Tolosa
«He querido mucho a Berazubi, es un gran barrio y fuimos su primer comercio»Gloria Tellechea de la Droguería Gloria. En las fiestas del 60 aniversario de Berazubi, el barrio le homenajea y lanzará el txupinazo este sábado a las 11.45
Tiene 91 años y una cabeza privilegiada, que le permite desgranar todas sus «inolvidables vivencias» ligadas a Berazubi. El barrio celebra este año el 60 aniversario de su fundación, y ha querido acordarse de ella para que lance el txupinazo de las fiestas conmemorativas del fin de semana. Gloria Tellechea fue la primera comerciante de Berazubi. Desde su droguería, vio crecer y transformarse a un barrio del que guarda un recuerdo inolvidable.
– ¿Qué sintió cuando le dijeron que iba a lanzar el txupinazo del 60 aniversario?
– Me hizo muchísima ilusión que se acordaran de mí. He querido mucho al barrio y a sus gentes. He estado treinta años trabajando allí, en mi droguería. Fuimos el primer comercio que se abrió en Berazubi y hemos visto la transformación del barrio, que nunca ha perdido su esencia.
– Ha sido toda una vida ligada a Berazubi...
– Desde la fundación del barrio hasta que cerré en 1993. Casi nada. Ha sido toda una vida llena de vivencias, experiencias y anécdotas. Me dio mucha pena cerrar, pero tenía que cuidar a mi madre, ya se habían abierto otros centros comerciales cerca y vendíamos menos, ésa es la verdad.
– ¿Cómo era la vida del barrio en esos primeros años?
– Era una vida muy cercana. Nos sentimos siempre muy implicados en el barrio, mi marido y yo. Recuerdo, por ejemplo, en aquellos años iniciales, la cantidad de apliques de lámpara que colocaba él en las casas. Vendíamos mucho y no sólo productos de droguería: hasta gaseosas, hilos, agujas y bisutería. De alguna manera, fuimos pioneros comerciales. Y teníamos clientela no sólo de Berazubi, sino también de Amaroz, plaza de toros, e Izaskun.
– ¿Y por qué una droguería?
– Yo había aprendido el negocio en una droguería de la calle Correo. A mi marido le ofrecieron trabajos de hostelería pero él pensó que un bar es un negocio muy atado y por eso nos decantamos por abrir nuestra propia droguería en Berazubi. Y con mi nombre, además: 'Droguería Gloria'.
– Imagino que la droguería sería también un punto de reunión para el barrio que acababa de nacer...
– Sí, pero había que tener un equilibrio para no hablar demasiado. En aquella época, la tienda se convertía en un lugar de encuentro. Se hablaba mucho de la vida de la gente, pero a mí no me gustaba tanto participar en las tertulias, porque yo estaba trabajando y al fin y al cabo era mi negocio. Había varias mujeres que venían a pasar el rato en la droguería, pero eso no me gustaba mucho y se lo tuve que decir.
– Dicen que se llevaba bien con todo el mundo, que nunca tuvo conflictos...
– Mi lema era 'oír, ver y callar'. Atendía a todo el mundo por igual. Nunca he sentido que tenía enemigos. Vendía a todo tipo de clientela, personas de todas las ideologías y condiciones sociales. Siempre he pensado que en todas partes hay gente buena y gente mala.
– ¿Qué le gustaba de Berazubi?
– La verdad es que me gustaba todo, me sentía muy a gusto.La gente del barrio ha sido y sigue siendo muy alegre y trabajadora. Vivía mucha gente que trabajaba en la SAM, Perot, Talleres Tolosa... Yo tenía muchos amigos, hablaba con todo el mundo. La riada del 83 afectó al negocio y la gente se solidarizó conmigo. Nunca lo olvidaré. Fue curioso, porque la droguería quedó afectada por la inundación pero otros locales cercanos apenas sufrieron desperfectos.
– Abrieron el camino a otros negocios, poco a poco fueron llegando otros comercios...
– Así fue. Al principio estábamos solos, y luego fueron llegando otros negocios: la panadería, la pescadería, el almacén de vinos, la farmacia, la librería, los bares....
– Seguro que se acuerda de muchas anécdotas...
– Uff. Recuerdo que a la inauguración oficial del entonces nuevo barrio vino Fraga Iribarne, porque era una promoción de viviendas del Régimen. Le estoy viendo delante de la droguería. ¡Nos hicieron cerrar la tienda ese día! El entró en una de las nuevas casas que habían tenido que adecentar para la ocasión. También me acuerdo de aquellas chicas que compraban muchos tintes y luego me enteré que eran para camuflarse de la Policía. Recuerdo con ilusión las copas que poníamos en el escaparate cuando empezaron las fiestas del barrio, las ayudas que brindaba mi marido a Iurreamendi y a la gente necesitada... ¡Tantas vivencias!
– Cuando vuelve al barrio, ¿le recuerdan?, ¿se paran a hablar con usted?
– Ahora ya no puedo andar bien, y no voy tanto como antes, pero a veces entro en la farmacia Olarreaga y luego paseo por el barrio. Siempre hay alguien que me recuerda, y me hace mucha ilusión. No creo que queden muchos de mi edad, la verdad.
– ¿Era una vida sacrificada?
– No había horarios. Para abrir tenía más flexibilidad, pero luego siempre cerraba más tarde, a las dos menos cuarto e incluso a las nueve por la tarde. Cuando tienes un negocio de barrio, no hay horarios, tienes que tener esta actitud y amabilidad con la gente que vive en él. Me quedo con el cariño que siempre he sentido de las gentes de Berazubi.