Bidasoa Irun salió de esos dos minutos de esa inferioridad numérica con un 2-0 favorable, mismo resultado que en la única ocasión en la que jugó con uno más.

Hacía falta más que un paso por el vestuario para que pudiera cambiar el guion del partido. Y no lo hizo.

En los primeros minutos de la reanudación se lo pasó en grande Esteban Salinas, con tres goles consecutivos a pases de Pacheco (dos) y Mujika. Fue uno de los jugadores a los que pudo sentar Cuétara, igual que su hermano Rodrigo y Asier y Gorka Nieto, por ejemplo.

Y si unos juegan menos, otros lo hacen más. Como el caso de Asier Iribar, que aprovechó los minutos para irse a nueve goles o Julen Mujika, que celebró su reaparición -no jugaba desde principios de abril- con cuatro goles en el segundo tiempo, cinco en total.

En el minuto 29 se alcanzó la máxima diferencia de quince goles (38-23), la misma que registró el marcador final, 43-28.

Superados los cuartos de final, completamente distinto se presenta el partido de semifinales ante el Barça, equipo que solo ha cedido un punto en la recién acabada liga, contra el Bidasoa.