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Peio Lapitz, traumatólogo de Policlínica Gipuzkoa.
Peio Lapitz, traumatólogo: «Es clave saber diferenciar cuándo aplicar frío o calor por una lesión»

Peio Lapitz, traumatólogo: «Es clave saber diferenciar cuándo aplicar frío o calor por una lesión»

El especialista de Policlínica Gipuzkoa remarca que es preciso conocer cuándo corresponde cada uno para facilitar la recuperación

J.M.

Viernes, 2 de mayo 2025, 11:20

Una correcta aplicación de frío o calor, según el tipo y la fase de la lesión, puede marcar una diferencia importante en el proceso de recuperación. Así lo asegura el traumatólogo de Policlínica Gipuzkoa, Peio Lapitz, quien destaca que, aunque es común que muchas personas se apliquen frío o calor después de una lesión, hay que saber cuándo corresponde cada uno.

En ese sentido, el especialista señala que mientras el frío se utiliza como antiinflamatorio y analgésico, el calor actúa como relajante muscular.

«El uso adecuado del frío y del calor puede acelerar la recuperación de una lesión. El frío reduce el metabolismo y la inflamación local, mientras que el calor, en una segunda etapa, mejora la circulación y favorece la regeneración de los tejidos», subraya Lapiz, sobre esta combinación que puede acelerar notablemente la recuperación funcional del paciente.

No obstante, en la actualidad muchas personas recurren de forma automática al frío o al calor cuando sufren una lesión, sin tener claro si están actuando correctamente. Lapitz ofrece una guía sencilla para resolver esta duda habitual: «El frío tiene un efecto analgésico y antiinflamatorio; el calor, en cambio, actúa como relajante muscular».

El especialista insiste en que el frío está especialmente indicado en las primeras 48 horas tras una lesión aguda, como torceduras, esguinces o contusiones. «Debe aplicarse entre 15 y 20 minutos, cada dos o tres horas, y siempre con una barrera como una toalla para evitar quemaduras por frío», explica.

En cambio, el calor debe reservarse para fases más avanzadas de recuperación, o en casos de dolencias crónicas como artrosis o contracturas musculares. «Su función es mejorar la movilidad y relajar la zona. Pero no debe aplicarse si hay inflamación aguda», recalca Lapitz, quien advierte también sobre el riesgo de usarlo en presencia de hematomas recientes, ya que podría agravar la situación al aumentar la vascularización.

Existen también contraindicaciones claras para ambos métodos. «Ni frío ni calor deben aplicarse sobre heridas abiertas, infecciones o zonas con alteración de la sensibilidad, como en pacientes con neuropatía diabética», alerta el traumatólogo. En personas con problemas vasculares, como el síndrome de Raynaud, el uso de frío está desaconsejado, mientras que el calor puede ser perjudicial en presencia de sangrado activo.

Con todo ello, Lapitz hace hincapié en la utilidad que tiene saber realizar una correcta aplicación del frío y el calor para acelerar la recuperación de una lesión. En este sentido, ha comentado que otra opción es la terapia de contraste, que consiste en alternar frío y calor, algo que puede servir sobre todo en inflamaciones crónicas o en algunas lesiones articulares para activar la circulación y favorecer la reabsorción de líquidos. «Suele aplicarse en inflamaciones crónicas o rigideces articulares, ya que activa la circulación y ayuda a drenar líquidos acumulados», detalla.

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