Puro teatro de enredo
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Autor: Marc Camoletti.
Llega el teatro de verano en su pura esencia: comicidad extrema, enredos sin parar y una historia de esas que le otorga, aparentemente, claro, el ... poder al público, que en todo momento conoce mucho más de los sucesos escénicos que los personajes. Eso, ya se sabe, desemboca en el placer de verlos sufrir por el lío en el que poco a poco van hundiéndose, salvándose y volviendo a hundirse cada vez un poco mas profundo. Cuando todo revienta, espectadores, personajes e intérpretes son una especie de camarote de los Hermanos Max en celebrada compañía.
Así es, estamos ante la típica comedia de enredo, donde todo esta dispuesto para hacernos pasar un buen rato. En este caso un rato muy agradable porque la comedia está bien escrita y los giros de guion situados estratégicamente. Eso logra que el ritmo no decaiga y las múltiples sorpresas no sean muletas para alargar la trama, sino trabajados puntos de apoyo. Cuando parece que no puede haber más, surge otra para celebración del público.
Una pega: ya sé, señor Cisneros, que la cosa económica está dura y que lleva muchos años en el tajo con su trabajo a la cabeza de Descalzos Producciones. Como productor merece elogio esa insistencia que imagino no es nada sencilla de mantener. Pero unos euros más invertidos en la escenografía se agradecerían. No confundamos lo sencillo con la indigencia.
Por lo demás estamos ante un reparto mayormente a celebrar, con una interesante división de registros, sobre todo entre Amaia Vargas e Isabel Gaudí. Gabino Diego, por su parte, es el motor de la función, el colega que a todos nos gustaría tener. Y su comicidad física, que como siempre es magnífica y se hace entrañable, se encarga de llevar de principio a fin esta comedia al éxito.
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