Crítica de 'Ponte en mi lugar de nuevo': 'La sustancia' revisitada

'Ponte en mi lugar de nuevo', la continuación de aquel 'Freak Friday' de 2003, riza el rizo 22 años después y consigue que los cuerpos y las almas de sus protagonistas transmuten no solo de madre a hija y viceversa sino entre madre-hija-abuela e incluso una cuarta criatura, una señoritinga londinense de origen filipino que se las da de todo, incluido tener un novio francés y beber champagne. Impresionante pero cierto. Luce un prodigio de guion chafardero y juguetón, aliñado con un puñado de reflexiones sobre lo que significa envejecer/rejuvenecer que dejarían boquiabiertas a las mismísimas, repetimos, Coralie y Demi. Para hacerse una idea lean la entrevista que le hicieron a Jamie Lee Curtis en 'The Guardian' hace una semana. O dos.

Dirigido por una canadiense de 61 años que se las sabe todas, guionizado por Jordan Weiss, a la que no le falta ni oficio ni capacidad para el gamberreo, con música linda y macarrosa de la irlandesa Amie Doherty e interpretado por una Jamie Lee en enloquecida plena forma y por una Lohan a la que nos encanta ver tocando la guitarra, cantando y desparramándose como si no hubiese mañana, este filme, considerado una cagarruta por el resto del Universo, hará historia. Pequeña, pero historia.