Luis Cobos convirtió su primer concierto con el Orfeón en un guateque
El director ofreció en el Kursaal un encuentro construido a su medida, con grandes éxitos corales al alcance de todos los públicos, arreglos y obras propias
Si la idea del Orfeón Donostiarra era celebrar su 125 cumpleaños con un concierto pensado para captar nuevos públicos o para recuperar a todos aquellos ... que vibraron en los ochenta con los arreglos y las bases rítmicas de Luis Cobos, este miércoles, sin duda, cumplió su objetivo. Es difícil pensar en un encuentro mejor diseñado para ello y para el lucimiento de los dos grandes protagonistas de la velada, Luis Cobos y el Orfeón Donostiarra. La Orquesta Sinfónica de Europa, correcta pero un tanto tímida y sin biografía ni historia –no aparecía ninguna información sobre la misma en el programa de mano– quedó en un quizá deseado segundo plano, si bien cumplió su papel. En cualquier caso, el público disfrutó de un repertorio muy conocido y agradable en las voces del Orfeón, e incluso pudo ver a dos directores. Porque Jose Antonio Sáinz Alfaro también se subió al podio para sumarse a la fiesta.
El encuentro desveló pocas sorpresas desde el punto de vista musical. La propuesta, que tuvo una tímida respuesta de público, que no llegó al millar, dio lo que prometía, es decir, una exhibición del Orfeón Donostiarra con Cobos como estrella. El manchego impregnó de su personalidad todo el concierto, incluso cuando cedió el protagonismo a Sáinz Alfaro o se refirió al Orfeón como una reunión de artistas con las cualidades necesarias para hacer arte: «vocación y profesión». Cobos fue fiel a sí mismo mostrándose como un músico con bagaje en la música ligera, arreglista y compositor de obras amables y de alguna manera, como un showman de inconfundible look y melena, conocido por sus tempi movidos y por su personal estilo de interpretar la música.
Cobos arrancó con uno de sus característicos mixes, la pegadiza 'Carmen passion', sobre melodías de la ópera de Bizet, a la que siguió un 'Lacrimosa' del 'Réquiem' de Mozart que ha encontrado mejores momentos en el coro donostiarra. En el apartado de ópera hubo una mezcla más a lo Cobos: 'Valse brindisi' con melodías de Gounod, Ponchieli y Verdi y un Orfeón más inspirado, así como 'Lindo corazón', con temas mejicanos. También se pudieron escuchar otras piezas clásicas, como el omnipresente 'O Fortuna' que abre el 'Carmina Burana' o 'Va pensiero' de 'Nabucco'. Tampoco faltaron páginas de zarzuela como el 'Coro a la libertad' de 'Bohemios', o las 'Seguidillas' de 'La verbena de la paloma', ni canciones como 'Moon river', 'Alma llanera', 'Negra sombra' o 'Edelweiss'. Y como era de esperar, el coro dio una presencia especial a la música en euskera con 'Maite' de Sorozábal, 'Baga Biga Higa' de Laboa, con Cobos al saxo, o 'Aurtxo seaskan' de Olaizola.
El concierto, que se cerró con el conocido final de la Novena de Beethoven, contó también con la intervención de Cobos como solista de saxo en 'Viento del sur' –con Sáinz Alfaro en el podio– y dos obras compuestas por el director. El estreno de 'Alas a la esperanza' dedicada al pueblo de Ucrania y 'Todos somos música' completaron un espectáculo no apto para melómanos exigentes pero entretenido y agradable.
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