'Hiru uhinak', cine hecho desde el País Vasco del Interior
Es un trabajo colectivo ensamblado por un cineasta primerizo, Loïc Legrand. Es una reflexión sobre cómo se hace un filme a partir de muchas miradas
Es la propuesta de hoy en la sección Zinemira. Estreno mundial de una reflexión, camara en mano, los pies en la orilla y la mirada ... en el horizonte, sobre la identidad de los pueblos, la actualidad (o no) de los cuentos antiguos, el sufrimento del trabajo hecho en colectividad, en 'auzolan'. Ahí cuando no siempre tu mirada, tu propuesta, es la que acaba por verse en el resultado final. Es un filme sobre cómo se hace un filme. El relato de un aprendizaje.
Todo empieza en Bidarray, pleno Camino de Santiago. A unos 15 minutos de Saint Jean -Pied -de Port, la Donibane Garazi capital de la Baja Navarra. Empieza el siglo pasado cuando allá, a pie del Iparla, se juntaron unos cuantos activistas de la cultura, la lengua y el empoderamiento de una región. Con el tiempo, ya en el XXI, aquello devino en la 'Société Coopérative d'Intérêt Collectif, Aldudarrak Bideo'. Silenciosa e intensa. Con un canal de TV en la red : Kanaldude.eus. Con un sentido empedernido y empecinado de solidaridad, colectividad, aprendizaje continuo y asambleario.
Hoy se estrena su primer producto audiovisual 'grande'. Dirigido por Loïc Legrand, hijo de franceses del Norte, nacido en Burdeos, asentado en Lapurdi. Ha sido productor antes que realizador y para sacar adelante 'Hiru uhinak' arrimó su ímpetu al de Antonio Magliano. Se asociaron y crearon una casa de producción, Prima Luce.
Loïc pensó primero en hacer, en solitario, algo sobre Belharra, esa ola magnífica y temible que se forma el noroeste de la bahía de San Juan de Luz, puede alcanzar los 15 metros y, es cosa sabida, se ha tragado desde el principio de los tiempos a hombres, bestias y embarcaciones. Pero Loïc escuchó más de una vez entre Hendaya y Sokoa otra historia igual de vieja contada en todos los puertos del orbe, la del pescador a quien alguien puso sobre aviso de que con tres olas se encontraría. Una sería de salitre y espuma, la otra de leche y la tercera, de sangre. Y el marinero surcó con bien las dos primeras pero a la roja, para que no le arrastrara al fondo, hubo de arponearla. Cuando regresó a casa y se acercó al lecho donde su mujer dormía...
Loïc se preguntó cómo habría de entenderse este relato de esas tres olas ('Hiru uhinak') en estos momentos de la Historia y de las historias; cómo la brujería los barcos malditos y esa imagen de mujer, víctima y gorgona; cómo hablar de la pesca artesanal contra la que esquilma los océanos. Cómo la contarían los jóvenes. Los del País Vasco. Francés. Los de la Costa. Los del Interior. Con su mezcla de idiomas, referentes, etnias, reivindicaciones. Con su cultura digital de lo audiovisual.
Lanzó el desafío a los imbatibles combatientes de Alduadarrak. Se reunieron con chicos y con chicas. Hicieron trabajo de campo. Hablaron con pescadores que ya no echan las redes. Visitaron en sus casas de retiro a la damas que cosían esas redes. Les preguntaron. Les filmaron. Buscaron localizaciones, crearon el diseño de producción. Discutieron el guión. Comentaron los primeros resultados con Asier Altuna que les felicitó pero también interpeló y corrigió. Prepararon la edición del sonido con Loïc Villiot. Al principio todo parecía descoyuntado, desensamblado. Luego, poco a poco, mucho empezó a tener sentido, estilo. Mirada. Única. Pero colectiva. Cómo sucedió eso es lo que cuenta Legrand en su primer filme como director.
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