El misterio de la urna con las cenizas de un muerto olvidada en un parque de Vitoria
Un viandante se topa con el recipiente funerario y alerta a la Policía Local que descubre en Bilbao a un familiar, incapaz de explicar cómo llegó a ese pulmón de Vitoria
DAVID GONZÁLEZ
Martes, 12 de abril 2022
Han recogido muchos productos dispares en la oficina municipal de objetos perdidos de la comisaría de la Policía Local en Aguirrelanda, en Vitoria. Pero posiblemente ... ninguno como el que detectó un ciudadano hace ahora once días. Caminando por el parque de Arriaga, convertido por aquellas fechas en un animado campamento napoleónico, se topó con una urna funeraria.
Hasta esa fecha, en este servicio municipal habían inventariado audífonos, dentaduras postizas, cañas de pescar, el sobre con el dinero de los invitados de una boda y hasta una televisión XXL (de 70 pulgadas nada menos), aunque nada parecido a este hallazgo. Por cierto, con «cenizas humanas» en su interior.
El recipiente presentaba un aspecto de lo más pulcro, como si llevara muy poco tiempo olvidado en esa zona ajardinada. Su descubridor telefoneó al 092 abriendo así un misterio con pocos visos iniciales de resolución. Los patrulleros que acudieron preguntaron a paseantes y a los comerciantes que poblaban el enclave. Sin embargo, nadie recordó a ninguna persona portando o abandonando el envase con los restos de un fallecido.
Sí contaban los agentes con una pista con la que empezar a despejar interrogantes de la ecuación. La urna venía con una placa con un nombre y unos apellidos como débil pista. Así que lo primero que hicieron en la Policía Local fue tirar de padrón y cotejar esa identidad con las que pudieran coincidir en el término municipal. Al principio, todas las pesquisas abiertas concluyeron en vías muertas.
«Al principio no se lo creía»
Poco a poco desmadejaron el enigma. «No resultó sencillo hasta que localizamos a un familiar», desgrana el subcomisario José Carlos García Marcos, responsable estructural de la oficina. Esa pariente reside en Bilbao y, al parecer, ese fin de semana no se pasó por Lakua-Arriaga a disfrutar de las intrigas de Bonaparte y sus huestes gabachas.
«Cuando le avisamos se quedó en shock, no se lo creía al principio», abunda el mando de la Guardia urbana. Alegó desconocer «cómo había llegado» la urna hasta este pulmón de Vitoria. Gracias a ella se supo que su pariente pereció hace apenas dos meses y que la mayoría de su entorno habita en la vecina Castilla. De ahí la dificultad para localizar personas cercanas en la capital alavesa. Esta misma semana está previsto que esta mujer se pase por la oficina de objetos perdidos para recuperar los restos de su ser querido.
Una vez devuelto el recipiente funerario, lo que sí se mantendrá será el halo de intriga sobre cómo acabó en medio del parque de Arriaga. En la Guardia urbana apuntan casi convencidos a «un olvido», que suele ser lo habitual en esta clase de asuntos.
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