Paisajes de una mala racha
El heterónimo de Jesús María Cormán Jesús Mansé reúne en Okendo 66 obras creadas a partir del «terrible año» que fue el 2022
Con 'El tiempo vuela pero, a veces, se posa', el pintor Jesús Mansé rubrica su exposición «más redonda, completa y coherente hasta la fecha», en ... palabras de Jesús María Corman, el artista real que se esconde detrás de este heterónimo. Por recapitular: tras una dilatada carrera artística, Cormán decidió aparcar su trayectoria para centrarse en la de su 'alter ego', Jesús Mansé, bajo cuyo nombre desarrollaba una obra paisajística, figurativa y de corte más ¿comercial? «Soy un pintor del siglo XIX que pinta en el siglo XXI, lo cual es lo más transgresor de este mundo», afirma el artista donostiarra.
'El tiempo vuela pero, a veces, se posa', que se puede visitar en la Casa de Cultura de Okendo, reúne un total de 66 obras en diferentes formatos –pequeño, mediano y grande–, centrado en los paisajístico, con el sendero que va de Sagües al Faro de la Plata como protagonista, el territorio habitual de Mansé. También incluye vistas de Urbasa bajo la niebla, unos pocos paisajes playeros, con vistas de Las Landas y de la Costa de la Muerte gallega. «Íntima y recogida» en palabras de su autor, la muestra aborda «la fugacidad del tiempo, lo caprichoso que resulta asistir a cómo las cosas suceden sin que podamos hacer algo, ni intervenir en ellas, y sin embargo, de vez en cuando te dan una tregua para que podamos capturar el suceso».
La figura humana está ausente de estos cuadros, que sí recogen las huellas de su paso, bien en forma de ruinas arquitectócnicas o de huellas de carro. Cormán, que en otro juego de desdoblamiento firma el comisariado de la muestra– no oculta su satisfacción –«al 99%»– con el resultado de la exposición, «quizás porque haberme librado de una de las dos agendas como artista me ha permitido centrarme más en la del otro».
Hace tres años ya que decidió interrumpir su carrera como Jesús María Cormán y por ahora no tiene ninguna intención de retomarla, básicamente, «porque no siento el impulso de hacerlo. Eché la persinana, pero no puse el candado», señala. El germen de esta exposición, explicó el artista, se remonta a 2022, «un año terrible», cuando en el plazo de dos meses fallecieron sus padres. «Me quedé sentado en el sillón, no era capaz de moverme, como si estuviera escayolado. Uno se queda muerto en vida». Este estado anímico se refleja en los cuadros, poblados de árboles muertos o en estado dudoso porque «no sabemos si en primavera rebrotarán».
Cormán –o quizás Mansé–, recalcó su condición de pintor «del siglo XIX que desarrolla su obra en el XXI, expresó su deseo de «pintar con ojos de un artista romántico» y manifestó su «desconfianza hacia el virtuosismo. ¿Cuánta alma tiene un retrato en el que el artista ha ido pintando cada pelo uno a uno? No reniego de la técnica, pero tiene que haber algo de talento y que surge del interior, aunque el resultado sea imperfecto».
El director de Donostia Kultura, Jaime Otamendi, señaló que los cuadros constituyen una suerte de «poesía pintada. Son unos poemas en el que podemos mirarnos». La muestra permanecerá abierta al público en Okendo desde el viernes hasta el próximo 30 de agosto. El próximo 4 de julio Cormán protagonizará una lectura poética en la sala, acompañado por la violonchelista Maider Zapirain.
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