Tolosa
«Disfruto del paisaje que veo, pero me interesa más la gente que lo habita»Acaba de volver a Tolosa partiendo desde el Ártico, tras completar un viaje en solitario de ocho semanas de duración en bicicleta Josu Iztueta Aventurero y viajero tolosarra
Nunca había viajado tanto tiempo en soledad y confiesa que se le ha hecho «más llevadero» de lo que pensaba. A sus 66 años, Josu ... Iztueta sigue «con la ilusión de soñar proyectos», y ya tiene en mente completar una segunda etapa de su aventura, que le llevaría desde Tolosa a Mauritania. Tras viajar por el «jardín con piscina» del primer mundo, como lo describe, tiene ganas de «bajar al sótano», donde dice que no puedes andar descalzo, «porque allí no sólo te duelen los pies, sino también la conciencia».
Newsletter
–Ha viajado por todo el mundo pero nunca lo había hecho durante tanto tiempo solo, y en bicicleta. ¿Cómo se ha animado a hacerlo con 66 años?
–El año pasado completé la Transpirenaica, a pie, en seis semanas. Ahora me hacía ilusión llegar desde el extremo norte de Europa hasta casa en bicicleta. Han sido ocho semanas y 5.500 kilómetros por paisajes que ya conocía.
SOLEDAD«En Laponia hubo algún día en el que no me encontré con nadie, 24 horas sin hablar se hace raro»TOLOSA Y EUSKAL HERRIA«He viajado por todo el mundo y tengo claro que aquí vivimos en el 'top ten' del planeta»
–Escandinavia es uno de sus lugares favoritos...
–Sin duda. Habré estado allí unas veinte veces en verano y más de diez en invierno. Conduciendo 'La Nairobitarra', al volante de la furgoneta, en esquís, bicicleta, piragua... Nunca he vivido allí, pero calculo que he pasado más de tres años en total recorriendo aquellas latitudes.
–¿Ha sido duro estar tanto tiempor viajando en soledad?
–Viajar solo ha sido una decisión, no una consecuencia. Para mí, salir solo de casa no es sinónimo de soledad. Relacionarse depende de uno mismo y de los demás. No me considero un 'lobo solitario'. Disfruto del paisaje que veo, pero me interesa más la gente que lo habita. Los 'demás' son los que enriquecen cualquier lugar del mundo.
–¿Se ha sentido de alguna manera liberado al no tener que gestionar un viaje en grupo?
–He viajado 42 años como guía, asumiendo la responsabilidad de un grupo durante las 24 horas del día, en aduanas, aeropuertos, al volante, recorriendo pistas complicadas, con averías, con enfermedades... Por eso, viajar conmigo mismo ha sido, de alguna manera, más llevadero. Aunque también es cierto que, al margen de mi labor como guía, he formado parte de otras expediciones más comprometidas en grupo.
–¿Dónde dormía? ¿Qué bicicleta llevaba? ¿Cómo ha ido preparando las etapas?
–Un amigo me electrificó una bici vieja que pude mandar a Cabo Norte con unos donostiarras que iban allí en autocaravana. Salí pedaleando hacia el sur, llevando en las alforjas todo lo que necesitaba para comer y dormir, botiquín, repuestos, etc. En total, unos veinte kilos de equipaje con los que tenía una autonomía total. La mayor dependencia era tener que cargar la batería, pero de todo se aprende. Encontraba enchufes en lugares que ni me hubiera imaginado. Atravesé parte de Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Francia... Hacía una media de cien kilómetros al día. Dormía en la tienda de campaña, en cabañas, hasta en paradas de bus... Y cada cinco días aproximadamente, encontraba un camping.
–De los momentos que ha vivido en el viaje... ¿cuáles se lleva como mejores recuerdos?
–En Laponia hubo algún día en el que no me encontré con nadie. Se hace muy raro estar veinticuatro horas sin hablar. La inmensidad del territorio, la despoblación, las distancias... cobran otra dimensión cuando, en vez de sentado al volante, vas acoplado al sillín de la bicicleta. Cuando una hora de coche se convierte en una jornada de pedaleo, los buenos pensamientos duran más, pero los 'fantasmas' también pueden aparecer muy rápidamente.
–¿Algún consejo para quien quiera viajar en solitario? ¿Alguna lección que haya aprendido de esta aventura?
–Tener buena salud es más importante que exhibir una buena forma física. Pero el verdadero motor es la motivación, la ilusión de sentir que te desplazas por una línea imaginaria que previamente trazaste sobre un mapa. La suerte también influye, pero muchas veces depende de la prudencia y de la paciencia. En un viaje lejos de tu 'ambulatorio', viajando solo hay que extremar las precauciones.
–No nos imaginamos a un Josu Iztueta 'jubilado'. ¿Tiene más proyectos viajeros?
–No sé, una persona puede estar más fastidiada física o anímicamente con 40 años que con 65. Lo que no se puede negar es que, una vez jubilada, a esa persona le queda biológicamente por vivir menos de la mitad de lo vivido. Siendo eso tan evidente, y como le oí a Julio Villar: «ya que no podemos alargar la vida, sí podemos ensancharla». En ensanchar pueden entrar soñar, tener proyectos, compartir, comprometerse, cuidar, valorar.
–O sea que algo tiene pensado...
–Venir del Ártico a casa en bicicleta ha sido la primera parte de un viaje que espero poder continur en primavera hasta el Trópico, hacia Mauritania.
–Entonces, lejos del primer mundo que acaba de atravesar...
–Ir de Escandinavia a Tolosa es pasearse por el jardín con piscina del planeta. Yo necesito bajar al sótano, al trastero, donde no puedes andar descalzo porque te duelen no sólo los pies, sino también la conciencia.
–Ha viajado por todo el mundo, pero siempre le he oído decir que no somos conscientes de la calidad de vida que tenemos donde vivimos...
–En Tolosa, en Euskal Herria, vivimos en el 'top ten', la mayoría subidos al podium del bienestar. Con servicios que podrían mejorarse pero que quizás tengamos dificultad en mantener. Nunca me ha dado vergüenza reconocer que me es igual morir en cualquier parte del mundo, pero si enfermo, me gustaría que fuera aquí donde me cuidaran.
–¿Qué le ha aportado la bicicleta como medio de transporte?
–La bicicleta ofrece muchas posibilidades. Es barata, limpia, silenciosa, frágil. Resulta ideal para acercarse al público con una actitud adecuada, y esto te abre muchas puertas. Te va llevando, poco a poco, desde la naturaleza y el campo a la ciudad, y viceversa. La bicicleta es una herramienta que a mí me ha ayudado mucho para leer el paisaje y conocer a la gente.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión