Los sanitarios de Atención Primaria están «desbordados» ante la segunda ola del virus
Profesionales aseguran que los centros se han quedado «en mínimos» al tener que concentrar libranzas en verano por la previsión de que la nueva ola llegaría en otoño
La Atención Primaria lleva tiempo dando señales de saturación. Cargas de trabajo desmesuradas, falta de personal, ausencia de sustituciones… y la irrupción del Covid-19 ... no ha hecho más que agravar la situación. Los centros de salud de Gipuzkoa están «desbordados». «Estamos trabajando con menos personal, en muchos centros al 50% de la plantilla, porque tuvimos que concentrar las vacaciones en verano –ante la previsión de que la segunda ola llegaba en otoño– y nos están viniendo ahora pacientes con enfermedades que no son Covid, que no acudieron antes al centro por miedo al contagio o porque se priorizó la atención al coronavirus, a lo que hay que sumar la atención a pacientes con sospecha de Covid, y además realizar las PCR a todas las personas que se vayan a operar o someterse a una prueba complementaria en el hospital. También colaboramos en la gestión de brotes como por ejemplo en Zarautz, en la identificación y rastreo de nuevos casos, el seguimiento de los mismos… Todo ello hace que se resienta la atención habitual, estamos muy sobrecargados de trabajo por una mala gestión en cuanto a la planificación de las ausencias, pero es algo que ya sabíamos que iba a pasar», se explaya Rafa Rotaeche, médico de familia en el centro de salud del barrio donostiarra de Altza.
La situación en su centro se repite en otros tantos ambulatorios del territorio desde que la nueva normalidad y la llegada de nuevos de rebrotes empezó a convertirse en un problema para una atención primaria falta de recursos. A juicio de este sanitario y miembro de la plataforma Lehen Arreta Arnasberritzen en apoyo a la Atención Primaria (AP) en el País Vasco, «llevamos más de tres años proponiendo soluciones para potenciar la atención primaria. Existe un problema de cambio generacional, se jubilan más profesionales de los que se forman, es un déficit que no se ha planificado bien y estamos pagándolo ahora. Lo único que pedimos es que los políticos y los responsables sanitarios cumplan lo que dicen, y si afirman que es importante potenciarla –fue el propio lehendakari quien agradeció la labor «fundamental» de este colectivo– que lo hagan con presupuestos y con hechos». Este periódico ha intentado contrastar con el Departamento vasco de Salud la situación en la que se encuentran los ambulatorios, pero no ha tenido respuesta.
A la atención de casos sospechosos de coronavirus se unen las patologías no Covid
sobrecarga de trabajo
Según cuentan sus profesionales, los centros de salud se han convertido en una barrera «imprescindible» para evitar el colapso y la saturación de las urgencias y de los hospitales gracias a su labor en la detección precoz y el seguimiento de los nuevos casos de Covid. Todo ello en una situación en la que muchas consultas se han atendido vía telefónica. En pleno pico de la pandemia, los centros de atención primaria atendieron cada día cerca de 1.500 consultas de posibles contagiados de manera presencial y alrededor de 2.000 telefónicas, según los datos que publicó Salud.
Atención más presencial
Rotaeche detalla que «ahora estamos pasando de una atención telefónica a una más presencial, estamos al 50-50», si bien recuerda que «en ningún momento se ha dejado de atender presencialmente durante la pandemia». Añade que «la gente vive muy mal el no poder ser atendidos como siempre, pero es por necesidad de proteger a la población» de un posible contagio.
También siente la «presión» de los pacientes Gemma Estévez, enfermera de atención primaria y vicepresidenta del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa. «Estamos desbordadas, bajo mínimos de personal y no llegamos. Los compañeros se están yendo de vacaciones, porque desde dirección nos aconsejaron que nos las cogiéramos en verano para lo que pudiera venir en otoño, y no están sustituyendo más que un 20-30%, que no es nada. Tampoco se han contratado rastreadoras como dijeron; las han quitado de AP para ponerlas en otra zona sanitaria. Luego encima está esa persona que ha estado en el Ramuntxo Berri tomando algo y quiere que al día siguiente, a las ocho de la mañana, le hagamos la PCR a todo correr y se enfada porque lleva rato esperando. Hay gente que no tiene ninguna consideración y empezamos a agotarnos», afirma esta sanitaria que recuerda que «llevamos sin parar desde hace meses», soportando una ingente carga asistencial.
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«Por mucha pandemia que haya la atención a crónicos es igual de importante»
En su ambulatorio están «dos enfermeras» para 6.200 usuarios, asegura. «Ayer (por el martes) tuve que atender yo sola corriendo como una loca a todos los adultos junto con mi compañera, que estaba haciendo pediatría. Y es la situación de todos los ambulatorios», expone Gemma. La mayoría de las atenciones corresponden a «pruebas PCR, curas, electros, vendajes y esguinces por caídas. A día de hoy atendemos un 70% de patología normal y un 30% lo dedicamos a realizar el seguimiento de los casos Covid, las PCR, las llamadas a los pacientes, orientar al otro lado del teléfono, etc. Pero aún no tenemos patología covid, esto es, gente que acude con dolor de cabeza, fiebre, tos…», síntomas que podrían ser propios de un catarro o una gripe estacional y que podrían confundirse con coronavirus. «Tememos muchísimo la llegada del otoño. La única manera de diferenciar va a ser haciendo PCR y de seguir así, quebramos», pronostica.
Los profesionales sanitarios dicen estar «agotados» y con una enorme falta de personal
plantillas reducidas
La sobrecarga que soportan a diario los equipos sanitarios de Atención Primaria también les llega desde los hospitales, que «han empezado a atender a crónicos sin pensar que abajo estamos bajo mínimos. También se ha empezado a operar a pacientes –el coronavirus obligó a aplazar las intervenciones no urgentes–, y hay que hacerles la PCR previamente». En este sentido lamenta el «déficit» que lleva arrastrando desde hace tiempo la Atención Primaria, «la hermana pobre de la sanidad», y aunque ahora es cuando las instituciones están redirigiendo hacia ella el protagonismo que tuvieron los hospitales y sus UCI, «en la primera ola hemos sido los que hemos hecho la contención para no colapsar los hospitales. La gente no iba a urgencias porque les atendimos en el domicilio o por teléfono», asegura esta enfermera que reconoce que «ha sido agotador y un gran desgaste psicológico».
Mikel Baza, médico de familia y miembro de la junta directiva de Osatzen –la Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria–, también se muestra igual de tajante que sus compañeros. «Si no se refuerza realmente la atención primaria, se le dota de recursos y no hay una apuesta política clara podría colapsar. Pero con medios adecuados podremos hacer bien nuestro trabajo y evitarlo». También destaca el papel que ha tenido este nivel asistencial durante la crisis sanitaria como muro frente al virus, y es que «el 80% de los casos, incluyendo los sospechosos, se han atendido en los ambulatorios», apunta Baza.
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