Himnos pop y fantasmas

Con más de 40 años de antigüedad, el baúl de éxitos de Los Secretos es tan inabarcable que no necesitan esperar al final para desgranarlos. Sólo en el mexicano inicio se escucharon 'Agárrate a mí María' y 'La calle del olvido'. Entre melodías contagiosas, guitarras cristalinas -de seis o doce cuerdas-, deslumbrantes armonías vocales y alguna explosión de rock americano se sucedieron piezas como 'Échame a mi la culpa' o 'Amiga mala suerte', ideal para evocar la historia de un grupo que no sólo perdió a su líder hace dos décadas, sino también a dos baterías, Pedro Díaz y Canito: al primero le dedicaron 'No supe qué decir' y del segundo tocaron la añeja 'Niño mimado'.

Hubo guiños a Sabina en 'Por el Boulevard de los sueños rotos' y 'Ojos de gata', coreadas por el público como 'Y no amanece', 'No me imagino', 'Qué solo estás', 'Buena chica' o 'Gracias por elegirme', cuyos atinados versos resumieron la velada: «Y cambiar por alegría mi dolor». El omnipresente fantasma de Enrique sonrió en pantalla y se hizo carne en 'Cada día', 'Pero a tu lado', 'Te he echado de menos hoy' y 'Déjame', megahimno reconocible en un milisegundo. Los césares del pop español se despidieron entre aplausos al grito de «Gora Donosti!» y evitando el tono luctuoso con 'Trenes perdidos', 'Ojos de perdida', 'Quiero beber hasta perder el control' y 'Sobre un vidrio mojado'.