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L. G.
Martes, 18 de febrero 2025, 11:57
En el corazón de Triana, un barrio con fuerte identidad andaluza, J.F. Javier Echevarrieta mantiene una peculiar batalla personal: demostrar que es tan vasco como su genealogía sugiere, a pesar de haber nacido a orillas del Guadalquivir. Su hija, María Echevarrieta, lo enfrenta en un divertido duelo dialéctico que revela el choque cultural que viven en casa.
«Vamos a ver, ¿por qué te llamo yo Aita? Porque yo soy vasco, de toda la vida», sentencia Echevarrieta, con una convicción inquebrantable. Su hija, sin embargo, le recuerda su lugar de nacimiento. «¿Pero tú dónde has nacido?».
«En Triana, porque los vascos nacemos donde nos sale el cachorro», responde entre risas, para luego reafirmar su identidad con una frase contundente: «Pero él es muy vasco, ¿eh? Y viva el Betis, más que pierda».
@mariaeche29 Respuesta a @car En resumen: los verdaderos vascos son mis abuelos (sus padres), pero a él le corre sangre vasca por las venas 😂 #elaitasevillano ♬ sonido original - MARÍA ECHE
El contraste entre la cultura andaluza y la vasca se hace evidente en la conversación. «Es que el choque cultural es mortal. Ser vasco es muy difícil. Vasco y, no sé, y al mismo tiempo...», reflexiona Javier.
María, curiosa, le pregunta por su linaje: «¿Cuántos apellidos vascos tienes?». «Dieciséis», responde con orgullo. Pero la joven no se queda ahí: «¿Nos los puedes enseñar?». Su padre, en un tono jocoso, le responde: «Estás agarrando fuerte el acento, que estás hablando con la S por la cara». Ella, sorprendida, responde: «¡Ah, ¿sí?! Me están saliendo muchas S, pues».
Entre bromas y expresiones mezcladas de ambos dialectos, Echevarrieta comienza a enumerar apellidos y expresiones que refuerzan su identidad vasca. «Espirituarekin... Zorionak... Urte Berrio On...», recita, mientras su hija se ríe de la situación.
La conversación alcanza su punto álgido cuando María revela que la competencia por demostrar quién es más vasco ya tiene ganador. «Mi Aita y yo tenemos una batalla de a ver quién es más vasco». Pero sin titubeos, sentencia: «¡Esa batalla la gané yo el año pasado, cuando me saqué el C1!». «Bueno», concede Javier, quizás con cierto resquemor.
La charla sigue entre expresiones en euskera y carcajadas, hasta que el padre lanza una última exclamación con sabor a derrota: «Me cago en san... ¡Uy! ¡Hostia! Ya está, ¿no?»
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