Mary Stallings, que en agosto se convirtió en octogenaria, cumplió la promesa de volver que hizo en 2018. Entonces, cuando el Jazzaldia le entregó su ... premio honorífico, la cantante estadounidense actuó en el escenario principal del Victoria Eugenia a mediodía. Ayer lo hizo en un horario y en un lugar mucho más idóneos para el jazz: al atardecer y en el Club del mismo teatro.
No cabía un melómano más en las catacumbas del centenario inmueble, donde, como mandan los cánones, la función comenzó con una pieza instrumental de su trío de músicos. Cualquier diva que se precie ha de hacerse esperar y la Stallings apareció tras una breve ración de swing. Saludó, hizo una breve reverencia al público y cantó 'In Your Eyes', el primero de los muchos 'standards' que desgranó en hora y media.
En 'Stolen Moments' se produjeron los primeros y mesurados solos del pianista Wilkinson y del contrabajista Ginsburg, que empleó el arco para deslizarse por las cuatro cuerdas de su instrumento. Otro clásico, 'Lover Man', sonó en su versión «más significativa», la de Lady Day. Stallings se refirió por su apodó a Billie Holiday, una de las cantantes míticas con las que se le suele emparentar además de con Dinah Washington, Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald.
'While We're Young' comenzó con la frase que da título a su último disco, 'Songs Were Made To Sing' (2019), del que rescató varias piezas como, por ejemplo, 'Ill Wind', una preciosa balada que fue muy popular en los tiempos del Cotton Club de Nueva York. Con la voz más templada y después de flirtear en 'Lady Bird' con el scat (improvisación vocal jazzística), ofrecieron una versión del 'Prelude to a Kiss' de Duke Ellington con un «ritmo radical» que arrancó tímidos bailes a la dama.
Pero el momento de mayor emoción fue cuando encadenó un blues de Billie Holiday, una balada en la que Gonzi acaració sus parches con las escobillas ('When I Close My Eyes') y una versión del 'Round Midnight' de Monk: su fraseo brilló más en las piezas lentas que en las más aceleradas, donde a veces se echó en falta más fuerza y proyección en su voz. Siempre risueña y encantadora, se despidió con un par de temas originales y una versión del 'Sugar' de Turrentine. ¿Cuántos artistas firmarían por llegar a los 60 años con el talento, el aspecto y la elegancia innata que derrocha Mary Stallings a sus 80? No respondan. Obviamente, la pregunta es retórica.
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