Verdades y mitos sobre la relación dieta-cáncer
¿Qué relación existe entre lo que comemos con un mayor o menor riesgo de padecer la enfermedad? ¿Qué evidencias científicas hay sobre el tema?
En los últimos tiempos se han puesto de moda informaciones sobre la relación entre la dieta y el cáncer. Algunas defienden que ciertos productos ... o hábitos producen cáncer; la leche, el gluten, cocinar con microondas, los aditivos alimentarios, la piel de las frutas, los productos transgénicos, el revestimiento de las sartenes y un montón de cosas más... Y en el sentido contrario más de lo mismo; que si tal o cual dieta como, por ejemplo, la alcalina o la macrobiótica, o que el consumo de cúrcuma, brócoli o beber agua de mar pueden curar el cáncer. Pero, ¿son estas afirmaciones realmente ciertas? ¿hay evidencia científica de ellas?
Se puede asegurar, sin ninguna duda, que la dieta desempeña un papel importante tanto en la prevención como en el desarrollo del cáncer. Pero, ¿cómo lo hace? ¿qué relación existe entre lo que comemos y bebemos con un mayor o menor riesgo de padecerlo? ¿qué alimentos y hábitos alimenticios influyen en ese riesgo? Es muy difícil determinar qué factores han provocado un cáncer ya que se trata de una enfermedad que aparece cuando células normales se multiplican de forma descontrolada, y esto sucede cuando agentes mutágenos alteran su material genético.
Tal y como explica la doctora Amaia Canales, "para que un cáncer se desarrolle es necesario que de forma acumulativa y continuada se produzcan mutaciones celulares durante un largo periodo de tiempo". La aparición de dicha enfermedad es un proceso complejo en el que influyen muchos factores. Diferentes investigaciones apuntan a que el 85% de los cánceres se originan por causas externas y muy variadas. Las más destacadas son el tabaco, los virus, las radiaciones, la contaminación y la dieta. Pero, ¿qué sabemos realmente sobre la influencia de la alimentación en el cáncer? ¿Qué está demostrado y qué no lo está?
Es interesante conocer qué opinan la IARC (Agencia internacional de investigación del cáncer), un órgano dependiente de la OMS, y el WCRF (fondo mundial para la prevención del cáncer). Ambos organismos revisaron miles de estudios epidemiológicos sobre la asociación del cáncer con diferentes factores, en países de diferentes continentes, con diversas etnias y dietas. También se basaron en la revisión de estudios científicos (con animales y humanos).
Agentes cancerígenos
Teniendo en cuenta todos estos trabajos los agentes cancerígenos se clasificaron en varios grupos:
Grupo 1
Cancerígenos para los humanos (hay evidencias). En este grupo, y relacionado con la nutrición, se clasifican varios productos. Uno es el alcohol. Su consumo aumenta el riesgo de padecer seis tipos de cáncer: Boca y garganta, laringe, esófago, colon y recto, hígado y mama (en las mujeres). El 11% de los cánceres son, al menos, en parte atribuibles al alcohol. Todos los tipos de bebidas como los vinos tintos y blancos, la cerveza, cócteles y licores están asociados a la enfermedad.
En segundo lugar se encuentra la carne procesada. Existen evidencias suficientes para afirmar que su consumo aumenta el riesgo de padecer cáncer colorrectal. Se trata de la carne que se ha transformado a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado y otros procesos como el bacon, salchichas tipo Frankfurt, lomo embuchado, chorizo, salchichón, fuet, jamón de York, fiambres (mortadela, salami, etc.)
Gru po 2A
(Probablemente cancerígeno para los humanos). Los indicios son limitados. En este grupo se incluye la carne roja. Hay evidencia limitada que muestra una relación entre el consumo de carne roja y el aumento del riesgo de padecer cáncer colorrectal. El WCRF indica que no se debería tomar más de 300 gramos semanales de carne roja. En lo que respecta a la carne procesada, su consumo no debe ser mayor de 20 gramos al día. En España el consumo de carne roja es de 61 gramos por persona y día, y el de carne procesada es de unos 35 gramos por persona y día.
Cereales y lácteos
En el otro lado están los factores alimenticios que han demostrado prevenir de manera probable algún tipo de cáncer: los cereales integrales, alimentos ricos en fibra y lácteos. Es probable, a juicio de la doctora, que protejan del cáncer colorrectal. Las frutas posiblemente protejan del de boca, faringe, laringe e hígado. El café, del de hígado y endometrio. Estas son las únicas evidencias científicas encontradas en cuanto a la relación entre nutrición y cáncer.
En resumen, se podría afirmar que existen evidencias claras de que el tabaco y el alcohol incrementan la probabilidad de contraer diferentes tipos de cáncer, y de que las carnes procesadas aumentan el riesgo de que se padezca el colorrectal. Igual que el consumo excesivo de carnes rojas. Además, la obesidad es un factor de riesgo claro. Por otra parte, no existe ninguna evidencia de que el microondas, el wifi, los móviles, la leche, el gluten, los aditivos alimentarios, el revestimiento de las sartenes, la piel de las frutas, los productos transgénicos... produzcan cáncer.
También es importante destacar, según Amaia Canales, que ninguna dieta ni alimento ha demostrado, de momento, curar algún tipo de cáncer. Sin embargo sí existen compuestos presentes en algunos alimentos que han demostrado 'in vitro' que son capaces de actuar sobre las células cancerosas inhibiendo su crecimiento. Pero cuando se ingieren estos alimentos se ven sometidos a procesos digestivos y de absorción intestinal y no hay ninguna evidencia de que por tomar alimentos que los contengan haya efecto curativo en las células cancerosas de las personas que los consumen.
Una buena alimentación
No obstante, es importante incidir en que no existe duda alguna de que la alimentación juega un papel fundamental tanto para favorecer la aparición de un cáncer como para ayudar a prevenirlo. Una dieta poco saludable puede incrementar el riesgo de hasta seis tipos distintos. Lo ideal sería una alimentación basada en una dieta que incluya abundantes cantidades de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos, cantidades moderadas de productos lácteos y pescados, pocas carnes rojas y carnes procesadas solo de forma ocasional.
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