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Alarde tradicional de Irun
«Es una pasada vivirlo desde dentro»Las cantineras recordarán su año por los momentos especiales y por el fuerte calor del día
Iñigo Aristizabal
Lunes, 30 de junio 2025
El día en el que fueron elegidas, los preparativos, los ensayos, la presentación, la revista de armas y, por fin, ¡el Alarde! Un día «increíble, impresionante, indescriptible», como comentaba Ana Retuerto Diego (Artillería). «Es un sueño cumplido». Un momento que solo ella pudo disfrutar entre las diecinueve cantineras fue «el de los cañonazos. Una pasada».
También desde las alturas observó toda la jornada Junkal Thalamas Etxebeste (Escolta de Caballería). «Llevo montando desde pequeña y con 'Patri' he estado entrenando el último mes y se porta súper bien». En la plazoleta del Juncal, diecisiete cantineras estaban alineadas y faltaban las dos amazonas. «Estaba en una altura viendo el Joló y las descargas, un momento súper especial».
De momentos especiales está lleno el 30 de junio y cada cantinera tenía alguno en su punto de mira. El de Elena Etxepare Buissan (Tamborrada) es «el Joló, porque todos los años lo veo con mi familia». También por ahí iban los tiros de Marina Echepare Ramírez (Banda de Música). «No se puede explicar lo que es esa bajada, es algo impresionante». Y, por supuesto, la predilección de Marina Zubieta Prieto (Santiago). «Bajar al Juncal me ha hecho muchísima ilusión porque según entras a la plaza veo mi portal, mi casa y ha sido muy emocionante. Estaba mi familia en el balcón, he entrado a la plaza saludando y ha sido muy muy bonito».
Las bajadas a la iglesia y de la calle Mayor, entre los momentos preferidos de muchas de las cantineras
Y aunque muchas tenían ganas de la bajada de la calle Mayor, de la misma opinión era Aitana López García (Real Unión) al ser preguntada por su momento especial: «La bajada a la iglesia». Según ella, «el calor ni se nota con las ganas que tenemos».
Pero sí que se notaba, sí. Lo reconocía Eider Zuzaya Pagola (Olaberria). «Sobre todo la chaqueta, que es de terciopelo, da mucho calor. Pero da igual. Me lo estoy pasando genial, aunque me da la sensación que llevo mucho tiempo esperando este día y que luego se pasa súper rápido».
Mucha agua y buscar la sombra
Para tanto calor, poco remedio: «Mucha agua y buscar la sombra cuando se pueda», decía María Orozco Urtizberea (Meaka), quien destacó «el paso por la calle Larretxipi, donde yo veo el Alarde todos los años y donde estaba mi familia».
En cambio, el txoko de Paula Pérez Merino (Belaskoenea) estaba en «la curva del Manolo, en la calle Mayor, donde siempre me pongo. Estaban mis amigas, mi madre, mis tías...». No paraba de llorar, de emoción. «Llevo todo el camino así, no puedo parar», reconocía.
Bidasoa, Behobia y Ventas disfrutan al alba de una llegada especial desde puntos lejanos de la ciudad
Y para caminos, los más largos que tienen que recorrer varias compañías, las que están más alejadas del centro de la ciudad. Eider Sánchez Ugartemendia (Bidasoa) comentaba que «hemos salido de Alunda a las seis menos diez y cuando hemos llegado a la plaza Urdanibia mi padre me ha dicho que llevábamos una hora andando. Para mí han sido como diez minutos». Ese trayecto de cinco kilómetros, amaneciendo «es súper súper bonito».
Algunos de esos kilómetros son los mismos que hizo Irati Otamendi Maiz (Behobia). «La compañía me ha recogido a las cinco y poder desfilar por mi barrio como cantinera ha sido muy especial. Todo el camino desde Behobia hasta aquí es muy bonito».
Y desde la otra punta de la ciudad llegó Miren González Cipitria (Ventas), que coincidía en que «venir hacia el centro ha sido increíblemente especial, de lo mejor del día. Hemos arrancado para las seis y veinte hacia Irun». Ya por la tarde esperaba «la calle Mayor, que van a estar ahí todas las amigas».
Ver un Alarde diferente
Desde dentro y como cantinera, el Alarde se ve de otra forma. Maider Sánchez Díaz (San Miguel) aseguraba que «no te esperas las cosas hasta que no las vives. Es que es alucinante, alucinante». Lógicamente, «sé muy bien lo que es el Alarde, pero entrar en la plaza San Juan y ver desde cerca todo lo que pasa ha sido una pasada. Yo otros años estoy en las calles esperando pero hoy lo he vivido desde dentro. La entrada del general, la llamada de los capitanes... me ha encantado. Una pasada, una pasada». Tenía energía a pesar de haberse despertado a la una y media de la mañana, tras haber dormido una hora.
En la misma idea estaba Ainara Oyarzabal Dip (Anaka). «Hasta que no lo vives desde dentro no sientes cómo te aplaude la gente y que eres parte del Alarde. Sabes lo que significa que la gente esté ahí tantas horas esperando y también por mantener el Alarde entre todos. Es especial por eso».
Ese público que destacaba María Munduate Coello (Ama Shantalen) en la arrancada. «Sabía que era un momento muy chulo, pero subir y ver toda esa gente, cómo te chillan y animan... Una locura». ¿De dónde se sacan las fuerzas para un día tan largo? «No lo sé. Con las ganas de tantos años soñando por conseguir esto, al final se sacan las fuerzas de hasta de donde no hay».
Para Olatz Bergés Chaves (Buenos Amigos), «esto es otro nivel. Venimos de los preparativos, los ensayos... pero es como una escalera que vas subiendo y cada vez es algo más impresionante. Estoy en una nube, súper arropada por la compañía, por la gente de la ciudad, increíble».
Tres habituales del monte
No todo el mundo sube a San Marcial pero sí lo venían haciendo en años anteriores nuestras últimas tres protagonistas.
Eider Torrano Cores (Lapice) recordó que «venía de pequeña y también vine el año pasado. El día está siendo una burrada, tanta gente, tanta emoción...».
Para Maite Bordonaba Olaizola (Uranzu), también habitual del monte, era la segunda vez en primera fila. «En 2019 salió mi hermana y estuve en todas las 'saltxas'. Estoy en una nube». Reconoció que «el calor apretaba fuerte».
Tanto, como que hubo algunos mareos. Por ejemplo, el de Iria Bernal Sáiz (Azken Portu). «Justo en la ofrenda floral me he mareado un poco. Pero me he sentado, me han dado agua y enseguida se me ha pasado». Para ella la arrancada fue «con los pelos de punta», en la plaza San juan «vi muchas cosas que no conocía» y se sorprendió a ella misma porque «me emocioné en la calle Larretxipi y no me lo esperaba».
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