Nuevos hallazgos adelantan en un siglo la romanización de Getaria
Restos de una «construcción importante» y abundante material cerámico han aflorado a causa de unas obras en un edificio de Kale Nagusia
Quien tenga intención de realizar una obra de cierta envergadura en el Casco Histórico de Getaria tiene que contratar, además de a los gremios y ... profesionales habituales, a un arqueólogo, porque en la denominada Zona Arqueológica del Casco Histórico de Getaria, que tiene la categoría de Conjunto Monumental, ni los incendios, ni los bombardeos, ni las obras han conseguido que, cada cierto tiempo, la historia salga a la superficie.
El pasado ha vuelto a hablar en el número 37 de Kale Nagusia, revelando que los modos de vida romanos llegaron a la villa bastante antes de lo que se pensaba o, cuando menos, de lo que se había conseguido documentar. Una extensa superficie enlosada que pertenecería a una «construcción importante» y cientos de fragmentos de cerámica denotan un importante influjo de la romanización en Getaria en el siglo I de nuestra era, solo unas décadas después de que el Imperio Romano estableciera en Oiasso –la actual Irun, por simplificar– una de las grandes 'civitas' portuarias de la costa atlántica, «el principal foco de irradiación de romanidad a la costa guipuzcoana». El hallazgo, si se confirman las impresiones iniciales, adelantaría en un siglo la constatación de la presencia romana en Getaria.
Cuando hace año y medio el propietario del inmueble, que se dispone a renovarlo por completo para convertirlo en hotel, encargó a Xabier Alberdi la tarea del control arqueológico, este ya imaginó que «algo podría haber. Es una casa que está prácticamente empotrada en el contrafuerte del campanario de la iglesia parroquial de San Salvador; tiene en frente Zarautz Jauregia, el principal yacimiento arqueológico del casco; carece de bodega, con lo que no se había destruido la base original...». Cabía esperar «algún enterramiento medieval, algún fragmento...», pero lo que encontró cuando inició la intervención superó las expectativas.
Alberdi, doctor en Historia que en 2017 asumió la dirección científica de Untzi Museoa «a media jornada, para poder seguir con mis investigaciones históricas y arqueológicas», se hizo «la primera composición de lugar para evaluar los posibles riesgos arqueológicos» basándose en un conocimiento exhaustivo de la zona. Ya en en 2004 formó parte del equipo que, bajo la coordinación de la profesora de la Universidad de Deusto y miembro del Departamento de Arqueología Histórica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Milagros Esteban, empezó a sacar a la luz lo que guardaba el subsuelo de Zarautz Jauregia. En el nivel inferior encontraron los que hasta ahora eran los vestigios más antiguos de la presencia romana en Getaria, del siglo II, aunque los más abundantes corresponten a los dos siglos posteriores.
Siete metros y medio
Con ese bagaje se acercó a la planta baja del edificio, cuya cota habían previsto rebajar unos 50 centrímetros «para reforzar la cimentación e instalar nuevas canalizaciones». No tuvieron que esperar mucho. «Cuando retiraron la solera de piedra del siglo XIX apareció un estrato arcilloso con mucha materia orgánica, indicador de presencia humana y, en cuanto empezamos a arañar un poco afloraron las piedras», recuerda.
«Empecé yo mismo a limpiar con más cuidado, para verificar que no eran piedras sueltas que tenían esa disposición por casualidad y, aunque algunas están movidas y parece que ha habido algún derrumbamiento, están alineadas, encajan entre ellas, hay rastros de alguna canalización...». A medida que se iba limpiando la superficie –a falta de verificar si tienen continuidad, han quedado a la vista unos siete metros y medio de enlosado–, también aparecían numerosos fragmentos de cerámica, entre los que destacaba la abundancia de «restos de piezas de cerámica fina, de mesa, que denota cierto estatus y ciertos usos». Se confirmó, por lo tanto, que allí había algo más que una alineación casual de piedras.
