«En su 'Réquiem' Duruflé lleva al extremo al órgano y al coro»
El último concierto del Ciclo de órgano, mañana, martes, en Santa María la Real de Azkoitia, permitirá disfrutar de la música coral de Maurice Duruflé
Director del coro de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), el Orfeón de Bergara, Oñatiko Ganbara Abesbatza, Hots Abesbatza y Ganbara Gazte-Txiki, el ... músico oñatiarra Aitor Biain (1983) clausura mañana, martes, a las 20:00 horas en la Parroquia de Azkoitia, el ciclo de órgano junto a Miriam Cepeda.
–Dirige al Coro de la UPV en el último concierto del Ciclo de Órgano. ¿Cómo funciona este coro?
–Es un coro que ha centrado su interés en la polifonía a capella, en la música de autores vascos, y en la de autores contemporáneos, así como en la música sinfónico-coral. Combina sus conciertos con los compromisos que tiene con la universidad, como son actos académicos, honoris causa y actos especiales. Actualmente el coro está constituido por 60 personas de todas las edades con alumnos de la universidad, exalumnos, profesorado, investigadores, personal de administración y también gente externa a la universidad.
«El coro tiene las dificultades añadidas de la métrica y la afinación a la hora de interpretarlo»
–Su concierto de este lunes es un monográfico de música del compositor Maurice Duruflé. ¿Por qué?
–Queríamos recuperar una obra que el coro cantó hace más de 15 años: el 'Réquiem' de Duruflé, lleno de calma, esperanza y serenidad, lejos de los habituales tremendismos del siglo XIX y basado en la Misa y Oficio de difuntos gregoriano. Una vez que habíamos elegido la obra principal, tanto la organista Miriam Cepeda como yo teníamos claro que el programa debía seguir la línea de temas gregorianistas, y cerramos la parte musical con los 'Motetes sobre temas gregorianos' y 'Notre père' para coro a cappella. Previamente abriremos el concierto con 'Pari intervalo' para órgano, escrita por Arvo Pärt. En las dos obras a cappella, el coro Iraurgi de Azkoitia, que dirige Iñaki Maidagan, colaborará con nosotros.
«La parroquia de Azkoitia cuenta con un órgano romántico perfecto para esta música y una acústica adecuada»
–¿Qué destacaría de la música de Duruflé desde el punto de vista coral?
–Creo que para los melómanos es una delicia de estética melódica, armónica, contrapuntística y orquestal, para el que busca la profundidad espiritual. Duruflé establece una interesante relación entre la modalidad y métrica gregorianas y la evolución del lenguaje musical del siglo XX, con grandes influencias melódicas de su compatriota Claude Debussy. Es una obra en donde el compositor lleva al extremo al órgano y al coro de una manera fantástica. Es una obra contrastante, fácil de escuchar y que hace las delicias de la gente apasionada de la música sinfónico coral, y por supuesto a los amantes del mundo del órgano.
–¿Qué dificultades tiene para el coro este 'Réquiem'?
–Duruflé tomó como materia prima la Misa de difuntos en canto llano gregoriano, pero no transcribió literalmente las melodías originales, sino que ajustó los ritmos sutilmente para que surgieran patrones métricos más amplios, pero aun así permitió que el metro cambiara con frecuencia para preservar una sensación de espontaneidad. Al mismo tiempo, revistió las melodías, que a veces sonaban arcaicas, de armonías sofisticadas de la escuela moderna temprana. Por ello, la métrica y la afinación de la obra son dificultades añadidas para el coro a la hora de interpretarlo.
–¿Y qué alicientes tiene para el público?
–La música tiene un flujo natural, así como libertad rítmica. Con todo ello, Duruflé plasma su arte de componer, proponiendo una atmosfera de tranquilidad, fe y esperanza al oyente.
– En las obras corales se suma el coro Iraurgi de Azkoitia.
–Así es. Ha sido un placer trabajar con ellos y unir sus 25 voces a los nuestros, lo que nos ha llevado a crear un coro de 75 personas. Es un conjunto de tamaño considerable, que llenará la maravillosa acústica de Santa María la Real de Azkoitia.
–¿Ve adecuada esta iglesia para este repertorio?
–Cuenta con un órgano romántico perfecto para la interpretación de la espectacular obra de Duruflé, ya que dispone de tres teclados manuales de 56 notas y uno de pedal de 30, con un total de 40 juegos. Y si a esto le añadimos la increíble acústica de la parroquia, creo que hacen un cóctel perfecto para el disfrute de la espectacularidad de la obra y de todo el programa.
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