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Lolo Encinas (izquierda) junto con Hugo López tras alzarse con la Supercopa de Angola.
Algo más que un erasmus en Luanda
BALONCESTO

Algo más que un erasmus en Luanda

Lolo Encinas relata su experiencia como entrenador ayudante en la Liga de baloncesto de Angola

raúl melero

Martes, 6 de junio 2017, 20:07

Son menos de nueve meses. Va a ser como un erasmus. Con esas palabras el exentrenador del Gipuzkoa Basket, Pablo Laso, trató de animar a su buen amigo y también ex técnico del cuadro donostiarra, Lolo Encinas (Donostia, 1974), para que aceptara una oferta que le propuso un tercer ex del cuadro guipuzcoano, Hugo López, para entrenar en Angola. Un equipo que hasta septiembre del pasado año era desconocido, el Recreativo do Líbolo, se convirtió en la vida del entrenador donostiarra.

Los avatares del día a día, obligaron a Encinas a plantearse que su próximo trabajo estaba en el continente africano y que iba a cambiar La Concha por la calurosa y desastrosa Luanda, capital de la ex colonia portuguesa. Un martes mirando en Google qué se iba a encontrar y dos días después cogiendo un avión Lisboa-Luanda en un viaje de ocho horas de duración.

Aquí hay para escribir un libro, confesó Encinas en algunas de las ocasiones en las que sus palabras han tenido eco. Desde cambiar horarios de partido el mismo día, a no saber cuántos equipos iban a jugar la liga, o que un jugador se duerma y no llegue al entrenamiento. Ha sido una experiencia bonita porque hemos jugado todas las finales que podíamos, pero muy dura, reconocía el que fuera entrenador ayudante del Gipuzkoa Basket durante nueve temporadas. Angola es una de las mayores potencias africanas del baloncesto y su liga es de las mejores del continente. Ya había oído que en Angola se pagaba bien, porque muchos de los clubes son de presidentes ricos y sé que había jugadores con salarios que equipos ACB no pueden afrontar. No lo es todo, pero el dinero ayudó a la toma de la decisión, no te voy a engañar, cuenta Encinas.

Vayamos a lo deportivo. El Líbolo ha ganado Supercopa, Copa y Liga de Angola. Nadie lo había hecho. Un triplete para la historia. Partidos viernes y sábados y a 48 minutos como en la NBA. Costó al principio, porque no estamos acostumbrados en Europa a jugar dos días seguido, confesaba. Poco a poco le fuimos cogiendo el tranquillo. Solo hemos perdido dos partidos en Angola. Habremos jugado más de cuarenta entre Liga, Copa y play-off. ¿La explicación para tanto dominio? Se ha hablado mucho de nosotros por estar dos entrenadores españoles pero el Primero de Agosto (máximo rival de Líbolo), también tenía dos técnicos de España: Ricard Casas y su ayudante Jorge Álvarez. Entonces, ¿habrán sido los jugadores? No lo sé. No me voy a quejar de plantilla. A mucha gente del basket seguro que les suena Eduardo Mingas u Olimpio Cipriano de la selección de Angola. Teníamos dos buenos americanos como Foster y Harris... No sé. Es que todo ha salido bien.

La única final perdida

Antes de eso, el Líbolo tomó parte en la Champions de África, una especie de Euroliga. Se jugó en El Cairo con unas enormes medidas de seguridad. Fueron once días de ir del hotel a la cancha y vuelta. Aunque un día nos saltamos la seguridad y fuimos a sacarnos unas fotos a las pirámides, recuerda el entrenador guipuzcoano. No empezamos bien la fase de grupos pero fuimos cogiendo temperatura, explica Encinas. Los cruces sí que los jugamos bien y la final era contra un equipo de Egipto, el Al Alhy. Difícilmente se le olvidará a Encinas esa final. El ambiente era más que hostil. Fue un partido durísimo. En un tiempo muerto miré a la grada y los ultras egipcios se pasaban el dedo por la garganta en plan amenazante. Tuve que dejar de mirar y concentrarme en el partido. El choque no fue bien, hubo un par de decisiones arbitrales que nos perjudicaron, según el entrenador donostiarra al Líbolo y perdieron por dos puntos. Quedando dos segundos, Je Kel Foster, nuestro base americano, tiró desde nuestro campo a la desesperada y casi entra. No sé qué hubiera pasado si hubiéramos ganado por uno con un tiro desde veinte metros.

Encinas relata que al principio costó un poco entrenar. Ellos (por los jugadores de Líbolo) no están acostumbrados a nuestra forma de entrenar. Aquí en Angola es todo de otra forma, más a su ritmo. Entonces creo que ha sido un acierto no meter mucha caña por nuestra parte, como también por ellos intentar asimilar los conceptos que Hugo quería implantar.

Ya que se refiere al primer entrenador, el pucelano Hugo López, Lolo Encinas destaca que si no es él quien me llama en septiembre, ni me lo hubiera planteado.

La vida en la caótica Luanda es complicada, según el entrenador formado en el colegio La Salle. Una ciudad con seis millones de habitantes censados, pero donde hay seis millones más que viven en la calle. Los primeros días me impactaron. Después, tristemente te haces a ver tanta pobreza, comenta.

Para Encinas solo hay dos clases: los muy ricos y los muy pobres. Obviamente los segundos son muchísimos más. Después de muchos partidos, cientos de niños se le tiraban prácticamente encima para pedirle ropa. No sé cuántas camisetas he regalado, confiesa. Hasta el día de la final; regalé el polo y la gorra conmemorativa de campeones. De verdad se te parte el corazón viendo a niños y niñas que no tienen nada.

La vida en Luanda no da para mucho, no para nosotros por lo menos, que nos hemos pasado casi todo el tiempo entrenando.

Al final, este erasmus en Angola, ¿ha merecido la pena? He vivo cosas que jamás hubiera pensado. Mi trabajo es el baloncesto, hasta hace bien poco no había salido de Donostia y esta ha sido mi primera experiencia fuera. Creo que en lo deportivo, sacamos buena nota en el erasmus.

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