La resolución del conflicto en torno al Bellas Artes podría estar «más cerca que nunca»
La Sade ha presentado al Ayuntamiento de San Sebastián una propuesta que prevé mantener y rehabilitar el edificio y darle un uso terciario
Nerea Azurmendi
Domingo, 28 de junio 2020, 08:22
El final del contencioso entre el Ayuntamiento de San Sebastián y la Sade a cuenta del Bellas Artes, inaugurado hace 106 años ... y cerrado hace 38, se ha anunciado en más de una ocasión con verbos en modo indicativo, dando por hecho que, aunque se demorara un poco en el tiempo, el arreglo era irreversible. Sin embargo, durante décadas la realidad se ha impuesto una y otra vez a la conjugación, y ninguno de los augurios ha terminado de cuajar. Algunos han estado muy cerca de conseguirlo, pero siempre sucedía algo que impedía un final si no feliz, por lo menos razonable.
En los primeros compases de la 'nueva normalidad', suenan de nuevo tambores de arreglo y, a juzgar por las sensaciones que han compartido con este periódico fuentes conocedoras del punto en el que se encuentran las negociaciones entre las dos partes en cuyas manos está terminar con la sesión continua más larga de la historia del cine, «nunca se había estado tan cerca de un arreglo».
Se mantendrían y se rehabilitarían el chaflán y los laterales, y se repondría la cúpula
edificio
Habría que dar muchos pasos para que ese hipotético acuerdo fuera definitivo, pero según ha podido saber EL DIARIO VASCO, la Sociedad Anónima de Deportes y Espectáculos (Sade), propietaria del edificio, ha presentado recientemente al Ayuntamiento de San Sebastián una propuesta, inicialmente bien acogida, que permitiría conciliar lo que hasta ahora ha sido irreconciliable: la protección de un edificio que, más allá de su valor arquitectónico y urbanístico, ha adquirido una gran repercusión simbólica, y su uso por parte de los propietarios.
Mantener, no derribar
El planteamiento de la Sade descansa sobre dos claves que pueden hacer cambiar el sentido del juego: el mantenimiento y rehabilitación, «con muy ligeras modificaciones», de los elementos exteriores del Bellas Artes, y la apuesta por mantener el uso terciario, renunciando al residencial. Lo que ha trascendido de la propuesta, que aun no se ha plasmado en un proyecto técnico detallado, sugiere que podrían conjugarse los dos objetivos sobre los que se ha construido una historia de des encuentros. Por una parte, la protección de un edificio histórico singular. Por otra, la reclamación de la empresa propietaria de darle un uso acorde con sus expectativas económicas.
Los aspectos relacionados con la protección del patrimonio se refuerzan claramente con respecto a posiciones anteriores, ya que la Sade renuncia a derribar el edificio, una alternativa económicamente más atractiva que ha defendido en múltiples ocasiones, y opta por mantenerlo y rehabilitarlo. Así, los elementos más característicos de un edificio que ha sido objeto de numerosas modificaciones y que, pese a mantenerse en pie, se encuentra en una situación muy precaria –en ruina según varias sentencias judiciales, sin haber llegado todavía al punto sin retorno según diversos informes técnicos – se mantendrían.
Eso significa que no se demolerán ni los laterales ni el emblemático chaflán que, en la confluencia de las calles Urbieta y Prim, es una especie de puerta de entrada al ensanche diseñado por Ramón Cortázar, autor también del diseño original del cine, después teatro, Bellas Artes. La propuesta contempla también la reposición de la cúpula, un elemento derribado en 2015 por razones de seguridad. Desde entonces, el Bellas Artes es un edificio desmochado, además de envuelto y vallado.
Fuentes conocedoras del planteamiento realizado por la Sade aseguran que está en línea con los requisitos que establece la ficha de protección del PEPPUC, «que tan solo necesitaría ajustes muy puntuales para su adecuación funcional». La Sade ya ha presentado alegaciones en el marco del proceso de revisión del PEPPUC, proponiendo «modificaciones de pequeño calado que no cambian el nivel de conservación y protección».
