La cultura en directo, en un escenario incierto
Agentes guipuzcoanos de un sector tan diverso como el de las artes en vivo apremian para poder salir cuanto antes de una paralización casi total
Una atmósfera de incertidumbre y, sobre todo, de mucha preocupación, envuelve a todos los eslabones de la cadena que hace posible la cultura en vivo ... . El sector, muy variado tanto por las disciplinas artísticas que engloba - teatro, danza, música, circo...-, como por la diversidad de los agentes que incluye -creadores, intérpretes, técnicos, promotores, recintos que acogen espectáculos, autónomos, microempresas y pymes... -, sigue prácticamente paralizado. A oscuras en un escenario incierto, con problemas de interlocución, sin pautas claras para empezar a pensar en la reactivación. Y expectantes, también esperanzados, ante las posibilidades de reactivación que ofrezca desde mañana la fase 3 de una desescalada ya descentralizada. El viernes, a través de la plataforma Reset, recordaron a las administraciones vascas que también ellos -el 4,8% de las empresas de Euskadi, el 2,6% del empleo- , al igual que las actividades que les llevan muchos metros de ventaja en la carrera hacia la 'nueva normalidad', quieren y necesitan trabajar.
Iñigo Argomaniz | Get In
«La mejor ayuda para todos es retomar las actividades»
En casi treinta años, Get In ha ido extendiendo su radio de acción, tanto en el aspecto geográfico como en el campo de las actividades que desarrolla, en el que la promoción de conciertos sigue siendo fundamental. Trabaja a lo grande, y le suspenden -o aplazan- a lo grande: «Unos 400 conciertos en total, unos 20 en Gipuzkoa», calcula Iñigo Argomaniz. Está deseando volver a poner en marcha un engranaje del que depende mucha gente, «pero las cosas cambian de día en día, de semana en semana... Hay protocolos varios, pero nos faltan las coordenadas generales», admite, y anticipa que «esperemos que a partir de mañana se empiecen a aclarar las cosas». Porque, «aunque la realidad de las empresas es muy distinta de la de los artistas, o de realidad de la parte más precaria lo que rodea a la música en directo, la mejor ayuda para todos es la reactivación, retomar las actividades. Y para ello es necesario que los ayuntamientos no vacíen este verano de actividades culturales, porque la música en directo no puede seguir parada». No tiene por qué. «Nosotros ya hemos empezado a activarnos. Hemos tenido un primer concierto en Cantabria, con un resultado maravilloso que tenía una parte de extrañeza y una parte de emoción. Pronto lo haremos en San Sebastián», adelanta. Durante un tiempo nada será como antes, ni desde el punto de vista económico -«no perder dinero ya será un logro»-, ni desde el artístico -«todos, también los artistas y el público, tendremos que aprender cómo van a ser las nuevas formas de música en directo»-, pero «hay que ponerse en marcha, con todas las medidas de seguridad, y eso solo será posible si los priva dos y las instituciones compartimos el esfuerzo».
Mikel Markez | Cantautor
«También en la cultura habría que mirar a lo más cercano»
'Biribilean', el disco que recoge la mirada del músico errenteriarra a tres décadas de carrera, estaba, tras su presentación en Durangoko Azoka, empezando a girar por los escenarios de Euskal Herria. Y en esto el Covid-19 mandó callar. «Ya había hecho algunas presentaciones y estaba empezando a gestionar y atar las de verano. Parecía que íbamos a tener bastantes conciertos», afirma, aclarando que «aunque hay otras fuentes de ingresos como los derechos de autor, las ventas de discos o las descargas, para sobrevivir necesitamos los conciertos en directo, por lo menos los que cantamos en euskera». Esos conciertos se han desvanecido. Da por prácticamente perdido el verano y confía en que en otoño, «en caso de que no se produzcan rebrotes que nos hagan retroceder», la situación mejore, «aunque entonces la programación estará copada por los conciertos aplazados, y será difícil encontrar huecos». «Lo peor es no saber cuánto va a durar esto, cuánto vamos a poder aguantar», admite, y sugiere ir probando nuevas fórmulas, como el concierto en streaming que ofrecerá en breve desde el Palacio de Igartza de Beasain, contratado por el ayuntamiento de esa localidad. «Se habla de volver a lo local, a lo cercano... También habría que hacerlo en la cultura, porque no hay mejor ayuda que volver a la actividad. Buscando fórmulas nuevas y con todas las medidas de seguridad necesarias, no vaya a ser que la gente se quede en casa porque tiene miedo...».
