Unai Aberasturi | Director de la Agencia Vasca de Protección de Datos

«Hay una sobreexposición de menores en internet y los padres participan en ella»

– Este verano muchos padres van a sacar fotos a sus hijos en la playa y las van a subir a las redes sociales. ¿Esta es una buena idea?

– Esto es algo que pasa con una cotidianidad casi preocupante. Desde que subimos fotos a nuestros perfiles de WhatsApp con los críos, que es una práctica muy habitual, hasta las fotos en la playa, la necesidad que tenemos de enseñar todo lo que hacemos con nuestros hijos subiendo fotos a todo tipo de redes sociales es una mala práctica. Estamos hablando de herramientas que muchas veces no ofrecen todas las garantías que deberían ofrecer. Como padres y madres deberíamos empezar por ser responsables de las cosas que compartimos con el resto de la humanidad, porque al final son herramientas que tienen un alcance global.

– ¿Hay una sobreexposición de menores en internet?

– Sin duda. A pesar de que los padres y las madres estamos cada vez más concienciados, participamos de esa sobreexposición. Además, los propios menores cada vez utilizan más las nuevas tecnologías y sobre todo las redes sociales. Basta con ir a las estadísticas oficiales para darse cuenta de que, incluso los menores entre 6 y 14 años, cada vez acceden antes a herramientas como internet o incluso al teléfono móvil y cada vez utilizan más aplicaciones o herramientas como pueden ser las redes sociales o las de intercambio de vídeos, lo que les lleva inevitablemente a esa sobreexposición. Cuando participan en las redes sociales, la mayoría de las veces se dedican precisamente a exponerse.

– Hay estudios que dicen que los niños empiezan a ver pornografía a los 9 años.

– Esto es especialmente preocupante. Por un lado, porque son personas que no tienen la capacidad de controlar lo que hacen en un entorno con tanto riesgo potencial como es el de las redes sociales e internet en general. Por otro lado, pueden llegar a tener acceso a contenidos especialmente peligrosos como la pornografía, sobre todo por lo que conlleva y por las implicaciones que puede tener en el futuro en la forma de entender la sexualidad. Pero también hay contenidos violentos e incluso está la desinformación, que es un riesgo importante a día de hoy.

– Una de cada cinco familias da los móviles a sus hijos sin ningún tipo de control parental.

– Parte del problema es ese. Está vinculado con el compromiso que tenemos los padres y las madres con el uso que hacen los críos de las nuevas tecnologías, y ahí pecamos de carencia. Muchas veces por desconocimiento, otras veces por falta de interés y por inercias, somos los primeros en darles un teléfono móvil y los primeros que no capamos el uso que puedan hacer de esos aparatos. Herramientas existen, pero no las utilizamos. Desde las autoridades de control también es necesario hacer más campañas de sensibilización y llegar de una forma más directa a los padres, a las madres y a los colegios para que el uso de ese tipo de aplicaciones sea más generalizado.

– ¿Como ciudadanos somos conscientes de la importancia de proteger nuestros datos?

– Sí. Y digo sí porque si observamos esta cuestión con perspectiva histórica, veremos cómo este derecho ha pasado de ser un completo desconocido a ser un completo conocido por la ciudadanía. Hace 30 años esto de la protección de datos era una materia de la que solo se hablaba en foros muy concretos. A día de hoy, por lo menos entre el alumnado de la universidad, todos sabían que existía el derecho a la protección de datos, al menos les sonaba que es una cuestión que a nivel social tiene su relevancia.

– Pero una cosa es saberlo y otra cumplirlo.

– Es verdad que luego nos encontramos con que en nuestro día a día contradecimos esa preocupación a la hora de aceptar todas las 'cookies' cuando navegamos por internet o contratos con prestadores de servicios que ni siquiera hemos leído.

– ¿Qué cedemos cada vez que aceptamos una 'cookie'?