Renuncia a las viviendas y opta por mantener usos terciarios como hospedaje, oficinas, comercios...
USOS
Cabe destacar que, después de que en 2017 el TSJPV, dando la razón a la Sade, levantara la calificación de Bien Cultural que le otorgó el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco en 2015, el grado de protección C –en un rango que va de la A a la F– que le otorga el PEPPUC es toda la protección que tiene el Bellas Artes. Con la propuesta que está sobre la mesa, aseguran, «seguirá manteniendo su valor histórico y arquitectónico».
El otro caballo de batalla ha sido el relacionado con el uso del edificio, que hasta 1994 pero los posteriores Planes Generales han consolidado como terciario. Al igual que el relacionado con el mantenimiento del edificio, el caballo en cuestión ha ido cambiando de paso y de dirección en función de los movimientos políticos que se han producido en un ayuntamiento por el que, desde 1982, han pasado alcaldes de EA, PSE-EE, Bildu y PNV, y de los vaivenes de un proceso fuertemente judicializado en el que los fallos han sonreído unas veces a unos, otras veces a otros. Aunque todavía quedan litigios vivos y posibles recursos en el aire, la decisión del TSJPV de desestimar la reclamación de la Sade, que pedía 13,7 millones de euros al Ayuntamiento por el daño patrimonial causado por la protección del inmueble también habrá contribuido, al igual que el deseo reiteradamente manifestado del Ayuntamiento de resolver un conflicto cronificado, a que en esta ocasión «haya agua en la piscina».
La propuesta tiene por delante un proceso largo, que podría culminarse en el curso de la legislatura
HORIZONTE
Lo que habrá en el interior del Bellas Artes no se conoce, pero las opciones que proporciona la calificación de 'uso terciario' en el Plan General son las siguientes 'actividades lucrativas': hospedaje, comercial, oficina, recreativo, sanitario, asistencial y sociocultural. Un amplio abanico de posibilidades que, además de descartar la construcción de viviendas, permite seguir adelante sin modificar el Plan General, un proceso más largo y complejo que retocar el PEPPUC.
Aunque queda mucho camino –político, administrativo, judicial y también de debate público– por recorrer antes dar por cerrado el conflicto, ya se plantea como posible horizonte de solución esta misma legislatura.
Cronología de un desencuentro
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1914: Inauguración del Palacio Bellas Artes, diseñado por Ramón Cortazar.
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1982: El edificio, que además de cine y teatro había sido sede del Orfeón Donostiarra y la Orquesta Sinfónica de Euskadi, cierra sus puertas.
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1995: La propiedad, la SADE, había realizado ya varias propuestas al Ayuntamiento. El Plan General de ese año cambia su uso de residencial a terciario y aumenta el aprovechamiento edificatorio, si bien lo condicionó a la aprobación de un plan de protección del patrimonio, que iba a ir para muy largo.
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1998: 'Cumbre' entre Ayuntamiento y SADE para decidir el futuro del Bellas Artes. La empresa apuesta por un hotel y plantea varias alternativas. Entre las fuerzas municipales no se advierten una postura clara y común.
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2000: Se anuncia el desenlace: el Bellas Artes se derribará y se convertirá en un hotel de lujo. El avance de modificación del Plan General necesario para la reconversión se somete a exposición pública. Presentan alegaciones varios colectivos y entidades que se oponen a un proyecto que, de momento, queda en suspenso.
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2006: Se inicia la elaboración de PEPPUC y se retoman los contactos entre Ayuntamiento y Sade, que admite que el edificio se destine a uso terciario (planteará diferentes propuestas de hotel, aunque ninguna prosperará) y la necesidad de mantener la imagen de las fachadas.
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2008: La Sade presenta un proyecto de hotel para el Bellas Artes y el abril se vuelve a anunciar que Ayuntamiento y Sade ultiman un acuerdo para construirlo, previo derribo del edificio, reconstruyendo la fachada y la cúpula original. «El acuerdo está muy cerca», aseguran entonces, dando el proyecto por por definitivo y el litigio por prácticamente cerrado.
