¿Y la ITV a la 'chocolatera', para cuándo?
Su descuidado estado, con áreas roñosas, desconchadas y pintadas, no es el que corresponde a un elemento patrimonial
La crónica sobre la necesidad de ITV del árbol genealógico que Néstor Basterretxea realizó en homenaje al pastor vasco en Urrintxo, ha tenido 'efectos ... colaterales'. No han sido pocos los que se han acordado también del «lamentable estado de la 'chocolatera', mucho más céntrica y repleta de historia». Así que hoy toca hablar de la locomotora que desde 1973 rinde homenaje, en la antigua estación, al ferrocarril que conectó Oñati por vía férrea entre 1923 y 1967.
Nostálgicos del tren, defensores del patrimonio histórico cultural y usuarios del parque infantil de Correos llevan tiempo esperando la restauración de la antigua locomotora de vapor, popularmente conocida como 'la chocolatera'. Su descuidado estado (con zonas roñosas, desconchadas y pintadas) no es el que corresponde a un elemento singular y significativo del patrimonio oñatiarra, así que han vuelto a levantarse voces reclamando un lavado de cara en condiciones y que se coloque algún panel informativo que recuerde su historia a las nuevas generaciones.
Es lo poco que queda de un transporte que llegó a Oñati empujado por bueyes, y desapareció debido, entre otras cosas, al auge de los autobuses y automóviles. El año que viene se cumplen dos aniversarios, una excusa perfecta para adecentar de una vez por todas la 'chocolatera' y revalorizarla.
Una de las misivas recibidas recuerda que «acaba de hacerse público que la antigua vía férrea que discurría entre Bergara y Estella se halla en vías de ser declarada Bien Cultural de Protección Especial, con la categoría de Conjunto Monumental por la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco, incluyendo sus elementos constructivos y patrimonio inmobiliario, y que la estación de Oñati estará entre los elementos protegidos junto a las de Eskoriatza, Arrasate, Maestu y Antoñana».
El hecho patrimonial que ha motivado la declaración de bien cultural del Ferrocarril Vasco-Navarro se fundamenta en su valor histórico (tuvo una vida útil de casi 80 años); su valor social (como medio de transporte y comunicación); su valor tecnológico (fue una de las primeras líneas férreas electrificadas); su singularidad (fue la línea de vía métrica de mayor longitud de su época), su valor paisajístico, y su interés territorial (por conectar hasta tres comarcas con una gran diversidad social, orográfica, medioambiental y urbanística).
Un poco de historia
El primer proyecto de construcción de una línea de tren en Oñati –según recogió Olatz Osa en el libro 'Oñatiko trenaren inguruan'– surgió en 1883. Un grupo de fervientes promotores de este tipo de transporte planteó la posibilidad de conectar Zumarraga con Durango por Oñati y realizó una colecta para financiar parte de la obra y acabar con el secular aislamiento del municipio. La propuesta sin embargo no salió adelante y hubo que esperar a la llegada del ferrocarril vasco-navarro.
Oñati fue la última localidad en incorporarse a esta vía ferroviaria, y quien seguramente más la ha echado en falta todos estos años, ya que situó a la villa en el mapa del transporte. Ni en Brinkola, ni en San Prudencio, en los años dorados del tren la estación central de Oñati estaba en el corazón del pueblo. Quienes se subían a sus vagones para ir a estudiar, trabajar o desplazarse a otras localidades no lo han olvidado, y las familias que se asentaron y echaron raíces aquí, por los trabajos ferroviarios de sus progenitores tampoco.
La línea Oñati-San Prudencio fue inaugurada el 30 de septiembre de 1923 y clausurada como el resto, el 31 de diciembre de 1967, pronto hará 55 años. En sus momentos de mayor esplendor el 'Vasco-Navarro' llegó a sumar 140 kilómetros desde Bergara hasta Estella, pasando por Vitoria. Fue un tren de pasajeros y mercancías que sirvió para unir ilusiones y hacer negocios, y cuya clausura dejó un hondo malestar en la comarca, y sobre todo en Oñati.
Su origen estuvo en la concesión otorgada en 1882 a Joaquín Herrán y Wenceslao Martínez para la construcción del ferrocarril de vía estrecha que enlazaría Durango y Estella. Los ayuntamientos afectados no aportaron el dinero necesario para la obra, y por ese motivo la construcción y posterior explotación pasó a The Anglo Vasco-Navarro Railway Co. Ltd., empresa de capital inglés fundada en 1886.
Al cabo de un año, el 20 de enero de 1887, se iniciaban las obras en Vitoria, inaugurándose el trazado hasta Gatzaga el 13 de febrero de 1889. Pero la quiebra de la empresa británica paralizó el desarrollo de las obras y la explotación fue incautada por el Estado en 1897, desviando el trazado original hacia Durango, a Bergara.
Con la ayuda de las diputaciones vascas, en 1915 se retomaban las obras que en 1916 llegaban a Eskoriatza, en 1918 a Arrasate y en 1919 a Bergara. Oñati seguía todavía sin tren, por lo que había que acudir por monte o carretera hasta San Prudencio.
Centenario a la vista
Éste llegaría finalmente en 1923. Un decreto real de Alfonso XII daba el visto bueno a la obra el 5 de junio de 1920, aprobando un anticipo a la Diputación de Gipuzkoa de 1.460.000 pesetas. Las obras de construcción de las infraestructuras necesarias comenzaron el 12 de octubre de 1920, y tres años después, el 30 de septiembre de 1923, la reina Victoria Eugenia presidía su inauguración. Se removieron casi 50.000 metros de tierra y hubo que construir 18 canales, siete desagües, cuatro pasos a nivel y cinco puentes.
El tramo Vitoria-Estella entró en funcionamiento en 1929 y fue inaugurado con máquinas eléctricas, toda una revolución que llegaría a la línea comarcal el 20 de febrero de 1938. Durante muchos años el Vasco-Navarro fue la estrella de los explotados por el Estado. Su suerte se truncó con la supresión, en 1965, de las subvenciones estatales, que desembocaron en la clausura definitiva del ferrocarril en 1967.
En 1973, el Ayuntamiento de Oñati instaló una locomotora de tributo, que en el 2.000 fue objeto de un 'lifting', y a la que a la puertas de su 50 aniversario ya toca un nuevo chequeo, que para algunos debería estar acompañado de una campaña de sensibilización sobre su protección, periódicas labores de mantenimiento y actuaciones divulgativas.
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