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En una de las salas de la Escuela Municipal de Música de Donostia suena la exultante melodía de 'Easy Money'. Los 45 jóvenes músicos que integran la Txikijazz Big Band ultiman los ensayos previos al concierto que ofrecerán este domingo, a las 12.30 horas, en las terrazas del Kursaal. Para siete de ellos será su último recital con la banda.
Iker Lizartza (trombón), Laura Puente (teclado), Alex Davies (guitarra eléctrica), Paul Lizartza (guitarra eléctrica), Clara Sarasua (clarinete), Joseba Korta (teclado) y Marco Olloquiegui (trompeta) forman parte de la primera generación de la Txikijazz Big Band, creada en 2016 para jóvenes entre 10 y 14 años y este año dicen adiós.
A la veterana Laura Puente, como a todos, le va a costar despedirse de los amigos que ha hecho a lo largo de estos años, en un ambiente donde lo divertido es tocar jazz. Empezó con tres años a estudiar piano animada por su familia -su padre es profesor de piano en el conservatorio de Irun- y su entrada en la banda fue gracias a un anuncio que vieron publicitado en el Festival de Jazz. «Siempre solemos acudir al Jazzaldia, me llamó la atención y decidí presentarme a las audiciones». Su interpretación de 'Bags Groove' encandiló a los profesores y pasó a formar parte de esta agrupación, que el primer año la formaban doce jóvenes. Entre tanto, ha seguido sus estudios musicales en el conservatorio de Donostia, donde también disfruta «mucho», aunque «son dos mundos muy diferentes. En lo clásico, lo importante es lo musical, el transmitir, y en el jazz se trata de transmitir con un solo virtuoso o con armonías nuevas». La mayoría de los alumnos de la Txikijazz Big Band vienen de una formación clásica «donde no se enseña a improvisar, por lo que para ellos es un lenguaje nuevo. En la banda se tocan piezas que dan pie a la improvisación e incluso arreglos que crean ellos mismos», señala el programador del festival Txikijazz, Patxi Berradre. «Los primeros ensayos comenzaron en Semana Santa, cuando se les entregaron las partituras para ensayarlas por su cuenta o con ayuda de los profesores y esta semana se han vuelto a juntar. Se dividen primero por secciones: la sección rítmica, que incluye batería, piano, teclado, bajo, guitarra y voces y la otra sección, la banda de viento. Después ensayarán todos juntos», explica.
Esta joven teclista y fan de la banda de jazz, funk y pop rock Snarky Puppy, aún no tiene claro si dedicarse a la música profesionalmente pero lo que sí asegura es que «nunca la voy a dejar de lado». Entre descanso y descanso, Iker Lizartza lanza unas notas al aire con su inseparable trombón, que le acompaña desde los seis años. Su hermano Paul también es parte de la banda, aunque no se animan a tocar juntos en sus ratos libres. Lo que comparten es su atracción por el jazz, un género que encuentran «muy divertido y con mucho ritmo» aunque reconocen que eso es lo más complicado, «es más movido y con más acordes». Ambos empezaron a estudiar música en el conservatorio animados por su padre, saxofonista, pero lo dejaron al poco tiempo. «El solfeo no me gustaba, me aburría un poco. Ahora doy solo clases de jazz en la escuela de música, me encanta, y de clásico con un profesor particular en casa», cuenta Paul, que al igual que su hermano, tampoco se despega de su guitarra eléctrica. «Le encantaba AC/DC de pequeño», anota Iker. Se encuentra tranquilo de cara al concierto del domingo, donde puede que interprete algún solo. «Al principio estás muy nervioso pero luego es un momento único», comenta con la pena de terminar este año en la banda porque «hemos hecho muchos amigos, hay un ambiente muy bueno entre todos y hemos aprendido a tocar en grupo».
Como más cómoda se siente su compañera Clara Sarasua es en el escenario. «Me siento más arropada con gente alrededor. El primer año no lo pasé muy bien tocando el solo en el concierto», cuenta esta joven de ideas claras. «Toco jazz porque es lo que más me gusta, me encanta. Aunque me lo tomo como un hobby, quiero hacerlo bien y no lo voy a dejar nunca». Desde pequeña iba al Jazzaldia con sus padres y soñaba con pisar el escenario con su clarinete convertida en una grande como Martin Fröst, a quien admira. «Lo vi en el Kursaal hace dos años y me encantó, tengo sus discos en casa». Estos jóvenes talentos subirán el domingo al escenario a interpretar diez clásicos del jazz convertidos en una gran big band. Al frente, continúan los dos músicos que han visto nacer este proyecto: Javier Pérez, trompetista y profesor de música e Iban Gurrutxaga, músico de jazz y también profesor de música.
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