Fábulas de etarras y la patriade 'Aftersun'
Historias de Fernando Aramburu y de Borja Cobeaga, reiterados elogios a 'Negociador', novelas que no he leídoy la película más triste que he visto
Si esta fuese una página seria escribiría de 'Hijos de la fábula', la nueva novela de Fernando Aramburu, después de leerla. Como solo es el ... diario íntimo de un señor mayor que se empeña en calzar zapatillas de adolescente escribo cuando empiezo a leerla. Ya les contaré: empizo con ganas. Aramburu quiso narrar el drama del país en 'Patria' y ahora hace suya la máxima de Woody Allen (eso tan citado de 'comedia es tragedia más tiempo') con un libro picaresco donde los etarras hacen prácticas de tiro con una escoba. «A ver qué tal», que decimos los vascos.
Como soy un señor con zapatillas etc, etc tengo historias de Aramburu para escribir mi propia novela: cuando hacía el gamberro en el grupo Cloc (él, no yo), cuando le llevé en Opel Corsa a su casa de Ibaeta después de que él me invitara a cenar con Ramiro Pinilla (qué gran noche) e incluso cuando le presenté algún libro en nuestra adorada Lagun de los Castells, Latierro y Recalde. Y aún recuerdo la charla en 'Keridos Monstruos' en la que recordó cómo era un chaval descentrado en el instituto y un profesor de literatura le enseñó otro mundo que cambiaría su vida.
Siempre he recomendado leer 'Martutene', del gran Ramon Saizarbitoria, como complemento intelectual de lujo para 'Patria'. Y ahora gente de la que me fío relaciona la nueva obra de Aramburu con las sátiras de Borja Cobeaga, como su 'Fe de etarras'. Algunos tenemos mucha fe en Cobeaga: como soy un señor mayor (etc, etc) recuerdo también cuando le entrevistábamos por sus cortometrajes y en un plató le examinamos sobre cómo anudarse la corbata antes de salir hacia Hollywood con su candidatura del Oscar. Cobeaga hizo en 'Fe de etarras' una descarnada y prematura burla del mundo violento, pero su gran obra sobre la cosa es 'Negociador': cada vez que me la encuentro en un zapping por las plataformas termino viéndola otra vez entera. La rodó con cuatro duros y semiclandestinamente, aún hay quien no la entiende, pero su humor euskandinavo y triste, tan pegado a lo que realmente pasó, desvela como una crónica cómo fue el final de lo nuestro. Y con el enorme Ramón Barea de protagonista.
A Cobeaga le llueven ahora los premios por 'Me gusta conducir', otra fantástica serie de humor escandivo pero en Cuenca. Disfruté con su serie como he disfrutado, con tonos bien distintos. con 'Exterior noche', la serie de Marco Bellocchio que puede verse en Filmin y narra dramáticamente el secuestro y asesinato de Aldo Moro en aquellos años italianos tan terribles como fascinantes y que tanto nos recuerdan a lo nuestro.
También salgo al cine. Y he visto una de las películas más tristes que recuerdo: 'Aftersun'. Es la historia de un padre y una hija, lo que pudo ser y no fue, original historia de la directora Charlotte Wells de la que uno sale no triste, sino tristísimo. Qué buena peli, y qué triste para un señor mayor como yo etc, etc.
En voz baja
Provoquemos: ¿es el Zinemaldia nuestro Museodel Prado?
No se solivianten: es solo un título para provocar, aunque algo de verdad puede llevar. El Observatorio de la Cultura, que es un informe anual que votan cientos de profesionales españoles del sector, ha vuelto a colocar al Festival de Cine de Donostia como cuarta entidad o actividad cultural de mayor relieve de cuantas se celebran en España. Solo le ganan el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen, tres museos madrileños situados en la misma milla. El Zinemaldia vuelve a quedar por delante de otros gigantes como el Guggenheim de Bilbao.
Para quienes vivimos aquí el Festival es un disfrute y uno de los momentos del año en que la ciudad se pone más divertida, porque el mundo viene a Donostia. Pero es muchas cosas más: un elemento de proyección de primer orden, una fiesta, una manifestación cultural y un motor económico. Bien está que los sanedrines de la cultura lo ratifiquen año tras año.
Ya: el Prado es el Prado, pero el Zinemaldia es el Zinemaldia. Habrá que cuidarlo y sobre todo disfrutarlo. Esta semana hemos sabido que Juliette Binoche, embajadora de Donostia gracias al Festival, irá a Sevilla a recoger el Goya internacional. «San Sebastián ama el cine... y tiene los mejores pintxos», dice siempre la actriz. Eso también lo saben los del Observatorio de la Cultura. Y en el Prado no hay pintxos.
mezquiaga@diariovasco.com
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión