Fui a pasar la ITV y acabé pensando en el sentido de la vida
Era la revisión del coche, no la mía, pero si no le gusta esa foto tengo más: Serrat y Gabilondo, Antxon Elósegui y una inmersión tolosarra, 'Sirat' y el desierto
Podríamos escribir, parafraseando a John Lennon, que la vida es eso que pasa entre una revisión de ITV y la siguiente (ojo: hablo de la ... ITV del coche, no de la mía). Estallan los casos de corrupción por el foro y se gesta otra guerra mundial por Oriente, pero en el momento ITV lo único importante es que las luces de cruce funcionen y los frenos sigan perfectamente ajustados. «Felicidad es que el médico diga 'es benigno'», decía Woody Allen. Felicidad es que los eficaces técnicos de Behobia te digan «todo ok» y te den la pegatina para lucir en el parabrisas hasta el año que viene.
«Me gusta verte en la vida real, tú que hablas tanto de saraos», me dice un conocido. «Escribe de esto, y no tanto de bares o conciertos», añade. Sí, uno puede reflexionar sobre el sentido de la vida mientras le revisan los amortiguadores: no hace falta irse a lejanos desiertos para meditar sobre la existencia. Ya he visto 'Sirat', la película del gallego Oliver Laxe premiada en Cannes y ambientada en el Marruecos profundo, esa dura e hipnótica mirada sobre el metafórico puente que separa el infierno de la resurrección. Dicen sus entusiastas que es el filme del año. Su potencia visual y sonora, con ese ritmo tecno apabullante, impresiona. Es mejor no desvelar la historia, pero cuando salí del Antiguo Berri (felicidades Sade por el centenario) aún golpeado por lo que acababa de ver, volví a pensar, como Fernando Trueba, que viva Billy Wilder: prefiero hablar de la vida con una comedia, aunque sea amarga, que con infiernos remotos. En fin: aún 'Sirat' se me sigue apareciendo a ratos, y eso solo lo dan las películas especiales.
Les cuento mi 'Sirat' más modesto (vuelvo a la ITV). Después de la revisión me premié con un buen paseo, no sobre ruedas sino sobre zapatillas, por el litoral que va desde Hendaya a San Juan de Luz. El principio sigue resultando fascinante, con los hermosos parajes del Domaine d' Abbadie, pero luego descubres que el recorrido peatonal continúa cortado por las obras tras los temporales. No recomiendo el camino en estas condiciones: tuve que andar peligrosamente un buen tramo por el arcén de la carretera. Luego llegas a San Juan de Luz y un baño en su playa te reconcilia con el mundo.

Son esas pequeñas cosas, cantaba Serrat. El fin de semana pasado me tocó vivir uno de esos felices momentos que te da el periodismo: compartir un rato con dos de mis mitos personales. Era la clausura del estupendo festival Korner en Chillida Leku y Joan Manuel Serrat e Iñaki Gabilondo venían a hablar de su amistad, del fútbol y de la vida. Tienen 81 y 82 años, pero siguen sido unos «jóvenes profesionales»: cuando comenzó la charla se vinieron arriba con sus bromas y reflexiones.
Serrat ya no canta (aún recuerdo el emotivo concierto de despedida que nos dejó en el Kursaal) pero sigue imparable, y Gabilondo me confiesa que mantiene una actividad superior a la que pudo imaginar. Mientras mi compañero Fernando de la Hera nos hacía una foto que guardo en el álbum de mis mejores momentos les pregunté por el elixir de la juventud. «Mantener la curiosidad, no hablar de enfermedades, relacionarte más con jóvenes que con viejos», me dijeron a dúo, como si fuese una canción.

A Antxon Elósegui siempre le llamaba yo «mi amigo más joven». Así se fue hace exactamente un año: a los 92 años, pero joven. No murió: dicen que uno no se va del todo mientras otros le recuerdan y a Antxon le seguimos recordando mucho y bien todos los que le conocimos. El jueves vivimos un emocionante momento en el Topic de Tolosa: su auditorio llevará a partir de ahora el nombre de Antxon y un montón de amigos nos reunimos para celebrarlo.
El CIT tolosarra, que Elósegui promovió con tantas buenas gentes, organizaba un acto tan sencillo como emotivo. Hodeiertz y Et Incarnatus pusieron la música, Pablo Dendaluze el 'trailer' de la larga serie que necesitaría la vida de Antxon, Enkarni Genua sacó a pasear a Mariona, su marioneta, Michel Perales y Ricardo Ugarte evocaron su figura... Y tuve el honor de presentar con la gran Irene Larraza. Terminamos brindando fieles a la militancia en la alegría de mi joven amigo. Fui al reconocimiento a Antxon y también acabé pensando en el sentido de la vida».
mezquiaga@diariovasco.com
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