Mentxu Medel, profesora de danza | Medalla al Mérito ciudadano

«Llevo 50 años enseñando danza y no veo el momento de dejarlo»

– ¿Cuántos alumnos han pasado por su escuela?

– No tengo ni idea. Pero cientos, miles quizás. Por la escuela Thalia han pasado unos talentos increíbles. Me siento dichosa de haberles transmitido mi pasión y mi ilusión por la danza.

– ¿Se siente cómplice de su éxito?

– Claro, yo he tenido éxito através de ellos. Esto es como un pastel. Tú les das la base. Me siento muy orgullosa y muy realizada. Yo sé que estoy cumpliendo mi destino en la vida...

– ...pese a que no desarrolló su sueño de ser bailarina.

– Es que yo no vine al mundo a bailar sino a enseñar. Me di cuenta de que todos tenemos nuestro camino y que el mío era este. He hecho lo que me ha gustado. Y no me parece que lleve 50 años.

– ¿Está especialmente orgullosa de algún alumno?

–Me he sentido orgullosa de todos y cada uno de mis alumnos porque cada uno ha sido diferentes. Muchos han conseguido grandes puestos, como Lucía Lacarra, pero también Jone San Martin, Urtzi Aranburu, Asier Edeso, Jon Vallejo, Ion Agirretxe, Hodei Iriarte, Iker Murillo... una larga lista y no me quiero dejar a ninguno. Incluso coreógrafos, maestros de baile, han salido de aquí. Tenemos mucho talento en Euskadi.

– ¿Qué necesita la danza para tener más proyección social?

– Necesitamos apoyo, más implicación institucional. Tenemos gente muy buena.

– Isabel Verdini, la Tambor de Oro de este año, ha sido alumna suya.

– Le tengo mucho cariño. Ha sido una alumna que ha trabajado y disfrutado con su trabajo, haciendo una cosa durísima y enfrentándose a muchas barreras. Es grandioso que haya formado una compañía con estos bailarines. Hay que apoyarle. Se merece el Tambor de Oro y el de rubíes.

– ¿Tiene carrete para seguir enseñando?

– Estoy a punto de dejar el legado a mi hija Helis Legorburu, que lleva bailando conmigo desde los 4 años y es profesora y codirectora de la escuela. Ella siempre ha trabajado aquí muchísimo, está superpreparada para el legado que le viene encima. Ha hecho cursos en muchos sitios. Llega el momento de dar un paso atrás, pero me está costando. Por edad ya lo tenía que haber dado. Ya solo doy clase a los alumnos mayores, los de 16-17 años y los adultos de 50 a 80 años. Me da pena dejarlo, pero me siento bien todavía.

– Le veo dando clase hasta los 80 años...

–Eso dice mi hija. Aunque te jubiles vas a estar aquí metida.