Katixa Agirre: «Creía que ser escritora no era un oficio serio y que guionista sí, pero era al revés»
Escritora ·
Una fiesta de fantasmas de Premios Donostia ya fallecidos protagonizan el relato que Katixa Agirre presenta hoy dentro del ciclo de LiteraktumBette Davis, Gregory Peck, Laren Bacall, Fernando Fernan-Gómez, Agnès Varda y el resto de ilustres Premios Donostia ya fallecidos se van de fiesta al ... Palacio de Miramar. Ésta es la propuesta literaria que Katixa Agirre (Vitoria, 1981) realiza en 'Zinema festa bat da. Enkontru ezinezko bat zinemaldiaren 70. urteurrenean', de la colección de Nosferatu, editado por Donostia Kultura y Filmoteca Vasca con la colaboración del Zinemaldia. Agirre monta un artefacto literario para repasar la historia del certamen y los diferentes contextos que ha atravesado en estos 70 años. La autora de 'Las madres no' presentará hoy (Tabakalera, 18.00 horas) esta obra, en conversación con la periodista y responsable de Comunicación del Zinemaldia, Ruth Pérez de Anucita, dentro del programa Literaktum.
– ¿Cómo recibió la propuesta de escribir esta historia?
– Me pidieron uno de los libros que han ido publicando al hilo del 70 aniversario del Festival. Al principio entendí que querían una especie de historia del Zinemaldia, pero después me dijeron que no querían algo académico, sino que me lo pedían en mi condición de escritora. Tenía libertad creativa para hacer lo que quisiera y eso está bien, pero encontrar lo que quieres hacer tampoco es tan fácil. Le di unas cuantas vueltas hasta que surgió un relato de ficción.
– Un relato en el que reúne en una fiesta en el Palacio de Miramar a todos los Premios Donostia fallecidos...
– Sí, es como un encuentro de fantasmas en una noche loca en la que rememoran su paso por el Festival, sus vidas en el cine, con sus sinsabores y sus éxitos. Con esa excusa, hablo del cine, del poder de la nostalgia y del lugar que ocupan las películas en nuestras vidas.
– ¿Y cuál es ese lugar?
– Un lugar muy importante en la educación sentimental. Muchas cosas las hemos aprendido a través del cine más que en la vida real. Aprendemos en la pantalla qué es el amor, qué es la amistad, qué es la traición... Todo eso lo vivimos en muchas más ocasiones a través del cine que en la vida real, así que ocupa un lugar muy importante.
– ¿Ha tirado del humor negro en su relato?
– Eso siempre me sale y cuando estás hablando de estas estrellas hollywoodienses, de amantes y casi de asesinatos, porque también hay algunas historias así, está bien sacarlo. Yo no puedo escribir sin humor.
– Le ha servido su relato para recorrer exhaustivamente la historia del certamen.
– Sí porque me acerqué al relato desde la historia del Zinemaldia. No sabía mucho, la verdad, no sabía cómo habían sido los años 50 y 60, durante el franquismo, que eran bastante bizarras desde el punto de vista de hoy en día: las películas que no llegaban y que para rellenar el programa se iban a Ulía a hacer tiro al pichón y esas cosas tan graciosas. También me llamó mucho la atención el impacto que tuvo la violencia en los años ochenta y noventa. De hecho, mi primera idea fue hacer una historia del festival a través de estos actos violentos, pero luego pensé que si se trataba de celebrar el 70 aniversario tampoco era lo que querían.
«Muchas cosas las hemos aprendido a través del cine más que en la vida real: qué son el amor, la amistad, la traición...»
– Pues la historia reciente del Festival se hubiera podido contar a través del influjo de la violencia...
– Hasta hubo amenazas de secuestro a algunos Premios Donostia, robo de películas francesas, restaurantes en los que se seguía cenando como si nada a persiana bajada mientras fuera llovían los pelotazos y los cócteles molotov... Pasó de todo y volver a estas cosas que se nos olvidan tan fácil también ha sido bastante flipante.
– ¿Se puede contar la evolución del País Vasco y sus cambios sociales, políticos, económicos y de género a través de la historia del Zinemaldia?
– Totalmente. Al final, el Festival también intenta proyectar cierta imagen sobre lo que es la sociedad en cada momento. No tiene nada que ver el certamen en pleno franquismo, en los años ochenta y hoy en día. Son tres mundos completamente diferentes.
– Desde fuera y más desde el ámbito de la formación audiovisual, ¿qué visión hay del Zinemaldia?
– Se le da la importancia que tiene: el mayor evento cultural y desde luego cinematográfico de Euskadi, y también como una oportunidad para hacer contactos y establecer relaciones, no solamente para ver películas. Sirve para atraer gente que, sobre todo en el mundo académico, sólo conoce el País Vasco por el Festival de Donostia. Diría que su importancia es capital.
– Siendo profesora de Comunicación Audiovisual, ¿cómo es que se ha decantado por la escritura y no se ha sentido tentada por contar sus historias a través del cine?
– No. Siempre quise ser escritora pero me parecía que no era un oficio de verdad y en cambio creía que siendo guionista sí lo encontraría. Luego me he encontrado con que era al revés. Ahora hay muchas oportunidades, pero cuando yo era joven era bastante difícil ser guionista. Además descubrí que escribir guiones era un trabajo que se queda muy a medias y que luego viene un montón de trabajo. No podría satisfacerme. En cambio, escribo una novela y ya está, ya lo hecho todo. Y finalmente, no pienso en imágenes, siempre lo hago en palabras, lo cual sería un gran handicap para meterme en el mundo del cine. No tengo esa virtud visual que ha de tener un cineasta, ni la paciencia para estar no sé cuántos años queriendo sacar adelante una historia. Para mis capacidades y mi forma de ser se adapta mucho mejor la literatura.
«No tengo esa capacidad visual, ni la paciencia para estar no sé cuántos años queriendo sacar adelante una historia»
– La realizadora Mar Coll prepara la adaptación de su novela 'Las madres no'. ¿Se va a involucrar o se mantendrá al margen?
– Yo ya escribí la novela, lo que tenía que decir ya lo dije y ahora quiero que ellas hagan su película y si es basada en mi novela, fenomenal, estoy encantada. Sigo de cerca el proyecto, tengo muy buena relación personal con Mar, pero no tengo ninguna necesidad de volver a esa historia y darle otra forma. Ya le di la que quería darle.
– ¿Le preocupa el resultado? Finalmente, el público vinculará la película a su novela...
– No, es que sé que va a salir muy bien. Yo ya era fan de Mar Coll y yo le mandé mi libro. Le gustó, me lo presentó en Barcelona y una semana después decidió que quería hacer la película. Para mí ha sido como un sueño porque todo lo que ha hecho me ha encantado.
– Usted hizo la tesis doctoral sobre los acercamientos hollywoodienses a 'Lolita'. ¿Cree que los directores de esas películas malinterpretaron lo que Nabokov ya había dejado claro en su novela?
– La sociedad en general quiso leer una historia de amor imposible que de 'historia de amor' no tiene nada. Si la lees atentamente, ves que es la historia de un secuestro y una violación. Y punto. No hay amor de ningún tipo. En una sociedad misógina sólo importa el deseo del hombre, pero si se lee la novela no se puede ver ahí una historia de amor.
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