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Acompañado por dos interpretes y músicos y un guitarrista, Carlos Hipólito protagoniza este domingo en el Victoria Eugenia una función de la compañía Ay Teatro ... con dramaturgia de Álvaro Tato y música y dirección de Yayo Cáceres. Narra la historia de un burro atado a una estaca en sus últimos momentos, pero, como apuntan sus creadores, «este animal ha vivido siglos y ha visto y sabe todo lo que se ha escrito y cantado sobre ellos. Nos cuenta y canta, y su sombra le atiende y contesta a veces. Así pasan sus días bucólicos, pero con sabiduría y dolor».
– En 1976 debutó en el teatro con la obra de Dürrenmatt, 'Proceso por la sombra de un burro'. Toda una vida profesional después el burro regresa.
– En aquella obra se pleiteaba por la sombra del burro y ahora hago de un burro que habla con su sombra. Es curioso, pero la cuestión es que algo he mejorado en estos años porque entonces solamente tenía un monologuito al final. Y ahora hablo durante toda la obra, ¡la obra es mía!
–¿Ha podido ser la propuesta de trabajo más extraña que ha recibido?
– Desde luego era un poco insólito aunque ya me parece la cosa más normal del mundo hacer de burro. Al principio fue una gran sorpresa, pero inmediatamente me atrapó la idea porque tenía muchas ganas de trabajar con Álvaro Tato, con Yayo Cáceres y con Emilia Yagüe, que son los componentes de la compañía Ay Teatro.
–Además cuenta que los retos le gustan.
–Me estimulan mucho. La primera vez que leí este texto me fascinó porque creo que Álvaro Tato ha hecho un trabajo extraordinario. Es un texto de gran belleza, con una prosa poética preciosa,
–Proponen un viaje de seis mil años a través de la figura de los burros.
–Asistimos a la historia de la humanidad porque este burro nos cuenta su historia, pero descubrimos que tiene seis mil años y lleva toda la vida acompañando a los seres humanos. Empezamos en tiempos remotos, pasamos por el Imperio Romano, la Edad Media, el Siglo de Oro, el Siglo de las Luces, la Revolución Industrial, llegamos al siglo XX, al siglo XXI... Y lo hacemos acompañados por este burro que es tan simpático y gracioso.
–Y hay música.
–Música en directo que ha compuesto Yayo Cáceres, nuestro gran director, que también es músico. Ha creado una partitura original para la obra con canciones y música que acompañan a muchos de los textos y realmente es muy hermoso. El burro también canta y tiene sentido del humor.
–También es una obra cargada de emotividad.
–Se da voz a una especie animal que ha sido secularmente maltratada y ninguneada por los humanos. Los burros han estado siempre a nuestro lado y, sin embargo, nunca se les ha considerado un animal de compañía y sí una herramienta porque era un animal fuerte y podía cargar pesos. Se les utilizó casi de una manera explotadora, como clase obrera de los animales. Pero es que cuando el mundo se mecanizó lo que se hizo con ellos es olvidarlos. Se les abandonó y estuvieron a punto de extinguirse, eran carne de matadero.
–¿La expresión de 'no seas burro', que tanto usamos, la siente ahora de otra manera?
–Absolutamente. Sobre todo me he preguntado muchas veces por qué alguien hace siglos decidió que burro era sinónimo de tonto. En este año que llevo haciendo 'Burro' he tenido posibilidad de que me invitaran a muchas reservas de burros. Me han explicado muchas cosas sobre ellos y son unos animales enormemente listos. De tontos no tienen nada. Y son muy cariñosos.
–¿Juan Ramón Jiménez y su burro Platero significó un cambio en la manera de ver a estos animales?
–Hasta que creó a su Platero los burros no merecían un nombre para los literatos. Es curioso, ¿no? Ha sido una especie de ninguneo continuo. Inevitablemente, claro, nuestro burro es una metáfora de cualquier persona que se haya sentido ninguneada, maltratada o puesta en un segundo lugar se puede identificar.
–¿Quién es más burro, el animal o nosotros?
–Lo tengo clarísimo: el hombre es bastante más bestia, ¿no? Hay un momento en la obra que el burro se pregunta quién es la bestia, el hombre o el animal. Aunque también es verdad que la raza humana no toda es siniestra. También hay gente estupenda, evidentemente. Hay gente que ha tratado muy bien a estos animales, pero son los menos.
–¿Sigue sin soportar a la gente pedante y muy vanidosa?
–Cada vez lo soporto menos.
– Entre sus colegas abundan.
–Ya, bueno, a ver, en nuestro oficio también hay gente estupenda. Lo que pasa es que este es un oficio donde la vanidad imagino que juega un papel muy importante y a veces se apodera de algunos compañeros. A mí la pedantería ya te digo que siempre me ha provocado muchísima repulsa y me pone muy nerviosa la gente que es así. Pero siempre se ha dicho, yo creo que erróneamente, que los actores tienen que ser personas un poco vanidosas, muy seguras de sí mismos para subirse a un escenario.
– Se suele admitir que en su oficio hace falta ser un poco vanidoso y sentirse muy seguro.
–Y, sin embargo, es todo lo contrario. Los actores generalmente solemos ser gente bastante más tímida de lo que muchos podrían imaginar, aunque hayamos elegido un oficio en el que estamos expuestos a la mirada de los demás. Nuestro trabajo es muy difícilmente objetivable. ¿Quién es mejor actor que otro? Pues depende. Para ti será uno, para mí otro según nos llegue más emocionalmente lo que hace. Los actores somos muy inseguros porque dependemos mucho de la opinión de los demás y eso nos hace muy frágiles. Por eso parecemos más vanidosos, porque estamos permanentemente preguntando, ¿te ha parecido bien? Nunca acabamos de saber si lo que hacemos está bien o mal.
–¿Qué exige a una obra para participar en ella?
–Que haya un buen texto, indudablemente. Que tenga un personaje que también sea interesante para mí hacerlo, pero no necesariamente tiene que ser más largo o más corto. Que sea un personaje bonito y no me refiero con eso a que sea idílico, ni mucho menos.
–Uno de sus personajes más curiosos fue poner la voz en off de Carlos en la serie 'Cuéntame'. ¿Es 'estar sin estar'?
–Un trabajo que siempre pensé que sería muy anónimo, pero se convirtió en una de las señas de identidad de la serie. Me hace estar muy orgulloso. Es curioso que solamente con la voz haya podido llegar a tanta gente. Al ser un trabajo en el que sólo una temporada intervine en imagen y el resto con la voz, me permitió hacer otras series a lo largo de todos esos años.
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