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2011: Las elecciones municipales traen cambios a la Alcaldía donostiarra, el PEPPUC sigue pendiente, y el proyecto permanece a la espera.
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2012: El nuevo Gobierno municipal anuncia que está adecuando el PEPPUC para desbloquear la situación. Se confia en que para fin de año el documento sea una realidad y la Sade –que ese mismo año presenta una propuesta de permuta que no prospera– tenga vía libre para llevar adelante el proyecto acordado, que prevé la construcción de un hotel.
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2013: En plena fase de alegaciones al PEPPUC, se reactiva la oposición al derribo y se enfría el entusiasmo del Gobierno municipal, que pasa de promover el proyecto de hotel a apostar por la máxima protección de un inmueble cada vez más deteriorado. A finales de año se empieza a instalar la malla de polipropileno que lo envuelve. La Sade alerta del mal estado de la cúpula.
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2014: En febrero, cinco años después de su aprobación inicial, se aprueba definitivamente el PEPPUC, que sube en un grado, del D al C, el nivel de protección del Bellas Artes, lo que no impide pero dificulta mucho su conversión en hotel. No obstante, en marzo un gobierno municipal en minoría ve como el Pleno acuerda el derribo parcial del Bellas Artes y su conversión en hotel.
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2015: Giro inesperado que obliga a regresar a la casilla de salida y despoja de valor tanto al PEPPUC como a la decisión del Pleno. En marzo, el Gobierno Vasco declara el Bellas Artes Bien Cultural, con la categoría de monumento, lo que el la práctica lo blinda e impide su derribo y transformación en hotel. Hasta que se culmine el expediente no se sabrá que se puede hacer en el edificio, y se empieza a hablar de un indeterminado «uso cultural». La Sade no tarda en reaccionar y en abril reclama al Ayuntamiento donostiarra una indemnización de 13,7 millones de euros. En agosto, a instancias del Ayuntamiento, se empieza a vallar el perímetro de un edificio en situación de «ruina inminente», según un informe técnico municipal, y en octubre comienza el derribo de la cúpula, el elemento en peor estado.
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2016: En marzo, la Sade reclama 5,1 millones al Gobierno Vasco por los daños patrimoniales que le ocasiona la protección. La reclamación se plantea también ante el Ayuntamiento.
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2017: Otro giro en una historia repleta de sorpresas. En mayo, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco da la razon al recurso presentado por la Sade, confirma que el Bellas Artes está en «ruina fáctica» y levanta la protección otorgada por Cultura. En julio, la empresa, reforzada por el fallo, cambia de objetivo y propone al Ayuntamientio modificar el Plan General para cambiar el uso del Bellas Artes (que ya solo cuenta con la protección que le otorga el PEPPUC) de terciario a residencial, derribarlo y convertirlo en edificio de viviendas viviendas. La propuesta incluye un cine con 300 butacas en los bajos. La Sade suspende la reclamación de 13,7 millones de euros y se retoman las negociaciones, que se rompen de manera inesperada en noviembre, causando tensiones en el Gobierno municipal. La Sade reactiva la querella y el conficto regresa, de nuevo, al punto de partida.
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2018: En marzo, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo nº1 de San Sebastián da la razón al Ayuntamiento y desestima la reclamacion de 13,7 millones hecha por la Sade, que recurre la sentencia.
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2019: El Ayuntamiento deniega la licencia de derribo parcial interior del Bellas Artes solicitada por la Sade y presenta un estudio externo en el que el edificio se califica de «estable y resisente» si bien necesita labores de consolidación y reparación urgentes.
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2020: En febrero, vuelve a frustrarse el proceso de diálogo abierto entre la Sade y el Ayuntamiento, que se niega a rebajar la protección del Bellas Artes para que se modifiquen las fachadas con vistas al uso residencial del edificio, tal como solicitaba la empresa. Se reitera la denegación de la licencia de derribo parcial. En mayo, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco resuelve el recurso de la Sade desestimando su reclamación de 13,7 millones al Ayuntamiento por «restricciones de uso y edificabilidad» de la parcela en el PGOU. No obstante, a día de hoy siguen abiertas varias vías judiciales.
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