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«Mi preocupación ecológica se hizo más fuerte desde el 'Prestige'Yolanda González. Nació en Mérida en 1965, pero vive en Hendaya desde 1998. Licenciada en Filología Árabe y traductora, es crítica literaria, profesora de interpretación ... y creación literaria y escritora comprometida con el medioambiente. Acaba de publicar 'Fusión', un libro de relatos, y además, su novela 'Oceánica' acaba de salir en francés con la prestigiosa editorial Actes Sud. En ella, la trama comienza en Hendaya, con una ballena varada. Y a ese lugar ha regresado precisamente a presentar su obra.
– Una vida entera en torno al Bidasoa.
– Es donde he vivido al menos media vida.
– ¿Tiene que ver con esa visión comprometida con la naturaleza?
– Por supuesto. Siempre he estado yendo y viniendo a Madrid. Y cada vez se nota más la diferencia, la falta de conexión que hay en las grandes ciudades, que no eres consciente ni de las estaciones. Mi preocupación ecológica se hizo más fuerte con el desastre del 'Prestige'. La playa se cerró. Algo que había pasado muy lejos afectaba de una manera muy próxima a la vida del día a día. Mi visión de las cosas comenzó a cambiar. Dar paseos por la playa de Hendaya y ver representación de ballenas por todos los sitios fue lo que me llevó a hacer conexiones y de ahí salen Oceánica y el último libro de relatos. Tienen los dos la misma mirada, la misma perspectiva ecológica. Porque la ecología es una perspectiva, una manera de ver el mundo. La perspectiva antropocéntrica, con el hombre en el centro, tiene que cambiar y tiene que afectar a todos los órdenes: políticos, sociales, materiales y personales.
– Y sin embargo, es más fácil no tener esa mirada.
– Sí, y es más tranquilizador, porque si te pones a pensar realmente lo que implica, en la tragedia en la que estamos metidos... Es una disonancia cognitiva. El nivel de tragedia es tan alto que se produce un cortocircuito mental para protegernos de ese dolor de asumir que estamos donde estamos. Estamos ante una catástrofe de una dimensión que nunca antes, que tengamos conciencia como humanos, hemos vivido. Es muy duro de aceptar.
– Y a eso hay que sumarle la carga de culpa...
– Es el antropoceno, nosotros somos los sujetos del cambio geológico. Es lo que trabajo en los dos libros: cómo el ser humano ha sido factor de cambio geológico sobre todo desde la modernidad. Oceánica es en el siglo XVI y hoy en día. Siempre conjugo las temporalidades. Es un efecto como de inercia que viene de muy atrás y que nos ha conducido a donde estamos. La conciencia ecológica ha nacido hace nada, en el siglo XVI no la tenían. La naturaleza, el bosque, estaba para que lo explotáramos, para que hiciéramos barcos, con esos barcos cazáramos ballenas, con esas ballenas ilumináramos el mundo...
– Conjugas ecología y thriller...
– Oceánica tiene elementos de thriller, de novela histórica, de literatura social y política. A mí me interesan los vínculos, de lo estrictamente material, con lo político y mezclando temporalidades. Hay una parte que está más cercana al eco-thriller con toda la catástrofe ecológica y el G-7 en Biarritz. En ese momento vara una ballena en la playa, en una cumbre que defiende la biodiversidad... Y partir de ahí cómo se desarrolla un movimiento político y social transformador. Eso no fue real.
– Una pena...
– La premisa era, qué pasaría si... Fui encadenando elementos. Sobre todo por lo que supuso la cumbre para la frontera, que fue una bunkerización del territorio, políticamente por la parte de Francia fue muy extraño que la contracumbre la expulsaran a Hendaya. Fue un intento de invisibilizarlo.
– Y ahora traducida al francés.
– Estoy muy contenta. La editorial española, De Conatus, tiene mucho prestigio. Es la misma que publicó al Nobel Jon Fosse. Y después, un traductor se interesó por otra de las obras y mi editora se la ofreció y le gustó. Cuando me dijeron que era Actes Sud, no me lo podía creer. Me hace mucha ilusión, porque Francia es mi país de adopción y el francés es mi segunda lengua.
– ¿Y 'Fusión' de dónde nace?
– Mis libros van naciendo uno de otro. Fusión ha nacido de las puntas que se me quedaron sueltas en Oceánica. Quería cambiar de plano y coger la cuestión de la diversidad y la relación de lo humano con lo no humano desde una perspectiva de lo pequeño. Hay arañas, mosquitos, cigüeñas, caballos... Son animales que no tienen esa carga simbólica tan potente como la ballena. Como el mosquito y cómo contribuyó a cambiar civilizaciones. Es el gran depredador, el que más humanos ha matado en toda la historia del ser humano. Y cuento desde las maneras de percibir, desde el punto de vista de esos animales.
– ¡Qué reto!
– Para mí cada novela es un reto intelectual, filosófico y vital. Intento que sea para mí un instrumento de pensamiento . Creo que es un deber de los escritores colocarse en el momento histórico en el que están viviendo y atender a los desafíos en los que les toca vivir. Ahora mismo la catástrofe climática y la inteligencia emocional. La ficción es un arma poderosísima, porque donde no llega la ciencia, donde no llega divulgación, llega la ficción. Tiene armas como la capacidad de empatía. Eso los datos no te lo dan.
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