Susana Chillida: «Me ha pesado llevar el apellido de mi padre»
La hija del escultor presenta la transcripción del diálogo que José Ángel Valente y Gonzalo Suárez mantuvieron sobre su figura y el arte
El próximo 10 de enero de 2024 se cumplirán cien años del nacimiento de Eduardo Chillida, una efeméride cuya celebración «va a durar dos o ... tres años» y que ya ha empezado a tomar forma. Susana Chillida, la quinta de los ocho hijos del escultor donostiarra, presenta ahora 'El gato y el pájaro. Conversación entre José Ángel Valente y Gonzalo Suárez con Eduardo Chillida de fondo' (Ed. La Fábrica), un texto que recoge el diálogo en torno al arte que mantuvieron el poeta y el cineasta en el otoño de 1998.
«Estuve ocho años filmando a mi padre, pero no encontraba el foco de qué hacer con todo ese material. Se me ocurrió juntar a Gonzalo Suárez y a José Ángel Valente para hablar, no solo de Eduardo Chillida, al que profesaban una gran admiración, sino del arte en sí», explica. Dos mentes creativas, que apenas acababan de conocerse, y que protagonizaron una conversación que Susana grabó para el documental 'Chillida. El arte y los sueños' y que ahora, 25 años después, recupera en formato literario.
'El gato y el pájaro'
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Autora: Susana Chillida. Estilo: ensayo; Editorial: La Fábrica; Páginas: 68; Precio: 20 euros.
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El «don de la ligereza», la «aniquilación del yo», el arte que se debe «entender no entendiendo» y aquel verso 'el gato es pájaro' de Valente y que Suárez trajo a colación, vertebran un hilo conductor que continuamente pasa por Chillida. «A mi padre, cuando jugaba de portero en la Real Sociedad le apodaban 'el gato' por su capacidad para cambiar de trayectoria en el aire». Por su parte, los 'pájaros' «es como podría haber llamado cariñosamente a Valente y Suárez».
Susana Chillida inaugura y clausura el libro con unas palabras en las que hace mención a un padre que «quería algo grande» para ella, un destino y una carga que en su momento le costaba aceptar. «Me ha pesado llevar el apellido de mi padre», reconoce. «De muy joven me enfadé con el arte, me alejé. Confiaba plenamente en lo que hacía mi padre pero desconfiaba de lo demás y la vanidad del 'artisteo'. Pensar en mí como artista era lo último que quería». Hasta que un día se encontró de cara con el arte y lo abrazó, dedicando gran parte de su producción al Chillida artista, lo que le permitió asimismo seguir «redescubriendo» al Eduardo padre.
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