«A casi todos nos ha ocurrido algo digno de ser contado en el programa de Iker Jiménez»
El ex líder de Zarama publica su último libro, 'Puto Boomer', donde explora momentos íntimos de su vida vistos con una visión generacional
Isabel Ibáñez
Lunes, 30 de septiembre 2024, 07:38
Se hace raro entrevistar al periodista Roberto Moso (Santurtzi, 1960), también cantante del grupo punk rock Zarama (1977-1994), por el libro que acaba de ... escribir, 'Puto Boomer'. Porque, de repente, el mismo que en su día bautizó a Eskorbuto cuando Iosu Expósito, su bajista, le abandonó para formar su propio grupo, ahora cuenta batallitas de la mili y habla de lo que supone estar jubilado. El título aúna 'puto', señal del espíritu punki que conserva dentro de él, y 'boomer', por la generación que le corresponde, los nacidos entre 1946 y 1964, marcados a fuego por signos que él va desgranando en un texto que desborda desnudez y emoción: «No son mis memorias, hay de todo, recuerdos reales, ficcionados, autoficción, simples o no tan simples reflexiones sobre la vida, consejos para jóvenes... Es una mirada hacia atrás sin ira, nunca nostálgica, pero sí sensible y un poquito cítrica».
– En ese capítulo de la mili hay risa, drama, emoción. ¿Ha llorado escribiendo este libro?
– Lloros, miedo, pánico incluso, aunque, en general, lo que más he sentido es disfrute. Y provocar sentimientos es un éxito para alguien que escribe algo.
– ¿Lo que más le ha costado?
– El capítulo dedicado a mi padre. Estuve pensando si lo publicaba. Hay cosas que escribes y no sabes si te vas a quedar tranquilo, si le va a sentar mal a alguien que sigue vivo. Ahí hablo de que de crío adoras a tu padre, luego mantienes distancia porque eres jovenzuelo y no vas por la vida besando a tus padres, y con el paso de los años te das cuenta de que has sido gilipollas. Y la vida se cobra su venganza y es tu hija la que te hace a ti lo mismo. Pero la hija está viva y sabe que va a salir en el libro... Bueno, ya ha dicho que no le importa.
– Hay realismo mágico, cuando le llevan con los ojos tapados de regreso a su instituto para hacer un podcast y acaba viendo a amigos y familiares muertos.
– Más bien surrealismo mágico. Ocurrió lo del podcast, pero luego pensé en añadir algo más. Allí había profesores, alumnos... Y poco a poco se van transformando en mis padres, amigos muertos, parientes, en alguna ex que había por ahí... Y de alguna forma rindo cuentas con ellos.
«Con las redes se ha comprobado que mucha gente lleva un periodista amarillo dentro»
– Muchos eluden contar experiencias extrañas, sobrenaturales, como la que relata.
– Solíamos ir al Mediterráneo con una amiga que vive en Glasgow y su familia, pero en esa ocasión, ella buscó un agroturismo en Estella. Y al llegar, la dueña me dice: 'Yo te conozco, eras amigo de mi marido. Tengo que contarte que el año pasado se suicidó aquí'. Entonces recordé que se había hecho una casa desde cero y habíamos ido a parar a ella. Hacía mucho que no sabía de él. Había una habitación cerrada donde no nos dejaban entrar y deduje que había sucedido ahí. Los días que pasamos allí pensé mucho en él, estaban sus fotos... Y una noche que estaba fumando en una habitación porque no podía dormir se me ocurrió decir: 'Si estás por aquí, manifiéstate de alguna forma'. La luz que colgaba del techo se puso a chisporrotear en ese momento. No había ocurrido antes y no volvió a ocurrir.
– ¿La había contado antes?
– Solo en círculos cercanos. He sido siempre muy escéptico, pero cuando, no sé si por azar o porque se unen circunstancias, de repente hay una casualidad extraña... A casi todos nos pasa alguna vez algo digno de ser contado en el programa de Iker Jiménez. Cosas que abren una ventana a que no sea todo tan evidente como vemos. No soy de los que están deseando que ocurran esas cosas, pero, en cierto modo, me alegra que ocurran.
– Como periodista de EITB y uno de los padres de 'Vaya semanita', habla de la tiranía de las audiencias. ¿Cómo lo ve ahora?
– Corremos el serio peligro de la banalización del periodismo, de que empiece a difuminarse el territorio entre el 'periodismo' que puede hacer cualquiera en sus redes sociales, es decir, el no periodismo, y el riguroso y fiable. Si algo han demostrado las redes es que mucha gente tiene un periodista amarillo dentro. Hubo un incendio cerca de mi casa y mogollón de gente compartía cosas diciendo '¡Se ha quemado la cervecera nosequé! Y ponían fotos falsas, de una cervecera parecida, porque si no tengo foto de esta pongo de otra. El periodismo serio tiene que alejarse de la macarrada. En la época de 'Vaya semanita' estuve metido en la locura de las audiencias. ¿Esto da más audiencia? Pues luz verde. ¿Que puede ser un poco manipulador, amarillo? Mira la competencia lo que hace, no vamos a ser unos pringados... No es bueno para el periodismo serio.
«Ahora nos jubilamos los que hemos visto teatro con gente en pelotas, y cuesta encajarlo»
– ¿Se siente bien en el jubilado en que se ha convertido?
– No me gusta la palabra. Tengo más tiempo libre, más capacidad de tomar parte en proyectos y no me veo mal. Quizás porque soy 'boomer', como siempre he asociado jubilado con otro tipo de perfil, uno se resiste a autosituarse ahí, aunque en el fondo lo esté. Mi generación y las cercanas han mitificado mucho el rollo de la juventud. Mi padre nunca tuvo ese rollo de 'oh, soy joven, soy hippie, soy punky, marco una distancia increíble con mis anteriores y me pongo una gorra americana'. Nuestros padres eran de la cultura del sacrificio. Ahora nos jubilamos los que hemos visto obras de teatro de gente en pelotas, cosas que ni soñarían nuestros padres. Y nos cuesta encajar.
– ¿Quién disfrutará más el libro?
– Ojalá que incluso más la gente joven que los de mi generación, aunque probablemente quien sepa de qué hablo cuando cito a Jorge Cafrune disfrute más, no nos vamos a engañar. Pero me gustó mucho lo que pasó con 'Flores en la basura', que me decían 'Al fin he visto abrir un libro a mi hijo y encima lo ha disfrutado'.
– No aborda su pancreatitis.
– Lo cito, cuando me operaron, mi hija entre sombras... Merece otro libro. En junio de 2018 entré en el hospital y no quedé liberado hasta enero de 2019.
– Antes de la pandemia.
– Hubiera sido horrible. Si no puedes dar una vueltita por los pasillos, sin visitas, con la mascarilla y el personal médico tocándote con un palo... La pandemia para mí fue pecata minuta porque venía de la pancreatitis. Mi mayor drama fue que se murió un buen amigo. Le dio por ser reaccionista al capullo de él y no se ponía la mascarilla. Murió con el respirador, con covid. No lo reconoció nunca, ni él, ni su maldito grupo de 'reiki'... Me dolió mucho.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión