El cadáver sin nombre de Legazpi
La Ertzaintza no ha determinado aún la identidad del hombre cuyo cuerpo sin vida fue hallado el pasado 20 de octubre en un hueco junto a la carretera
Es todo un misterio que la Ertzaintza aún no ha logrado resolver. El cadáver que fue hallado hace doce días en un arroyo situado ... en un pequeño hueco en la carretera GI-2630, en Legazpi, sigue sin tener nombre y apellidos. El mal estado en el que se encontró el cuerpo y el hecho de que no portaba ninguna documentación que permita identificarle está dificultando las labores de los investigadores y de los forenses. Hasta el momento, lo único que se sabe a ciencia cierta es que se trata de un hombre.
Todas las circunstancias que rodean a este suceso son, cuanto menos, peculiares. En primer lugar porque el hallazgo se produjo casi por casualidad, en un lugar en el que había muchas probabilidades de que nadie mirara jamás. Fue el 20 de octubre, cuando una patrulla de la Ertzaintza que se encontraba balizando la carretera GI-2630 por el paso de la vuelta ciclista a España, que esa mañana había dado comienzo en Irun. Sobre las 13.42 horas uno de los agentes vio algo extraño en un hueco entre carreteras en el cruce de Brinkola, en cuyo fondo discurre un pequeño arroyo. Parecía un maniquí. Cuando se fijaron con más detenimiento, se dieron cuenta de que era un cadáver.
En ese momento se activaron los servicios de emergencia, entre ellos los bomberos del parque de Korosti, más patrullas de la Ertzaintza y también de la Policía Local de Legazpi y la comitiva forense, formada por un médico y un juez. Los bomberos tuvieron que talar la vegetación que sobresalía por el hueco para poder liberar la zona de extracción del cuerpo. Finalmente se pudieron recuperar los restos humanos, y tras confirmar el deceso se procedió al levantamiento del cadáver, que fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de San Sebastián para la autopsia.
A partir de ahí comenzó el quebradero de cabeza para tratar de determinar la identidad de la víctima. El cuerpo, tal y como confirmaron fuentes del departamento de Seguridad, se encontraba «en avanzado estado de descomposición» por varios motivos. Primero, porque llevaba varios días muerto, y segundo, porque al encontrarse junto a un arroyo la descomposición por el efecto del agua fue mayor.
El primer paso de la Policía judicial fue intentar identificar el cuerpo por el sistema habitual, el de toma de huellas. Sin embargo, el deterioro del cuerpo lo hizo imposible. Tras ese primer intento se probó mediante otros elementos, como el cotejo de ADN, y también se analizó un documento que portaba el cadáver, si bien no aportó luz al caso. Seguridad ha confirmado que por el momento prosiguen las investigaciones para determinar su identidad.
Sin signos de criminalidad
Otro de los aspectos que queda por esclarecer es la causa de la muerte, si bien en un principio se ha descartado que se trate de un homicidio. Fuentes de la investigación explican que «no se ha encontrado ningún indicio de criminalidad por lo que en principio no hay terceras personas implicadas». El examen forense ha determinado que el cuerpo presentaba lesiones traumáticas pero que estas no eran graves. En todo caso, no se pueden relacionar con la actuación de otra persona.
Así, la principal hipótesis que manejan los investigadores es que el hombre se cayó por el hueco, si bien la Ertzaintza tampoco ha podido determinar la causa concreta por la que se precipitó al arroyo. El lugar, en medio de una carretera comarcal sin arcén ni acera y a dos kilómetros del municipio más cercano, hace que sea complicado que haya testigos que presenciaran el momento justo de la caída. Para más misterio, a la Policía no le consta ninguna denuncia por desaparición que se corresponda con las características de la víctima.
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