Ni el lunes ni el sol mitigan la fiesta
Irun celebró el día grande de sus fiestas con dos Alardes que transcurrieron sin más incidentes que algún mareo por el calor
Qué largo es el 30 de junio en Irun. Qué largo es siempre y cuánto más largo lo hizo ayer el calor. A las miles ... de personas que madrugaron para escuchar la Diana a las seis de la mañana, ya fuera en la plaza de San Juan o en la plazoleta del Juncal, les esperaban veintitantos grados cuando salieron de casa. Da igual con cuánta antelación lo hicieran, porque el mercurio no bajó de los 20 grados. En las horas centrales del día, alcanzó los 35 y la altísima humedad no ayudó a llevar mejor la situación.
Cierto que tanto calor no impidió la fiesta, que fue absoluta y, como ya es norma en la ciudad, en clima de respeto y convivencia entre las distintas formas de entenderla. Pero, claro, ese bochorno de ayer sí que condicionó y mucho el desarrollo de los desfiles. En el caso del Alarde tradicional, los peores momentos de calorina se produjeron ya durante el cumplimiento del voto en el monte San Marcial. Alguna cantinera tuvo problemas en la subida, algún mando tras la foto de familia en la ermita. Al Alarde igualitario esos momentos le pillaron sobre las calles de la ciudad y un par de sus cantineras terminaron el recorrido al límite de su capacidad.
Para el público general, el solazo fue un condicionante que obligó a pelear por las sombras y una excusa para pedir otra caña y desvestirse la pesada chaqueta negra que forma parte del uniforme de soldado. Pero incluso siendo lunes, la presencia en las calles fue multitudinaria.
Entre 6.854 y 26.854
En palabras del general del Alarde tradicional, Asier Etxepare, «el calor del pueblo de Irun supera con mucho los treinta y pico grados que hemos tenido», decía agradeciendo el arrope desde las aceras y balcones. «Es increíble», valoró.
En las filas del tradicional se le da mucho valor al empuje del público. «Nosotros hacemos un desfile y juntos hacemos el Alarde», había asegurado el comandante, Rubén Fraile, antes de la Arrancada. Después, cuando el Estado Mayor le hizo llegar que la tropa había desfilado con 6.854 unidades, Fraile decidió elevar la cifra simbólicamente hasta los «26.854 participantes» para reflejar, precisamente, «que aceras y balcones, que están hasta arriba de gente también forman parte de este Alarde, el Alarde que quiere el pueblo de Irun».
Efectivamente, con la efervescencia de una muchedumbre ajena a la incomodidad térmica, las compañías y unidades completaron su recorrido, incorporando por la mañana la bandera de la ciudad y el pendón eclesiástico, símbolos de la autoridad civil y la autoridad religiosa. Con ellas se cumplió a mediodía el Voto a San Marcial en la ermita del monte que lleva su nombre y en el desfile de la tarde, esos símbolos fueron devueltos a su lugar. Suena todo bastante formal y solemne y lo es, pero no por ello dejó de ser festivo y, especialmente para las 19 cantineras, tremendamente emotivo en varios pasajes.
Último Alarde de Vergara
El Alarde público desfiló ayer con 2.300 integrantes que desde la plaza Urdanibia a la de San Juan subieron a las órdenes del comandante, Ramón Manterola. Al pie del ayuntamiento, Maite Vergara asumió, por última vez, el mando de la tropa. Entró a la plaza con una carrera mucho más contenida que otros años, quizá por un gesto que hizo su montura unos metros antes, cuando recorría la calle Iglesia. No le importó, porque ayer, se lo dijo a sus capitanes y jefes de unidad cuando los reunió ante sí, «es un día para disfrutar. Para algunos de nosotros es nuestro último Alarde», en el cargo actual. «Disfrutémoslo», invitó.
Así lo hizo la tropa, que ya había celebrado la Arrancada entre vítores y en el mismo clima festivo llevó a cabo otros hitos de su periplo matinal como la recogida de la bandera en los soportales municipales (de manos este año de la concejala de EH Bildu, Ane Unanue) o la bajada a la plazoleta del Juncal al ritmo del Joló.
Presencia institucional
Durante la jornada de ayer, el Ayuntamiento de Irun recibió la visita de diferentes representantes institucionales como la Ararteko en funciones, Inés Ibáñez de Maeztu; la directora de Emakunde, Miren Elgarresta, y la diputada de Cuidados y Políticas Sociales, Maite Peña; además de Ion Gambra y Nerea Isasi, directores vascos de Derechos Humanos y Cultura Democrática e Igualdad, respectivamente.
Maite Peña asistió desde el balcón a la entrada de ambos Alardes a la plaza de San Juan. «He disfrutado con los dos. Las personas que participan en ellos han conseguido transmitirnos su emoción y me ha resultado realmente emocionante», destacó Peña, que transmitió su apoyo «a ambos Alardes».
Ibáñez de Maeztu subrayó que había apreciado «mejor ambiente y mayor tolerancia que hace unos años». Consideró que «el Alarde de San Marcial constituye ya un referente en la lucha por la igualdad de las mujeres en Euskadi». «No hay duda de que, como en todos los ámbitos, también en las fiestas las mujeres tienen el mismo derecho a participar que los hombres», apuntó Elgarresta, que coincidió en destacar «los avances habidos. Hay que consolidarlos y seguir avanzando hacia un Alarde único, del pueblo e igualitario», un deseo que también la Ararteko en funciones mostró en términos parecidos: «Un único Alarde, municipal e igualitario».
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