«Hasta ahora los restos más antiguos, hallados en Zarautz Jauregia, eran del siglo II»
«Es impresionante la rapidez con la que la influencia romana se extendió por la costa»
Era el 8 de febrero, viernes. «Llamamos al propietario, al constructor, al arquitecto municipal y al que había realizado el proyecto, a los arqueólogos de la Diputación...». A sabiendas de que un hallazgo de estas características iba a ralentizar la obra –habitualmente, salvo que sea algo extraordinario, se documenta, se recoge el material y se sigue con los trabajos–, en aquel 'conclave' se analizaron los pasos a dar, y se produjo lo que Alberdi llama una «conjunción astral de intereses», puesto que la propiedad se mostró dispuesta a replantear el proyecto para no destruir vestigios de hace 2.000 años.
En cualquier caso, «decidimos avanzar, y el sábado trabajamos todo el día. Se nos unió Mertxe Urteaga y también acudió Milagros Esteban, que ya está jubilada». Así terminaron de despejar la zona, y de recoger numerosos fragmentos de cerámica que esperan a ser limpiados y analizados en varias bolsas de plástico. También han encontrado «huesos de pescado y de mamíferos que pueden dar información sobre la dieta y los hábitos de los pobladores».
Todo, obra incluida, se paralizó el lunes, 11 de febrero. «Por una vez, no hemos sido los arqueólogos los que hemos parado una obra –bromea Alberdi–, sino que el parón se debe a la aparición de amianto en el portal, lo que obligará a realizar trabajos de descontaminación».
Preguntas y más preguntas
Todo es tan reciente y se encuentra en una fase tan preliminar que, tal como indica Xabier Alberdi, es pronto para planteamientos categóricos. No niega, sin embargo, que el hallazgo aporta una pieza muy importante al 'puzzle' romano de Getaria. Ya se sabía que, por su «orografía favorable» y por otras razones, la villa había sido uno de los puertos cantábricos más importantes de la época romana, pero todavía hay muchos espacios en blanco por completar.
«Está claro que no era una simple choza pero ¿qué era?, ¿quién lo ocupaba? Todo son preguntas»
«Parece que se puede empezar a hablar de un urbanismo articulado en torno a Kale Nagusia»
El yacimiento en sí plantea, sobre todo, preguntas. «Está claro que no era una choza, sino una construcción importante. ¿Qué era?, ¿tenía uso público, o privado? En vista de la calidad de muchos de los restos cerámicos, ¿quíen lo ocupaba?, ¿era local o foráneo? Lo que parece claro es que ya habían llegado a Getaria los modos de vida romanos, que ya había edificios de ciertas dimensiones, y pobladores que vivían con cierto refinamiento, lo que plantea preguntas que van más allá de la mera cuestión cronológica», afirma Alberdi.
Los hallazgos también aportan luz sobre el contexto inmediato, «ya que, puestos en relación con Zarautz Jauregia y con otros vestigios, parece que se puede empezar a hablar de un urbanismo articulado en torno a Kale Nagusia, en origen un riachuelo que daba al mar, que es el esquema que se repite en la villa medieval».
Las nuevas evidencias también da cuenta de la «rapidez impresionante con la que la influencia romana se extendió por la costa desde Oiasso». Aunque esa expansión se ha empezado a conocer muy tarde –en Oiasso se empezó a trabajar de manera sistemática en la década de los 90, aunque los hallazgos de restos romanos datan de la década de los 60 ; los restos romanos en Santa María la Real de Zarautz, de los siglos III y IV, se hallaron 10 años más tarde; más tardía es aún, de 2005, la constatación de un asentamiento romano en San Sebastián...–, cada pieza que se recupera contribuye a completar un mapa que todavía tiene muchas zonas sin cartografiar.
En caso del área que se extiende entre Zarautz, Getaria y Zumaia, salpicada de yacimientos con vestigios romanos –«bastante más tardíos, en general»– cuyas tipologías corresponden a usos distintos, hallazgos como este último, y los que vendrán, «pueden contribuir también a conocer mejor cómo se articulaba y se relacionaba el territorio».
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