El futuro presente de 'Blade Runner'
Coches voladores, deterioro medioambiental, robots inteligentes, manipulación de la memoria... El filme de Ridley Scott previó un 2019 muy diferente. ¿O no tanto?
Los Ángeles. Noviembre de 2019. A pocos meses de que cuatro replicantes -modelo Nexus-6, para más señas- vuelvan a la ciudad donde les crearon ... tras huir de una colonia espacial y se encargue su retirada al cazarrecompensas Rick Deckard (Harrison Ford), es un buen momento para revisar el clásico de Ridley Scott. Gracias a 'Blade Runner' (1982), millones de personas conocieron a Philip K. Dick (1928-1982), un autor que pintó futuros aterradores -incluido el de la ucronía 'El hombre en el castillo' (1962), ahora serie de televisión-, y entraron en contacto con el ciberpunk.
Asfixiante. Así es en 2019 la megalópolis californiana de ficción, una ciudad en la que la contaminación siempre oculta al Sol. En la película no se explica, pero los lectores de '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' (1968) -la obra de Dick en la que se basa el filme- saben que estamos en un planeta agonizante tras la Guerra Mundial Terminal. El polvo radiactivo ha acabado con la vida animal y amenaza con esterilizar a los humanos que no emigren pronto a otros mundos, algo que en la pantalla anima a hacer la publicidad de un dirigible.
Cuando Dick escribió la novela, el cambio climático no existía. La gran amenaza entonces, y que nunca puede descartarse mientras haya arsenales nucleares, era la guerra atómica. Ahora, el consenso científico apunta a que el calentamiento global modelará en las próximas décadas las relaciones internacionales y el paisaje, y hará que los fenómenos extremos sean cada vez más y más frecuentes. En nuestro 2019, ciudades como Nueva York empiezan a planear cómo enfrentarse el ascenso del nivel del mar, y países insulares como Maldivas prevén comprar territorio en tierra firme para trasladar a su población cuando el océano se trague su hogar.
Ficción y realidad
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Porvenir imposible Para comunicarse con Rachel, Deckard usa una cabina telefónica con videollamada cuando nosotros podemos hacer lo mismo desde nuestros móviles. Ella fuma en interiores -y no es el único personaje que lo hace-, algo prohibido en muchos países desde hace años.
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Recuerdos implantados Los replicantes como Rachel tienen recuerdos. Son implantes de memoria que les ocultan lo que son. La psicología ha demostrado en las últimas décadas que es posible implantar y manipular recuerdos ajenos, y que cada vez que recordamos recreamos el pasado.
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La conquista del espacio Aquí ni siquiera hemos vuelto a la Luna desde 1972 mientras que en 'Blade Runner' la esperanza de sobrevivir está en otros mundos. Tampoco tenemos coches aéreos, aunque hay proyectos de vehículos de ese tipo para el transporte urbano, y los drones ya están por todos lados.
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Replicantes y robots No se parecen a Roy Batty (Rutger Hauer), pero los robots de Boston Dynamics, compañía de Google, resultan inquietantes, y más si se tiene en cuenta su posible uso militar. No son Pris (Daryl Hannah), pero hay un proyecto, RealDollX, de muñecas sexuales con inteligencia artificial.
«¿Le gusta nuestro búho?», pregunta Rachel (Sean Young) a Deckard cuando el ave vuela majestuosamente por el interior de la sede de Tyrell Corporation, la compañía fabricante de los Nexus-6. «¿Es artificial?», replica él. «Por supuesto que sí», le responde ella, que no lo sabe pero es una replicante. «Debe ser muy caro», aventura el cazarrecompensas. «Mucho», admite Rachel. En 'Blade Runner', todos los animales son artificiales. En nuestro mundo, un panel de expertos de la ONU alertaba hace unas semanas de que hay un millón de especies amenazadas de extinción a un ritmo sin precendentes. Vamos por el mal camino. No hay nada, de momento, que se parezca a los animales sintéticos de la película, más allá de una cría de foca robótica -cuya artificialidad es evidente- para uso de niños hospitalizados y ancianos con enfermedades neurodegenerativas.
Tampoco tenemos nada parecido a los otros seres artificiales de la historia, los protagonistas de la película. «Más humanos que los humanos» -como dice el eslogan de la Tyrell-, los replicantes están dotados de inteligencia y emociones, y hace falta un interrogatorio específico, el llamado test Voight Kampff, para detectarlos. Hoy en día, podemos dar órdenes de viva voz a las máquinas -como hace Deckard en su apartamento para inspeccionar unas fotos-, la inteligencia artifical conduce coches y hay proyectos de robots sexuales y militares, pero nada parecido a los Nexus-6, productos de una bioingeniería por ahora imposible. Por cierto, ¿se habían fijado en que las tres mujeres de 'Blade Runner' -Rachel, Pris y Zhora- son replicantes?
Un períódico y fideos
La primera vez que vemos a Rick Deckard está leyendo el periódico apoyado en el escaparte de una tienda de televisores. Segundos después, en un puesto de fideos oiremos cómo suena la interlingua, una mezcla de varios idiomas que incluye el español, hoy habitual en Los Ángeles. La omnipresente publicidad hace referencia a marcas todavía vivas -TDK y Budweiser, por ejemplo- y a otras ya desaparecidas, como Atari y Pan Am.
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