– Cedemos el viaje que hacemos en internet y les damos la opción de perfilarnos, de segmentarnos y de que conozcan cuáles son nuestros hábitos en internet, que es algo muy relevante y a lo que deberíamos seguir dando una especial relevancia.

– ¿Internet conoce nuestros hábitos mejor que nosotros mismos?

– Se dice que eso es así. De hecho, la inteligencia artificial se basa en eso, en segmentar de forma cada vez mejor y más concreta a las personas, en conocer más y mejor nuestros hábitos en la red, de tal forma que puedan personalizarse todos los servicios que nos quieran prestar o todos los productos que nos quieran vender a través de la red. En la medida en que los algoritmos son más potentes, el nivel de conocimiento que se va a tener sobre nosotros, por lo menos sobre lo que hacemos en la red, va a ser mayor. Cada vez nos queda un espacio más reducido a la intimidad.

– ¿Ya no vamos a tener que pensar en si algo nos gusta o no porque eso lo va a decidir un algoritmo?

– De eso se trata, de quitarnos el trabajo de tener que pensar lo que nos gusta o no para que nos oferten directamente lo que se piensa que nos gusta.

– ¿Las administraciones son conscientes de la importancia de proteger los datos de los ciudadanos?

– Ahí sí que soy categórico. Sí. Yo llevo unos cuantos años estudiando esta materia y ha habido una evolución importantísima en el ámbito del sector público en relación a esta cuestión. La Administración es muy consciente de que tiene que proteger los datos de carácter personal de la ciudadanía.Primero, porque la ley lo exige, pero sobre todo, y yo creo que es más importante, porque la legitimidad social de las administraciones pasa por dar esa imagen. La cantidad de cursos de sensibilización y formación que se han dado en el ámbito de la Administración es ingente.

– ¿Y esto tiene reflejo en la práctica?

– Es cierto que ha habido vulneraciones del derecho a la protección de datos y los entes públicos responsables de ello han sido apercibidos, lo que en ocasiones ha generado cierto debate sobre todo cuando ha afectado a sectores especialmente sensibles como el de la salud o la seguridad. Pero una cosa no está reñida con la otra. Concienciación hay, aunque también ha habido prácticas contrarias a derecho.

El nombramiento de Unai Aberasturi coincide en el tiempo con la tramitación parlamentaria del nuevo proyecto de Ley de Protección de Datos Personales. La nueva normativa implicará la sustitución de la agencia por una nueva Autoridad Vasca de Protección de Datos.

– Se avecinan tiempos nuevos

– Estamos a la expectativa de la aprobación de la nueva ley. Veremos cómo queda el articulado definitivo de la norma, pero de partida es algo positivo y completamente necesario. Estamos funcionando con una ley de 2004 que requiere una revisión profunda porque desde ese año se han aprobado normas especialmente importantes que obligan de alguna forma a adecuar la organización y funcionamiento de la agencia a ese nuevo marco normativo.

– ¿Qué va a cambiar?

– El ámbito de actuación de la que será la Autoridad de Protección de Datos se ampliará, las funciones también se ampliarán; lo más probable es que es que haya más trabajo por hacer y más retos a los que enfrentarse, sobre todo si añadimos novedades como la inteligencia artificial.

– ¿Necesitarán más personal para hacer frente a este aumento de trabajo?

– En el momento en que la nueva ley amplía el ámbito de actuación de la Administración tanto desde un punto de vista subjetivo, por los entes a los que se aplica la norma, como objetivo por las materias a las que vamos a tener que enfrentarnos, la lógica me dice que sí. Cuando tengamos la nueva ley habrá que ver cuáles son las necesidades concretas y, en caso de que se requiera ampliación de personal, habrá que justificar bien las necesidades. No tenemos interés en ampliar la plantilla sin motivo alguno, pero sí es cierto que los nuevos retos que plantea la ley piden más personal.

– ¿Han aumentado las reclamaciones?

– Este último año se han resuelto 30 procedimientos de tutela de derechos y 23 procedimientos de infracción. Yo creo que con la entrada de la nueva ley estas cifras aumentarán.