Federico De Montalvo: «Hay que evitar que la eutanasia incorpore la cultura de la muerte»
Presidente del Comité Nacional de Bioética ·
El experto considera que el problema de la norma es «implantarla como un prestación, como una política pública, como una cultura»IKER MARÍN
san sebastián.
Martes, 2 de noviembre 2021, 06:25
'Ancianidad, retos actuales' ha sido el tema elegido este año por la Diócesis de San Sebastián para celebrar la semana Ricardo Alberdi. Entre los ... temas tratados ha tenido su espacio la eutanasia. Federico De Montalvo, presidente del Comité Nacional de Bioética y profesor de la facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Comillas, ha participado con una charla titulada: 'Eutanasia en una sociedad envejecida: ¿solución o riesgo?'.
– ¿Es un reto actual el de la eutanasia en la ancianidad?
– El problema es que en el tiempo en el que se ha aprobado esta ley hemos asistido a la pérdida de la vida de muchísimos ancianos en una situación que socialmente es muy reprobable. Por tanto, aprobar una ley que regula la muerte en ese contexto es legítimo pero estéticamente no es lo mejor. A la hora de aprobar una figura como la eutanasia es muy importante tener en cuenta el contexto del país en el que se hace. Nosotros nos hemos traído un modelo de Bélgica y de Holanda y los contextos son diferentes. España tiene una de las poblaciones más envejecidas, un sistema sanitario que va a afrontar unos retos económicos importantes y unas personas mayores que viven en unas condiciones en ocasiones no muy deseables. A la hora de aprobar un derecho como este, que a lo mejor en una caso concreto podría considerarse aceptable, con carácter general como una prestación pública y un derecho plantea sus dilemas y dudas.
«Aprobarla durante la pandemia, con tantas muertes, es legítimo pero estéticamente no lo mejor»
– ¿Considera que la ley de eutanasia que entró en vigor el 25 de junio debería haber sido aprobada en otro contexto?
– Lo primero que hay que decir es que es legítimo. Yo hubiera afrontado otros retos que considero más urgentes. La pandemia nos ha mostrado que tenemos un sistema sociosanitario débil. Tenemos un sistema de salud integrado por una red hospitalaria y de Atención Primaria, pero el sistema sociosanitario, como tal, no existe. Sí que hay una serie de residencias, algunas más o menos integradas en los sistemas de salud, otras nada integradas, otras de gran calidad y algunas peores. Si comparamos los hospitales de la red pública unos con otros, se ve que hay diferencias, pero no tan ostensibles como puede haber en el sistema sociosanitario. Por eso digo que yo hubiera afrontado antes el abordaje de la integración del sistema sociosanitario en el sanitario.
– Su ponencia en San Sebastián ha tratado sobre la eutanasia en una sociedad envejecida. Y se pregunta si es una solución o un riesgo. ¿Por qué esta elección?
– Una cosa es la eutanasia en abstracto, en un plano filosófico, y otra cosa el contexto social en el que se inserta esta medida. Muchos países que han discutido sobre este tema, la mayoría, no se han animado a regularla por el miedo al impacto que puede tener el contexto social. De hecho hay tribunales constitucionales que han dicho no a la eutanasia y sí a regular el auxilio médico al suicidio. Y pese a esto, los parlamentos correspondientes tampoco lo han hecho. Porque la gran duda es si esto luego no puede incorporar una cultura de la muerte o lo que se llama una pendiente resbaladiza. Y una decisión que en un principio es plausible puede tener consecuencias no tan plausibles.
«Esta no es una ley del final de la vida, es una ley sobre una única medida al final de la vida»
– ¿Cree que es posible que se ponga en boga esa cultura de la muerte que ha mencionado?
– Eso es lo que habría que trabajar para evitar. Yo no me he mostrado favorable en el Comité de Bioética a la ley y tenemos que trabajar y formar a profesionales sanitarios para evitar que eso suceda. He predicho que la ley va a traer más problemas que ventajas y no me gustaría nada más que dentro de unos años, una vez evaluada la ley, pensar que me he equivocado. El problema no es un caso concreto, y hablo por ejemplo del caso del marido que acaba por amor con la vida de su mujer al que no le imputaría ningún reproche social. El problema es implantarlo como una prestación, como una política pública, como una cultura. Eso me inquieta. Muchas personas mayores pueden pensar que si esta ley se ha aprobado y se ha celebrado incluso desde muchos sectores, lo que la sociedad les está pidiendo es morir. De hecho, la Confederación Española de Personas con Discapacidad se mostró muy negativa con la ley porque parecía que podía a animar a muchas personas con discapacidad a pensar que sus vidas no merecían ser vividas. Por eso digo que aunque la ley se haya querido hacer con un sentido muy positivo o buscando resolver problemas tiene riesgos. Y puede acabar planteando el morir como un valor frente a intentar seguir viviendo en determinadas condiciones. Más en esta sociedad que ya ha sido tildada de sociedad paliativa, sociedad que huye del dolor, sociedad en la que la molestia, el disconfort y el esfuerzo son vistos como elementos negativos.
– Además de los riesgos que menciona, ¿cree que esta ley aporta alguna solución?
– Creo que es una solución única y es una solución frente al mal morir. En España no todo el mundo muere bien, y se pueden incorporar elementos para hacer la muerte menos sufriente, y hablo de apoyos familiares, sociales y económicos. Muchas veces se habla solo de apoyos sanitarios. Hay que optar por más soluciones, pero no esta. Esta no es una ley del final de la vida, es una ley sobre una única medida al final de la vida. Hay otras alternativas, los apoyos antes comentados o los cuidados paliativos.
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