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El camino de Kandinsky de Moscú a París
El Guggenheim abre una exposición sobre el pionero del arte abstracto que atraviesa las ciudades que más le marcaron
Iñaki Esteban
Jueves, 19 de noviembre 2020, 15:30
La figura del artista Vasily Kandisnky (Moscú 1866 - Neuilly-sur-Seine, Francia, 1944), está unida a los mismos orígenes de la Fundación Guggenheim de Nueva York. Su fundador, Solomom R. Guggenheim, coleccionaba obras de los paisajistas estadounidenses del siglo XIX y de precursores del impresionismo hasta que conoció a la baronesa Hilla Rebay. Fue esta quien le introdujo en el arte 'no-objetivo' o abstracto y a uno de sus pioneros y mayores representantes, el propio Kandisnky, a finales de la década de los años veinte del pasado siglo.
De la evolución de aquel contacto surgió la abundante representación de la obra de Kandinsky en los fondos del Guggenheim neoyorquino. Por esta razón se han visto con frecuencia en su homónimo bilbaíno, que ahora presenta una exposición en su tercera planta –la dedicada a las vanguardias históricas- organizada según la comisaria Megan Fontanella según los lugares que más le marcaron como artista. Estará abierta hasta el 23 de mayo de 2021.
Después de viajar por toda Europa y el norte de África entre 1904 y 1907, se estableció con su compañera, la artista alemana Gabriele Münter, en Múnich. En la capital bávara fue adoptando un estilo expresionista, con el que abordaba historias de contenido apocalíptico. Fue la época en la que, con Franz Marc, creó el grupo El Jinete Azul, que reivindicó la fuerza del color y el alcance espiritual y transformador del arte.
Rumbo a Moscú
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, el artista tuvo que abandonar Alemania debido a su nacionalidad rusa y regresó a su Moscú natal, donde se encontró con creadores que avanzaban por la línea del arte abstracto, como Malévich, pero a los que tachaba de 'mecanicistas' porque prescindían del carácter emocional y psicológico de la creación plástica.
Como se puede ver en la exposición del Guggenheim, fue su contacto con la escuela de la Bauhaus en la ciudad alemana de Dessau, en 1922, lo que asentó y consolidó su arte. Fue en este periodo, que se extendió hasta 1933, cuando Solomon R. Guggenheim viajó a su estudio alemán y le compró un lote de obras, entre ellas la monumental 'Composición 8', que ahora se puede ver en Bilbao.
El cierre de la Bauhaus, por las amenazas del gobierno nazi, le obligó a marcharse a Francia. Se estableció en Neuilly-sur-Seine, en los alrededores de París, donde pasó los últimos once años de su vida. Experimentó con materiales como la arena combinada con pigmento y empezó a pintar formas más orgánicas, influido por su contacto con el surrealismo y con artistas como Jean Arp y Joan Miró.
Formatos en gran escala
En su último período, Kandinsky trabajó en formatos de gran escala, con fondos oscuros que recuerdan a sus lienzos expresionistas y a sus obras sobre leyendas rusas. También incorpora motivos que aluden a Paul Klee y a los surrealistas que siguen en activo en París, pese a su resistencia a asociarse con estos últimos.
A mediados de 1942, las penurias de la guerra llevan al artista a realizar pequeñas obras sobre tabla, muy alejadas de los grandes lienzos de su anterior trabajo, mientras continúa con su interés por las ciencias, por las ilustraciones relacionadas con la biología que encuentra en revistas y enciclopedias.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades alemanas confiscan su obra y, como la de otros artistas modernos, la tachan de 'arte degenerado. Por el otro lado, los estalinistas de la Unión Soviética clausuran museos y envían las pinturas de Kandinsky a los almacenes. Un final amargo al que ha seguido una posterioridad que le ha encumbrado como uno de los artistas decisivos del siglo XX.