Lo que podría revelar el hábito de morderse las uñas según la psicología
Este inofensivo gesto que delata una tensión interior podría ayudarnos a comprender mejor nuestras necesidades
M. S.
Jueves, 28 de agosto 2025, 08:57
Morderse las uñas es un hábito que afecta tanto a niños, como a adolescentes y a adultos. Pero no es solo eso, también es un indicador alimentado por las emociones que la psicología ve como una necesidad de regulación a las señales de alerta. Por lo que comprender este comportamiento podría ayudar a gestionar el estrés y a proteger la autoimagen.
Los psicólogos creen que este gesto sirve como válvula de escape para la tensión que proporciona un breve alivio, ya que ocurre cuando uno está completamente concentrado, aburrido y experimenta un alivio inmediato que refuerza la rutina.
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Los perfiles de personas con este hábito varían, pero ciertos rasgos de personalidad suelen repetirse: algunas personas que se muerden las uñas son normalmente más sensibles al estrés o perfeccionistas y buscan una relajación rápida. Mientras que otras que lo hacen se aburren con facilidad, carecen de paciencia o prefieren aislarse. La timidez y la introversión son otro tipo de rasgos que tienen las personas que suelen morderse las uñas.
Y es que este movimiento repetido calma la ansiedad latente sin resolver la causa principal. Proporciona control simbólico cuando todo parece descontrolado, brindando así tranquilidad temporal, sin tener en cuenta las consecuencias que podría tener en las uñas, ya que las cutículas se vuelven frágiles, se deforman y luego empeoran su crecimiento.
Consecuencias físicas e impacto en la autoestima
El contacto repetido con la boca también podría favorecer infecciones, a veces bacterianas o incluso fúngicas. La piel se irrita y se agrieta y el dolor aumenta, así que volvemos a meternos las manos en la boca, y el ciclo se refuerza todavía más.
Varios expertos también señalan efectos menos visibles, pero concretos. A largo plazo, aparece el dolor y el sangrado, seguidos de problemas digestivos relacionados con la ingestión de gérmenes. Además los dientes se desgastan o se desplazan y la alineación se altera y la mandíbula sufre. Según los expertos, esto afecta la sonrisa e interfiere con la masticación diaria.
Las marcas en las uñas también podrían pesar sobre la imagen, ya que la vergüenza por la apariencia de las manos podría llegar a aíslar, y la culpa, alimentar el estrés.
Soluciones a este mal hábito
Pero todo tiene una solución, ya que para dejar este hábitos se puede actuar paso a paso con ciertas medidas. Los esmaltes de uñas amargos podrían desanimarnos a morder estas uñas, mientras que una pelota antiestrés o escribir podría ayudarnos a mantener las manos ocupadas.
Y es que cuando el hábito se ha mantenido durante mucho tiempo, el seguimiento es de gran ayuda. Un psicólogo podría ayudar a explorar los orígenes emocionales y sugerir estrategias concretas y adecuadas. Regular las horas de sueño, una dieta saludable y la actividad física podrían ayudar a combatir este hábito.