Iñaki Otalora | Sala Dabadaba
«No sabemos hasta qué punto vamos a poder resistir»
«Entre cuatro y cinco conciertos cada siete días, y dos o tres pinchadas nocturnas durante los fines de semana». Así se describía la actividad de la sala de conciertos donostiarra con motivo de su quinto aniversario, hace poco más de un año. Ahora está cerrada. «Las primeras cancelaciones las hicimos por iniciativa propia, por responsabilidad, sin ningún respaldo institucional. A partir de ahí todo ha sido indefinición... Seguimos teniendo costes de mantenimiento de local, pagos que no se han flexibilizado, y a la gente a la que damos trabajo, gente joven y bien preparada, desempleada. Honestamente, no sabemos hasta qué punto vamos a ser capaces de resistir», resume Iñaki Otalora, uno de los fundadores. Como otras fuentes que han contribuido a completar esta mirada panorámica a la situación de las artes en vivo en Gipuzkoa, se muestra preocupado por un hecho que le parece contradictorio: «Siempre se ha dicho que hace falta un sector cultural fuerte, y una sala de conciertos es un servicio cultural imprescindible, pero las ayudas habilitadas desde Cultura están dirigidas a autónomos, a individuos. No hay una propuesta específica para las empresas culturales». Dabadaba se ha ido diversificando, pero la música en vivo sigue siendo la esencia del proyecto. Y no tienen nada claro cómo y cuándo volverá. «Con la primera normativa que conocimos pensamos que podía ser viable, pero las últimas noticias plantean medidas muy restrictivas que no están nada claras, no terminamos de entender y nos hacen dudar de la viabilidad» de una reapertura que «de momento no atisbamos».
José Antonio Vitoria | Ados Teatroa
«Lo que es posible en un bar debe ser posible en un teatro»
«Iba a ser un buen año», dice José Antonio Vitoria, guionista, autor teatral y productor ejecutivo de la compañía guipuzcoana Ados Teatroa. Un año con varias obras en cartel y una pieza fuerte: la adaptación del taquillazo francés 'Intocables', de Olivier Nakache y Eric Toledano, con Roberto Alvarez y Jimmy Roca en los papeles principales. «Teníamos la primavera llena de funciones, pero llegó la bomba, cerrándolo todo: el 12 de marzo, antes del estado de alarma, cayeron 20 funciones», recuerda. Ahora las esperanzas están depositadas, sobre todo, en las representaciones que se han trasladado a otoño, aunque llegar hasta entonces no será sencillo, y volver a arrancar tampoco. «Ya hemos incurrido en muchos gastos relacionados con la función, y no sabemos qué costes nuevos pueden acarrear las medidas sanitarias que habrá que implantar. Si se mantiene el caché y los gastos se duplican, las cuentas no van a salir... Seguimos pendientes de cuándo y cómo podremos retomar las funciones que se han recolocado -otras se han perdido- pero, de todos modos, las pérdidas van a ser grandes. No hay nada claro». Esas últimas palabras describen la realidad del sector en cualquiera de sus facetas. En la referida a las ayudas, «a las que no se han podido acoger algunos colectivos, que han quedado muy desdibujados» y, sobre todo, en lo relativo a los protocolos que hay que cumplir para retomar la actividad escénica, donde «la incertidumbre es total». Comparar la propuesta realizada a nivel estatal por el Inaem del Ministerio de Cultura y la autonómica de Osalan -«con quienes ha sido imposible la interlocución», añade- pueden contribuir a reactivar el teatro del absurdo pero, en la práctica, lo poco que se sabe hasta ahora induce a pensar que «aunque haya salas dispuestas y estemos deseando volver a trabajar, no va a ser posible». Vitoria no cree que detrás de algunos despropósitos haya mala intención, sino desconocimiento, «porque esta pandemia está sacando a la luz, entre otras muchas cosas, las deficiencias de la mirada institucional y social hacia la cultura. Somos trabajadores, y lo que es posible en un bar tiene que ser posible en un teatro».
Álvaro Sanz | ABS Iluminación
«Hay que empezar a andar, ir haciendo el camino, probar...»
Directivo de una de las pocas empresas de cierta envergadura que hay en Gipuzkoa en el campo de los servicios de iluminación y sonido para espectáculos, así como presidente de Musika Industriaren Elkartea, no termina de ver claro «por qué la empresa del pabellón que tenemos enfrente lleva semanas trabajando y nosotros seguimos parados», con la práctica totalidad de la plantilla en ERTE. Plantea la misma pregunta en relación al sector hostelero y turístico. «Si vieras cómo tengo la agenda...», dice. Incluso sin verla se intuyen fechas tachadas: Azkena, BBK Live, algunos escenarios de Jazzaldia... Las citas del verano, «nuestro pico de actividad», fueron cayendo, y con ellas el 80% de la facturación, que no equivale a cero gracias al 20% que corresponde a clientes ajenos al mundo del espectáculo. En línea con el comunicado difundido el viernes por la plataforma Reset, cree que «la comunicación entre los afectados y el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco ha sido buena, pero la realidad es que lo sustancial de la actividad en directo y de calle depende de los ayuntamientos, que en el momento de la reconstrucción optan por la cancelación sistemática». También admite cierta decepción cuando recuerda que «por una parte se apuesta por profesionalizar el sector, pero luego resulta que es una realidad que se ignora». Y cree que la única opción inadmisible es la inacción. «Poniendo la seguridad por encima de cualquier otra consideración, hay que empezar a andar, probando. El sector privado es muy dinámico, está haciendo muchas propuestas para combinar la reactivación y la seguridad. Más allá de las medidas paliativas, lo que exige este momento es un modelo de colaboración distinto entre lo público y lo privado».
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