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Agur a Patxi Andión, icono de la canción comprometida y «rojo recalcitrante»
Fallece en accidente el músico madrileño que vivió en Euskadi su infancia y que en marzo ofreció en Donostia uno de sus últimos conciertos
Un accidente de tráfico se cobró ayer la vida de Patxi Andión, icono de la canción de autor comprometida que este año ha celebrado medio ... siglo de trayectoria musical. El autor de piezas como 'Una, dos y tres', 'Samaritana', 'Canto' o 'La Jacinta' -algunas de ellas censuradas por el régimen franquista- falleció en el término municipal de Cubo de la Solana, en la provincia de Soria, tras salirse de la vía el Land Rover que conducía. Tenía 72 años.
Cantante, actor y profesor, nació en Madrid en 1947, pero a los quince días de llegar al mundo su familia se mudó a Azpeitia. Tras residir un tiempo en Ondarroa, a los cinco años volvió a la capital española, pero él siempre se declaró vasco de sentimiento. Tanto es así que sus hijos tienen nombres euskaldunes que le llamaban «aita» y él soñaba con vivir una temporada en Donostia para hacer una «inmersión total» en el euskera, según declaró hace unos meses en una entrevista con EL DIARIO VASCO.
Su concierto en Altxerri
Últimamente no se prodigaba en exceso por los escenarios y la fatalidad ha querido que su concierto del pasado 1 de marzo en la donostiarra Sala Altxerri haya sido uno de los últimos de su vida. Lo organizó el Club 44, uno de cuyos responsables, Juan Soroeta, lo recuerda como una «cita entrañable» que terminó con una agradable cena en el restaurante Gandarias.
Patxi Andión actuó en solitario y en formato acústico, y comenzó recordando los temas más emblemáticos de 'Retratos' (1969), su disco de debut: 'La Jacinta', 'Rogelio', 'Canción vieja'... También recurrió a discos posteriores como 'Porvenir' (2010), pero se detuvo especialmente en el más reciente, 'La hora Lobicán' (2018), prueba evidente de que aún tenía cosas que contar. Hacia el final cantó al Arcipreste de Hita, a Iparragirre y a Lorca, y tuvo que contener las lágrimas al atreverse con 'Padre', un tema que pocas veces interpretaba en directo desde la muerte de su progenitor.
«Fue un cantautor comprometido, que prestó su voz ronca a la causa de la democracia»
José Guirao, Ministro de Cultura
«Algunas canciones con las que muchos crecimos fueron premonitorias de lo que vendría después»
Montxo Armendariz, Cineasta
Lo hizo animado por el ambiente «íntimo» de Altxerri, donde también adelantó un tema inédito que iba a formar parte de su siguiente disco, 'Profecía', cuyo lanzamiento estaba previsto para antes de finales de año.
Según subraya Soroeta, el Club 44 planteó la función como «un acto de desagravio a un hombre comprometido con su tiempo» que, sin embargo, en su día fue «denostado» por ciertos sectores en Euskadi «debido a su primer matrimonio con Amparo Muñoz (Miss Universo) y a que cantaba en español». Poco importó que en 1973 hubiera lanzado un disco en euskera con canciones de Iparragirre, porque en aquel trabajo le acompañó una banda de jazz -el gran Pedro Iturralde soplaba el saxo en ella- y «para algunos eso también fue una especie de blasfemia». «Estuvo fuera del mapa mucho tiempo y algunos le consideraban un facha, un españolazo, pese a tener una contrastada militancia de izquierdas», evoca.
En su juventud participó en actividades de Comisiones Obreras y de la Unión de Artistas Populares del FRAP (Frente Revolucionario Anfifascista y Patriota) y más tarde, en los años 80, se identificó con Euskadiko Ezkerra y el PSE/EE. Siempre se consideró de izquierdas e «incapaz de renunciar» a las cosas que consideraba válidas. En la entrevista con este periódico confesó sentirse, todavía hoy, como un «rojo recalcitrante». «Mantengo el mismo grado de rebeldía que cuando tenía 20 años. No me siento más acomodado, ni más responsable... En casa mi mujer y mis hijos me llaman el guardián de la cueva porque conservo una gran dosis de salvajismo e inconformismo de tipo incómodo», decía.
«¡Que cante el niño!»
Además, Patxi Andión calificaba de «insólito» el hecho de llevar medio siglo dedicado a la canción, ya que nunca tuvo «una conciencia profesional muy clara». «Escribía por una cuestión puramente intuitiva porque la música siempre estuvo en mi vida. Mi madre cantaba maravillosamente bien y en las reuniones familiares solían decirme: '¡Que cante el niño!'. Todo ha sido una dinámica natural».
Y esa dinámica le llevó a dejar escritas más de 500 canciones repartidas en discos como el citado 'Retratos', que publicó a finales de los 60 después de lanzar un primer sencillo cuyos dos temas, 'Canto' y 'La Jacinta', sufrieron la censura de la época. A medio camino entre el retrato poético y la crítica social, en la siguiente década publicó discos como 'Once canciones entre paréntesis' (1971), 'Palabra por palabra' (1972) o 'A donde el agua' (1973), 'Viaje de ida' (1976), 'Cancionero prohibido' (1978) -vetado por gran parte de las emisoras de radio- y 'Arquitectura' (1979).
Debutó en la gran pantalla como protagonista de 'El libro del buen amor' (Tomás Aznar, 1975) y en el rodaje de 'La otra alcoba' (Eloy de la Iglesia, 1975) conoció a Amparo Muñoz, con quien contrajo matrimonio poco después en un enlace que despertó el interés de la prensa rosa. Llena de sobresaltos, la relación duró poco más de un año y en 1984 Andión se casó con Gloria Monis, madre de sus tres hijos. Trabajó con Victoria Abril en la película 'Caperucita y roja' (1977), se puso a las órdenes de Javier Aguirre en 'Acto de posesión' (1977) y encarno al célebre detective Pepe Carvalho en 'Asesinato en el comité central' (Vicente Aranda, 1982). En aquella época también estrenó la ópera-rock 'Evita', en la que interpretó al Che con Paloma San Basilio como compañera de elenco. También trabajó en series de televisión como 'Página de sucesos' (Antonio Giménez-Rico) y 'Brigada Central' (Pedro Masó).
«Estoy en shock. Era un artista maravilloso, una persona extraordinaria, de un corazón inmenso»
Ismael Serrano, Cantautor
A mediados de los 80 se retiró a un segundo plano porque según confesó en estas páginas, el éxito de temas como 'Una, dos y tres', dedicado al Rastro de Madrid, o sus papeles en películas y musicales le llevaron a un lugar «en el que no quería estar»: lo comercial. Ello, unido al revuelo mediático que originó su matrimonio con una Miss Universo, le puso en «un sitio indeseado». «Decidí parar para digerir el asunto y ver si podía volver a hacer lo que quería hacer», explicó el trovador, que después continuó publicando discos, a un ritmo más pausado, y hasta su muerte compaginó su carrera artística con la docencia universitaria como profesor de Comunicación Audiovisual.
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