Lola Herrera y Donostia: toda una vida ligada al teatro y al norte
Trayectoria ·
La gran dama de la escena cumple 90 años en activo, inmersa en la gira de su nueva obra 'Camino a la Meca', con la que en agosto regresa a San Sebastián, uno de sus escenarios habitualesSe recuerda como una chica ilusionada, curiosa, «con muchas ganas de todo». Era entonces una habitual de la radio. Una castellana recién llegada a la ... emisora que comenzaba a interpretar frente al micrófono. En una ocasión le ofrecieron un personaje «muy dramático» en 'El campanero', una obra teatral que, con éxito, ya había interpretando en las ondas, al lado de Manuel Dicenta, el padre de su compañero de oficios, Daniel Dicenta, su futuro marido.
Tras el estreno en el teatro Comedia, en 1957 la compañía marchó de gira y recaló en San Sebastián. «Era una ciudad muy internacional al lado del resto del país. Veías flores en las calles y tiestos en las farolas, un cuidado de la ciudad que no había en casi ningún otro lugar de España. Luego te pasabas a Francia y te daba la impresión de libertad. De estar muy cerca de la Europa a la que no pertenecíamos».
Así recuerda Lola Herrera su primera vez en Donostia. Actuó en el Principal, se alojó en la calle Campanario y ya entonces «comió estupendamente». Desde entonces, hace ya más de sesenta años, mantiene una estrecha relación con la ciudad. Es una asidua de los veranos donostiarras, pasea por sus calles como una más y tiene amigos guipuzcoanos.
Éxitos, disgustos, aplausos y paseos por La Bretxa; así ha vivido Lola Herrera sus habituales visitas a San Sebastián
Rara es la obra de Lola Herrera que no se ha representado en escenarios donostiarras. Desde el antiguo teatro Trueba hasta el Victoria Eugenia, en el que tantas veces ha sido ovacionada. Sola y en compañía. Unas tablas que le han visto crecer y que este agosto volverán a recibir a la actriz, ya con 90 años. Actuará del 27 al 31 de agosto junto a su hija, Natalia Dicenta en 'Camino a la Meca'. Éxitos, disgustos, minutos de aplausos y los paseos por La Bretxa marcan las habituales visitas de la actriz a la capital.
Precursora feminista
Fueron las escalinatas del Victoria Eugenia las que ovacionaron a Herrera por su único personaje protagonista en la gran pantalla. La memorable 'Función de noche' –ahora una cinta de culto, precursora del cine español feminista– de Josefina Molina compitió por la Concha de Oro en el Zinemaldia de 1981. Un docudrama que la realizadora cordobesa, junto con el productor José Sámano, grabó con cámaras ocultas en el camerino de la actriz. Una ferviente discusión, sin trampa ni cartón, en la que el matrimonio Dicenta-Herrera volcaba todas sus frustraciones sentimentales y confesaban lo que jamás se habían atrevido a decirse. «Era importante para mí sacar toda la mierda que llevaba dentro. Conseguí olvidarme de que había cámaras y micros y fui yo la que hablé ante Daniel, hombre», recuerda Herrera sobre el filme.
Para los donostiarras que recuerdan el estreno de la película, que estuvo a tan solo un punto de lograr el máximo reconocimiento en el certamen, ha sido «el mejor desnudo que se ha dado en el cine español». Y pese a muchos de los posteriores halagos recibidos, a la protagonista le costó más de un disgusto profesional y personal el haber dicho que sí a tal experimento. «Es lo mejor que he hecho por mí en mi vida, pero pagué un precio bastante duro. Fui juzgada de exhibicionista, perdí la amistad de compañeros, la familia protestó... No entendieron lo que pasaba ahí», reconoció la protagonista tiempo después, en algunas reposiciones de la cinta.
Camino a la Meca', la emotiva obra con la que Donostia volverá a aplaudir a la gran dama
Entre luces y sombras, una conmovedora reflexión sobre la vejez y el paso del tiempo llega en agosto, del 27 al 31, al Victoria Eugenia. Son cinco funciones de 'Camino a la Meca'. Dirigida por Claudio Tolcachir, la obra que reúne sobre las tablas, tras veinte años sin trato profesional, a Lola Herrera y a Natalia Dicenta. «Hacer algo con mi hija era una de mis asignaturas pendientes», declaró la actriz. Se reencuentra Herrera con su público donostiarra dos años después de su última vez aquí, cuando representó 'Adictos', escrita por su hijo Daniel y Juanma Gómez. Esta vez interpretará a Helen Martins, una mujer que desafió las normas de su época para abrazar su libertad y creatividad, que prefirió las preguntas a las certezas y que se enfrentó a su tiempo y al mundo que la rodeaba. «Al leerla escuché su voz. Flota en el aire las ganas de vivir con libertad y de hacerlo intensamente», declaró el director sobre Herrera.
Era la primera vez que una actriz, sin interpretar ningún personaje, se atrevía a decir en público que su marido «jamás le había hecho sentir un orgasmo». Fue una protesta precursora, a viva voz. Y todo en un entreacto entre función y función de 'Cinco horas con Mario'. El montaje de la novela homónima de Miguel Delibes que también dirigía Josefina Molina y producía Sámano. Un proyecto que, a priori, no resultaba ni rentable ni atractivo, pero que acabó convirtiéndose en un éxito, con tres reposiciones, en diferentes etapas vitales.
Aproximadamente, Lola Herrera ha pasado más de mil noches en vela como Carmen Sotillo, una conservadora de mediana edad que dialoga toda una noche con el féretro de su marido. Un monólogo que, pese a no convencer a la intérprete en un principio, acabó siendo el fiel reflejo de su agónico matrimonio. El paralelismo entre su vida y la del personaje era más que evidente y es lo que llevó a la actriz a decir basta ante los múltiples excesos e infidelidades de Dicenta, del que acabó separándose en enero de 1967.
El público ante todo
Del montaje se queda con lo mejor, pese a recordar varios baches como la agonía de su padre, de la que supo poco antes de salir al oscuro del Victoria Eugenia. Cuenta en sus memorias que su hermano le notificó el ingreso de su padre por teléfono: «No estaba preparada. Me quedé llorando sin consuelo, sin poder salir». Sus siguientes bolos sí tuvieron que ser cancelados. Muy a su pesar, porque si algo respeta Lola es al público. «Han pagado por ver un espectáculo y nosotros debemos llegar con todas las energías para garantizar dar lo mejor», reivindica. Tal es su deferencia que ha llegado a suspender bolos porque las voces y ruidos, ahora también los móviles, le han impedido concentrarse. «En estos casos, telón y a empezar».
Sigue dependiendo del escenario, «no por el aplauso, sino por querer compartir una historia». Y es que, como buena enamorada de las tablas, Lola Herrera piensa seguir en activo, «lo último que se plantea es decir adiós y dar por cerrado el telón», aseguran allegados de la Herrera.
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